sábado, 25 de agosto de 2018

Neumonia asociado al cuidado de la salud

Neumonía asociada al cuidado de la salud
El objetivo de este estudio fue analizar la etiología, las características clínicas y la evolución de la NACS en un hospital general.Autor: Dres. Adrián Ceccato, Alejandra González, Marcela Heres, Graciela Peluffo, Alfredo Monteverde MEDICINA - Volumen 74 - Nº 1, 2014
Resumen

La neumonía asociada al cuidado de la salud (NACS) es una entidad diferente a la neumonía adquirida en la comunidad y a la neumonía intrahospitalaria. Existen circunstancias de riesgo para su desarrollo, se describen diferentes formas de presentación, gravedad y patógenos; y hay desacuerdo sobre el tratamiento empírico inicial.

El objetivo de este estudio fue analizar la etiología, las características clínicas y la evolución de la NACS en un hospital general. Estudio prospectivo observacional con 60 pacientes; 32 con internación previa en los últimos 90 días, 9 en hemodiálisis, 12 residentes en hogares asistenciales y 7 en tratamiento en un hospital de día.
El promedio de edad fue de 63 años; los índices de gravedad al ingreso fueron elevados. Las comorbilidades más frecuentes fueron las cardiológicas. El compromiso radiológico abarcó más de un lóbulo en el 42% de los casos y un 18% mostró derrame pleural. Se aisló el germen patógeno en 18 pacientes (30%); Streptococcus pneumoniae fue el más aislado (9 casos).
Solo hubo un caso de multirresistencia. La estadía hospitalaria promedio fue de 11 días; 6 pacientes presentaron complicaciones, y la mortalidad fue del 5%. Las complicaciones, aunque no la mortalidad, fueron significativamente mayores en el grupo en diálisis (valor de p: 0.011 y 0.056, respectivamente). Los cuadros fueron graves pero la mortalidad fue baja. La resistencia antibiótica hallada no justifica un cambio en el esquema antibiótico usado habitualmente en las neumonías de la comunidad.
Palabras clave: neumonía, neumonía asociada al cuidado de la salud

La neumonía asociada al cuidado de la salud (NACS) es un nuevo concepto introducido por la American Thoracic Society y la Infectious Diseases Society of America en 2005 para diferenciarla de la neumonía adquirida en la comunidad (NAC) y de la neumonía intrahospitalaria (NIH)1. Esta clasificación incluye a las neumonías adquiridas por pacientes residentes en geriátricos o en hogares de cuidado, en tratamiento endovenoso en un hospital de día, en diálisis, hospitalizados durante los últimos tres meses o que reciben cuidados de internación domiciliaria.
En 2002, Friedman y col. publicaron una cohorte en la que describen bacteriemias, diferenciando entre las infecciones intranosocomiales, las adquiridas en la comunidad y las asociadas al cuidado de la salud. Estas últimas son similares a las intranosocomiales en términos de frecuencia, origen, patógenos, patrones de resistencia y mortalidad, y son un predictor independiente de fracaso de la terapia antibiótica inicial2, 3. A partir de estos trabajos, se comenzó a recomendar en el tratamiento de las NACS una terapia para gérmenes multirresistentes que incluyera cobertura para Staphylococcus aureus resistente a meticilina (SAMR)1.

Se publicaron diversos trabajos con distintos resultados sobre patógenos causantes, patrones de resistencia y mortalidad, lo que generó una importante controversia sobre el tratamiento inicial, sobre los fracasos del tratamiento y sobre si se trata realmente de una entidad distinta4-9.

 Por lo que se refiere a los factores de riesgo para el desarrollo de NACS, los pacientes residentes en geriátricos o en hogares de cuidado constituyen la población que probablemente mejor se conoce. Fine y col. incluyeron a estos pacientes en su índice pronóstico para neumonías (PSI) como un predictor pronóstico de gravedad de la enfermedad (validado en el Reino Unido por Lim y col. y en Alemania por Ewig y col.), donde se constató una gravedad y una mortalidad más elevadas en este tipo de poblaciones10-12.

 Existen diversos factores de riesgo para el desarrollo de infecciones por gérmenes multirresistentes. Muchos de ellos se dan en los pacientes con NACS, lo que conduciría al uso empírico de antibióticos de amplio espectro, promoviendo la aparición de gérmenes multirresistentes y aumentando de forma notable los costos para el sistema sanitario13. El objetivo de nuestro trabajo es estudiar la etiología, las características clínicas y la evolución de las NACS en el Hospital Nacional Profesor Doctor Alejandro Posadas.

Infecciones de la piel y partes blandas

Infecciones de la piel y partes blandas

Como estudiar a un paciente con inmunodeficiencia primaria

Cómo estudiar un paciente con inmunodeficiencia primaria
Las inmunodeficiencias constituyen un grupo de enfermedades caracterizadas por alteraciones individuales o combinadas del sistema inmune.Autor: Dra. Valentín Rostán M* Fuente: *Hospital Pereira Rossell, Montevideo, Uruguay.  Arch Alergia Inmunol Clin 2001; 32(Supl 2 P2):S100-S101.
Desarrollo
La inmunidad contra los agentes infecciosos es llevada a cabo por una intrincada batería de interacciones entre el huésped y el patógeno, manteniendo un adecuado balance entre ambos, cuando el paciente es sano. Se considera que un niño en edad preescolar y un escolar puede tener seis infecciones por año y enmarcarse dentro de lo considerado como normal. La inmunidad para varias enfermedades infecciosas es conferida por medio de la vacunación, la protección para otras infecciones puede desarrollarse después de haber presentado enfermedad con sintomatología mínima o moderada.
Las infecciones recurrentes se consideran patológicas cuando se repiten los cuadros infecciosos en dos o más oportunidades, y cuya duración y gravedad sean mayores de lo esperado para el comportamiento de la entidad. Las infecciones se manifiestan en diferentes sitios o en el mismo sitio requiriendo reiterados usos de antibióticos. Son la expresión de trastornos inmunológicos y no inmunológicos del huésped producido por agentes bacterianos y en segundo lugar por gérmenes oportunistas, caracterizado por la severidad del cuadro clínico, suele requerir antibióticos,hospitalización y en ocasiones dejar secuelas (1-3).
Las infecciones graves por un microorganismo habitual pueden ser la primera clave para pensar en una inmunodeficiencia, como también la infección persistente y crónica.
Las inmunodeficiencias constituyen un grupo de enfermedades caracterizadas por alteraciones individuales o combinadas del sistema inmune: el sistema humoral, el sistema celular, el sistema fagocítico y/o el sistema complemento. La incidencia global corresponde a 1/10.000 recién nacidos vivos, distribuidos del siguiente modo: 58% deficiencias predominantes de anticuerpos, 18% deficiencias combinadas celulares/ humorales, 17% deficiencias fagocíticas, 5% deficiencias celulares y un 2% deficiencias de anticuerpos (4).
¿Cuándo pensar en una inmunodeficiencia?
Mayor frecuencia de infecciones: gravedad inusual, complicaciones mayores, prolongada evolución, respuesta pobre al tratamiento.
Infección en sitios múltiples.
Infección por determinado organismo.
Alergias.
Reacción adversa a vacunas.
Fenómenos autoinmunes.
Caída tardía del cordón umbilical.
Antecedentes familiares:
muertes neonatales no explicadas
familiares con inmunodeficiencias
consanguinidad
factores de riesgo para VIH
.
El antecedente de infecciones recurrentes sigue siendo un indicador clínico adecuado de sospecha de una inmunodeficiencia; se requieren algunas características de la infección, como se menciona anteriormente. La necesidad de intervenciones quirúrgicas por amigdalitis u otitis media puede sugerir dificultad para hacer frente a determinadas infecciones. La importancia de los antecedentes es fundamental para no retrasar las investigaciones de laboratorio, pero tampoco deben ser sobreestimadas (4,5).
¿Qué buscar en el exámen físico?
Detección en el crecimiento: estatura y peso de acuerdo a los percentilos.
Presencia o ausencia de tejido linfoideo: amígdalas, ganglios linfáticos periféricos.
Eczema - petequias.
Hepatoesplenomegalia.
Abscesos recurrentes.
Telangiectasias.
Marcha atáxica.
Albinismo parcial.

La realización de un examen físico apropiado puede aportar la presencia o ausencia de una inmunodeficiencia.
Es de vital importancia evaluar la detección en el crecimiento y desarrollo, con seguimiento de la tabla de percentilos  para sospechar una inmunodeficiencia. También tiene valor la presencia o ausencia de ganglios linfáticos, eczema con o sin petequias, ataxia o telangiectasia. Se puede realizar una ecografía abdominal para confirmar la presencia de bazo, como una radiografía de tórax para demostrar daño pulmonar crónico.Laboratorio
Primeras investigaciones
Hemograma completo con fórmula.
IgG, IgA, IgM séricas.
IgE.
Anticuerpos específicos (difteria, tétanos).
Recuento de linfocitos T: CD3, CD4,CD8.
Complemento total.
Test de nitroblue de tetrazolio.
Serología para VIH.

La primera línea en la investigación de una inmunodeficiencia debe ser dirigida ante la sospecha de una enfermedad,  debiendo solicitar sólo los análisis necesarios y no todos los que en la tabla figuran.
Hay una primera línea de análisis de laboratorio que puede realizar el pediatra, por ejemplo un hemograma completo, con recuento absoluto de neutrófilos y linfocitos para descartar neutropenias y linfopenias congénitas. En niños con albinismo parcial la presencia de granulaciones
gigantes en los granulocitos, confirma la enfermedad de Chediak-Higashi. El recuento en niños pequeños de cifras de linfocitos por debajo de 3.000 inducen a pensar en deficiencia de la inmunidad mediada por células.
El número y la morfología pequeña de las plaquetas pueden corresponder en el varón con eczema al síndrome de Wiskott-Aldrich.
Anticuerpos
La deficiencia selectiva de IgA es el defecto más frecuente de la inmunidad específica. Puede ser asintomático o puede presentarse con infecciones frecuentes, asociada a enfermedad autoinmune o alergias. La agamma-globulinemia ligado al X afecta a varones que se presentan con infecciones piógenas recurrentes.
Cuando se sospecha una deficiencia de anticuerpos, se debe solicitar cuantificación de inmunoglobulinas séricas: IgG, IgA, IgM, teniendo importancia que los valores hallados sean comparados con rangos normales para la edad. Deben determinarse el nivel de subclases de
IgG, asociada con clínica y de estudios funcionales. Entre los estudios funcionales, tiene valor la titulación de isohemaglutininas, el nivel de ASTO luego de los 2 años de edad y la síntesis de anticuerpos luego de estimulación con antígenos proteicos (toxoide tetánico) y polisacáridos
(neumococo). Se debe cuantificar linfocitos B si se sospecha agammaglobulinemia ligada al sexo.
Deficiencias celulares
Pacientes que presentan inmunodeficiencia combinada severa pueden presentar muguet persistente, neumonía (por Pneumocystis carinii) y diarrea crónica en lactantes que no progresan de peso.
Cuando se sospecha una inmunodeficiencia celular, debe evaluarse la función de las células T solicitando poblaciones  linfocitarias junto con las pruebas cutáneas de cándida y al derivado proteico de PPD.
Complemento
En individuos con infección recurrente por Neisseria se debe pedir el nivel de complemento (CH50), pudiendo solicitar fracciones como C3 y C4 o C1 Inhibidor considerados, por su baja frecuencia, no del manejo del pediatra sino del especialista.

Fagocitos
La incapacidad de los neutrófilos de fagocitar se manifiesta por infecciones superficiales de la piel, úlceras bucales y abscesos profundos. Cuando se sospecha una alteración fagocítica se debería solicitar una prueba de nitroblue de tetrazolio para descartar enfermedad granulomatosa
crónica.(5-8)
Investigaciones complementarias
Inmunidad celular
Estimulación con fitohemaglutinina.
Candidina, PPD, Cultivo mixto linfocitario.
Dosaje de interleukinas: IL-1, IL-4, IL-6, IFN-? .
Estudios de actividad enzimáticos: ADA, PNP.
Inmunidad humoral
Recuento de linfocitos B: CD19,CD20.
Respuesta de anticuerpos neumocócicos.
Subclases de IgG: IgG1, IgG2, IgG3, IgG4.
Complemento.
Estudio de los restantes componentes del complemento.
Defectos de fagocitos.
Expresión de moléculas de adhesión (LFA1, C3bi).
Estudios de actividad enzimático: glucosa 6 fosfato
dehidrogenasa.
Actividad bactericida.Conclusiones
La frecuencia de las inmunodeficiencias primarias no es elevada, pero el desafío para diagnosticarlas debe ser una meta de los pediatras, esto se puede realizar a través
de una exhaustiva historia clínica, que incluya examen físico y las investigaciones de laboratorio adecuadas.
Lo anterior, sumado a la ayuda del especialista, permitirá un tratamiento precoz y adecuado.
El propósito de este artículo es poder brindar a los pediatras una ayuda que sea de utilidad para diagnosticar precozmente una inmunodeficiencia primaria.
La clasificación de las inmunodeficiencias primarias puede encontrarse en libros de texto y en páginas web, como por ejemplo de LAGID.

jueves, 23 de agosto de 2018

Fiebre de origen desconocido
En la fiebre de origen desconocido es importante hacer un diagnóstico precoz porque cuanto más tiempo se tarda en hacerlo menor es la probabilidad de arribar al diagnóstico definitivo.
Fiebre de origen desconocido clásica

Desde la antigüedad, las fiebres prolongadas han presentado un problema diagnóstico. Entre los antiguos, la fiebre tifoidea y la malaria eran las causas comunes de fiebre prolongada. Hay pocas infecciones asociadas con fiebre prolongada.
Petersdorf desarrolló criterios para las fiebres prolongadas, es decir, la fiebre de origen desconocido (FOD), definida como la fiebre >38,3°C que dura más de 3 semanas y que permanece sin diagnostico después de haber realizado los estudios en el hospital. Los estudios para la FOD se pueden hacer en el paciente ambulatorio. Petersdorf también clasifica a las FOD por categorías: infecciosas, maligna/neoplásica, enfermedad reumática/inflamatoria y miscelánea.

Las FOD también pueden considerarse en el contexto de subconjuntos de huéspedes: trasplantados, inmunocomprometidos por el VIH, viajeros que retornan. No existe un enfoque estándar para el diagnóstico de la FOD, la cual requiere una historia y un examen físico detallados y más bien pruebas de laboratorio inespecíficas selectivas que estudios excesivos.

Enfoque diagnóstico de la fiebre de origen desconocido clásica

En primer lugar, se debe comprobar si la fiebre prolongada cumple la definición establecida. El diagnóstico se basa en los síntomas (historia) y los signos (examen físico). En segundo lugar, según la historia y los signos físicos, se tratará de determinar la categoría de la FOD.
Cada categoría tiene características clínicas, por ejemplo, las relacionadas con enfermedades malignas/neoplásicas se asocian generalmente con anorexia temprana y pérdida de peso significativa. Las FOD de causa infecciosa se acompañan de escalofríos, mientras que la pérdida de peso es menos pronunciada y la anorexia es tardía.

Excluyendo la vasculitis, el sello de la FOD inflamatoria/reumática es la sinovitis. Mientras que las características distintivas sugieren una categoría de FOD particular, algunos hallazgos descartan una de las categorías, por ejemplo, los escalofríos descartan la categoría inflamatoria/reumática.
En tercer lugar, para establecer la categoría de FOD se debe tratar de determinar el patrón de órganos afectados. Cada trastorno tiene un patrón característico de afectación orgánica que sugiere o limita los posibles diagnósticos, por ejemplo, el patrón de afectación de órganos del lupus eritematoso sistémico (LES) incluye a múltiples órganos pero es importante que rara vez afecta al hígado.
Del mismo modo, mientras que la esplenomegalia es un hallazgo cardinal en la endocarditis bacteriana subaguda, si la guía es solo el patrón del órgano afectado, la presencia de hepatomegalia la descarta.
Las FOD de más difícil diagnóstico no tienen signos de localización. Las pistas clave pueden ser ignoradas, lo cual puede subsanarse si la historia y la semiología minuciosas están enfocadas a la FOD. En el examen físico se debe poner especial atención en los ojos, la piel, los ganglios, el hígado y el bazo.

Las pruebas deben ser selectivas y basadas en las probabilidades diagnósticas y no en las posibilidades, por ejemplo, los hemocultivos de rutina. Los hemocultivos son útiles para las FOD con bacteriemia, como la brucelosis, la fiebre tifoidea/entérica, las infecciones intravasculares, los abscesos, etc, pero para las FOD con infecciones no bacteriémicas, o malignas/neoplásicas, o la fiebre inflamatoria/reumática y misceláneas. Los hemocultivos pueden ser engañosos. La  endocarditis bacteriana subaguda no es una infección rara, pero ahora es una causa relativamente poco frecuente de FOD.

Historia

Trastornos malignos/neoplásicos


La pérdida de peso significativa (>800 gr/semana), especialmente si se acompaña de anorexia temprana, es un signo de identidad de las FOD malignas. El prurito después del baño caliente sugiere un trastorno maligno/neoplásico. En aquellos con antecedentes de adenopatías o malignidad se debe sospechar una FOD maligna/neoplásica.

Enfermedades infecciosas

La historia clínica debe incluir el antecedente de procedimientos previos, invasivos o quirúrgicos (abscesos), dentición (abscesos apicales, endocarditis bacteriana subaguda) y antecedentes de infecciones concomitantes, como la tuberculosis.
El contacto con animales o mascotas sugiere la fiebre Q, la brucelosis, la toxoplasmosis, la enfermedad por arañazo de gato o la triquinosis.
La exposición a las picaduras de garrapatas o mosquitos sugiere la ehrlichiosis/anaplasmosis, la babesiosis o la malaria, mientras que la exposición a roedores hace sospechar la fiebre por mordedura de rata, la fiebre recurrente o la leptospirosis.
Las transfusiones de sangre son una pista importante para la ehrlichiosis/anaplasmosis, la babesiosis, el citomegalovirus o el VIH. En el huésped normal, la única pista de citomegalovirus puede ser la exposición a secreciones.

Los medicamentos inmunosupresores predisponen a determinados patógenos, como el citomegalovirus o el bacilo tuberculoso. La existencia de múltiples síntomas y signos raros indican una enfermedad multisistémica como la tuberculosis miliar, la enfermedad de Whipple y diversos trastornos diferentes.

Trastornos reumáticos/inflamatorios

La FOD puede presentar artralgias y mialgias graves, pero la presencia de escalofríos aleja la posibilidad de una etiología reumática/inflamatoria. La tos seca también puede ser una pista sutil de la arteritis de células gigantes/arteritis temporal. La FOD asociada a úlceras orales sugiere el síndrome de Beçhet o el LES.
En un cuadro de FOD, el patrón de afectación orgánica con el antecedente de síntomas articulares y linfadenopatías generalizadas hace sospechar la enfermedad de Still del adulto o el LES. Una historia de colecistitis alitiásica en un signo importante fácilmente pasado por alto de LES o de periarteritis nodosa. Si se sospecha la enfermedad de Beçhet es importante ahondar en la historia familiar.

Miscelánea

Si la historia no orienta hacia una categoría en particular de FOD, se deben considerar otras causas misceláneas. La periodicidad de la fiebre puede ser el único indicio de neutropenia cíclica. El antecedente de linfadenopatías puede hacer sospechar la enfermedad de Rosai-Dorfman o la enfermedad de Kikuchi. El dolor de cuello o de mandíbula, que es fácilmente atribuido al dolor dental, puede ser un indicio de de tiroiditis subaguda. Si el paciente afectado es personal médico, se debe considerar la fiebre facticia. Concretamente, es necesario informarse acerca de la enfermedad inflamatoria intestinal (enteritis regional), el alcoholismo (cirrosis), y el consumo de medicamentos (seudolinfoma, fiebre por fármacos). Otras FOD son familiares, como la fiebre mediterránea familiar o el síndrome de hiper IgD.

Examen físico

Enfermedades malignas/neoplásicas


La FOD del linfoma puede simular una infección. El linfoma o una enfermedad maligna pueden acompañarse de bradicardia relativa.
El examen ocular puede ser útil, por ejemplo, las manchas de Roth (linfoma, mixoma auricular), los cuerpos citoides (mixoma auricular) o las hemorragias retinianas (preleucemia).
Un soplo es un hallazgo clave en la endocarditis bacteriana subaguda, la endocarditis no infecciosa con cultivos negativos, por ejemplo, la endocarditis marántica o el mixoma auricular.
Los puntos dolorosos esternales señalan un trastorno de la médula ósea (preleucemia, trastornos mieloproliferativo).
La hepatomegalia aislada en una FOD disminuye las posibilidades diagnósticas hacia el hepatoma, el carcinoma de células renales o las enfermedades hepáticas.

Enfermedades infecciosas

El abordaje de las FOD infecciosas comienza con el análisis del patrón febril.
Los picos de fiebre matinales sugieren tuberculosis miliar, fiebre tifoidea/entérica o, enfermedad de Whipple.
La bradicardia relativa es un hallazgo cardinal en la fiebre tifoidea/entérica, malaria, babesiosis,  ehrlichiosis/anaplasmosis, leptospirosis y fiebre Q.
La presentación de 2 picos febriles en el día (fiebre cotidiana doble) se observa la malaria, la tuberculosis miliar o la leishmaniasis visceral. Dos picos de fiebre por semana (curva de fiebre en camello) puede ser una de las pocas pistas para la ehrlichiosis/anaplasmosis, la leptospirosis, la brucelosis o la fiebre por mordedura de rata.
Los hallazgos en el fondo de ojo pueden ser un indicio de toxoplasmosis, tuberculosis, histoplasmosis o enfermedad por arañazo de gato.
Los puntos dolorosos espinales pueden deberse a una osteomielitis vertebral subaguda, fiebre tifoidea/entérica, tuberculosis médular o brucelosis.
La hepatomegalia indica fiebre Q, fiebre tifoidea/entérica, leishmaniasis visceral, brucelosis, fiebre por mordedura de rata o fiebre recidivante.
La esplenomegalia inclina la posibilidad diagnóstica hacia la tuberculosis miliar, el virus de Epstein-Barr, el citomegalovirus, la fiebre tifoidea/entérica, la brucelosis, la histoplasmosis, la ehrlichiosis/anaplasmosis, la malaria, la fiebre Q, la endocarditis bacteriana subaguda, la enfermedad por arañazo de gato y la fiebre por mordedura de rata.
La epidídimorquitis/nódulo del epidídimo es una señal fácilmente ignorada de infección por el virus de Epstein-Barr, tuberculosis renal o brucelosis.

Trastornos reumáticos/inflamatorios

Los picos de temperatura matinales son un signo clave para el diagnóstico de periarteritis nodosa, mientras que la fiebre cotidiana doble inclina hacia el diagnóstico de enfermedad de Still del adulto. En el contexto de una FOD, la presencia de erupción cutánea sugiere la sarcoidosis, el LES o la enfermedad de Still del adulto.

Los pulsos desiguales son un signo de la enfermedad de Takayasu y el agrandamiento de las glándulas lagrimales hacen sospechar la artritis reumatoidea de comienzo tardío, la sarcoidosis o el LES. El examen externo de los ojos y del fondo de ojo brindan muchos datos diagnósticas para las FOD reumáticas/inflamatorias, como los cuerpos citoides (LES, arteritis de células gigantes/arteritis temporal, periarteritis nodosa, enfermedad de Still del adulto), las manchas de Roth (LES, periarteritis nodosa) o, la oclusión de la arteria retiniana (arteritis de Takayasu, arteritis de células gigantes/arteritis temporal, LES).
En la FOD, las úlceras orales sugieren la enfermedad de Beçhet o el LES y las linfadenopatías, el LES, la artritis reumatoidea de inicio tardío o la sarcoidosis. En la FOD con LES, un soplo con hemocultivos negativos orienta hacia una posible endocarditis de Libman-Sacks. La hepatomegalia sin esplenomegalia argumenta contra la FOD reumática/inflamatoria. La epididimitsi/nódulo del epidídimo (epididimitis crónica) es una pista sutil de periarteritis nodosa, LES o sarcoidosis.

Miscelánea

Otras FOD son más propensas a ser diagnosticadas por los antecedentes más que por los hallazgos físicos. La bradicardia relativa es un indicio de fiebre medicamentosa o fiebre facticia. La lipemia puede ser el único signo de la hipertrigliceridemia. La linfadenopatía puede deberse al seudolinfoma o al síndrome de hiper gD. La cirrosis suele ser ignorada como causa de FOD mientras que la esplenomegalia es importante para sospechar la enteritis regional, la cirrosis o el síndrome de hiper-IgD.

Pruebas de laboratorio inespecíficas

En cada categoría de FOD, las pruebas inespecíficas suelen proporcionar pistas diagnósticas útiles. La velocidad de eritrosedimentación, la ferritina sérica, la fosfatasa alcalina y el factor reumatoideo elevados son particularmente útiles en la FOD. Cuando las pruebas inespecíficas de laboratorio anormales se consideran en conjunto, la especificidad diagnóstica aumenta.
El grado de anormalidad de la prueba disminuye el número de posibles diagnósticos, por ejemplo, una velocidad de eritrosedimentación elevada es muy sensible/inespecífica pero cuando es muy elevada (>100 mm/hora) las posibilidades diagnósticas se reducen a muy pocas entidades. Del mismo modo, 6% de linfocitos atípicos (fiebre medicamentosa, toxoplasmosis) es diferente a tener 36% de linfocitos atípicos (virus de Epstein-Barr, citomegalovirus). Los hallazgos inespecíficos pueden ser un signo de exclusión, por ejemplo, la eosinofilia descarta firmemente la fiebre tifoidea/entérica.

A menudo, el hemograma completo pasa fácilmente por alto las pistas: la leucopenia, monocitosis, linfocitosis con linfopenia relativa, eosinofilia, basofilia, linfocitos atípicos/anormales, l trombocitosis, trombocitopenia, En la FOD, una elevación de la fosfatasa alcalina aislada sugiere un linfoma.
La electroforesis de las proteínas séricas también puede proporcionar pistas diagnósticas, por ejemplo, la elevaciones de las globulinas α1 α 2 (linfoma, LES); la gammapatía monoclonal (mieloma múltiple, síndrome de hiper-IgD, enfermedad de Castleman multicéntrica); la gammapatía policlonal (VIH, citomegalovirus, cirrosis, sarcoidosis, malaria).
La hematuria microscópica puede ser el único signo de endocarditis bacteriana subaguda, tuberculosis renal, brucelosis, periarteritis nodosa, linfoma o carcinoma de células renales.
Un error común es solicitar precozmente numerosas pruebas específicas dirigidas que no son calve, sin tener en cuenta el valor de las características clínicas típicas y las pruebas inespecíficas clave características para estrechar el diagnóstico diferencial. En la FOD, las pruebas de diagnóstico específicas deben pedirse más tardíamente y los estudios diagnósticos deben estar basados en las posibilidades diagnósticas más probables.

Un problema clínico común es diferenciar la FOD infecciosa de la FOD maligna/neoplásica. Mientras se están haciendo los estudios diagnósticos, se puede hacer la prueba del Naproxeno, para diferenciar la FOD infecciosa de la FOD de origen maligno. Si durante los 3 días de la prueba con Naproxeno las temperaturas disminuyen marcadamente, es posible que se trate de una FOD de origen maligno/neoplásico (prueba del Naprosyn positiva). Pero, si la fiebre se mantiene elevada o solo disminuye ligeramente, la etiología probable es la infecciosa (prueba del Naproxeno negativa).

Estudios por imágenes

Los estudios por imagen deben ser dirigidos y seleccionados según la probable categoría de la FOD y el probable patrón de compromiso orgánico. Si hay hepato o esplenomegalia, es útil la tomografía computarizada abdominal, para detectar otras anormalidades, como las adenopatías retroperitoneales o los abscesos o tumores intraabdominales o pélvicos.

Las exploraciones con galio o indio son útiles, pero estas últimas son relativamente insensibles (negativos falsos) para las infecciones óseas (osteomielitis crónica, tumores malignos). La ecocardiografía cardíaca es importante en la endocarditis con cultivos negativos y el mixoma auricular. La tomografía computarizada por emisión de positrones es más útil para detectar la FOD neoplásica/infecciosa, como los linfomas, la enfermedad de Erdheim-Chester, la endocarditis por fiebre Q o la infección del injerto aórtico.

Pruebas invasivas

La biopsia de los ganglios linfáticos es el test invasivo más frecuente. Si es posible, se debe evitar la biopsia de los ganglios cervicales anteriores, axilares o inguinales, porque generalmente son inútiles y no ayudan al diagnóstico, ya que a menudo se informan como "cambios inflamatorios no específicos, no se puede descartar la infección o la enfermedad maligna." Lo más probable es que el diagnóstico lo brinden las biopsias cervicales posteriores, o supra e infraclaviculares, como así las de los ganglios epitrocleares. Las biopsias de los ganglios hiliares, mediastínicos o retroperitoneales tienen un elevado rendimiento diagnóstico.
Si la afectación es ósea, la biopsia de la médula ósea puede ser diagnóstica, como en los trastornos mieloproliferativos, preleucémicos (en la leucemia mielógena aguda), la enfermedad de Gaucher, el linfoma, la enfermedad de Erdheim-Chester, la tuberculosis miliar, la histoplasmosis diseminada, la enfermedad multicéntrica de Castleman, la enfermedad de Whipple o la fiebre tifoidea/entérica.

Cuando en la endocarditis bacteriana subaguda o la fiebre tifoidea/entérica los hemocultivos son negativos, la biopsia o el cultivo de la médula ósea pueden ser positivos.

La biopsia del nódulo del epidídimo puede aclarar el diagnóstico de brucelosis, tuberculosis, leptospirosis, fiebre por mordedura de rata, fiebre recurrente, linfoma, lupus eritematoso sistémico, periarteritis nodosa, sarcoidosis o fiebre mediterránea familiar.
La biopsia ileal está indicada ante la sospecha de tuberculosis ileocecal o enteritis regional. Gracias a las biopsias percutáneas guiadas por imagen, actualmente la es raro recurrir a la laparotomía exploradora para arribar al diagnóstico de FOD.

Subgrupos de fiebre de origen desconocido

Aparte de la FOD clásica, hay fiebres de importantes subconjuntos como el VIH, los trasplantes de órgano y los viajeros de regreso, los que presentan un problema diagnóstico especialmente difícil.

Fiebre de origen desconocido en infectados por el VIH


Virus de la Inmunodeficiencia humana. El virus puede presentarse como una FOD con síndrome símil mononucleosis, erupción cutánea y linfadenopatía. Los pacientes con el VIH suelen presentar FOD como primera manifestación clínica de una infección oportunista o una malignidad.

En el mundo occidental, el tratamiento antirretroviral de gran actividad ha reducido la FOD asociada al VIH, pero no ha alterado el espectro etiológico. La frecuencia relativa de las causas de FOD en infectados por el VIH está influenciada por la terapia antirretroviral de gran actividad, el recuento de CD4, el área geográfica y la prevalencia de la infección endémica, lo que puede proporcionar pistas para el diagnóstico. La mayoría de los casos de FOD en una infección por el VIH se debe a la infección, y las causas no infecciosas más comunes son los tumores malignos y la fiebre medicamentosa.

A nivel mundial, la enfermedad muy bien definida es la tuberculosis, considerada el síndrome de inmunodeficiencia del adulto más común. Las enfermedades más comunes en infectados por el VIH con FOD son extrapulmonares o enfermedades diseminadas, cada vez más frecuentes a medida que el VIH progresa.
Con anterioridad, en el mundo occidental, la causa principal de FOD en los pacientes con VIH era Mycobacterium avium-intracellulare era diseminado. Otras micobacterias causantes de FOD en esos pacientes son M. kansasii y M. genavense. En este contexto, un hemocultivo positivo único o la recuperación de micobacterias de un sitio estéril del cuerpo se considera evidencia de infección por Mycobacterium avium intracellulare diseminada.

Mientras que la criptococcosis puede presentarse como FOD en un infectado por el VIH, es frecuente la meningoencefalitis concomitante y justifica analizar el líquido cefalorraquídeo. Pneumocystis jirovecii es responsable del 5-13% de las FOD en la infección por el VIH, dependiendo de la prevalencia y las variantes regionales. La neumonía por Pneumocystis jirovecii suele presentarse como FOD antes de la aparición de los síntomas respiratorios, con recuentos de CD4 muy bajos.

El citomegalovirus representa el 5% de las FOD en el contexto del VIH. Es el virus de inmunodeficiencia humana más comúnmente asociado a infecciones oportunistas y en general, se manifiesta cuando el citomegalovirus latente se reactiva con recuentos de CD4 <100/mm3. El ácido desoxinucleico del citomegalovirus en el suero está presente en el 55% de los pacientes con un recuento de CD4 <100/mm3. Tanto el ácido desoxinucleico del citomegalovirus como la viremia son predictores importantes de muerte. La corioretinitis por citomegalovirus sigue siendo la manifestación inicial más frecuente en el 30% de los pacientes con síndrome de inmunodeficiencia del adulto.

En EE.UU, Histoplasma capsulatum var. capsulatum diseminado representa el 7% de los casos de FOD del VIH pero hubo casos importados de Europa. En la FOD del VIH se debe sospechar la histoplasmosis en zonas endémicas y cuando hay antecedentes de viajes a zonas endémicas.
Otras micosis endémicas, como la coccidioidomicosis y la infección por Penicillium marneffei, pueden presentarse como FOD en pacientes con infección avanzada por el VIH o en personas que han viajado o vivido en zonas áridas endémicas, especialmente el oeste de EE.UU, América Central y América del Sur, sudeste asiático, sur de China e India. Las lesiones cutáneas, generalmente pápulas con umbilicación necrótica central, aparecen en el 70% de las FOD en el VIH se deben a P. marneffei diseminado.

La leishmaniasis visceral representa <5% de las FOD en la infección por el VIH y ha sido reportada en 35 países. La toxoplasmosis del sistema nervioso central o pulmonar, las infecciones por Aspergillus sp. o Bartonella sp. pueden presentarse como FOD en inmunodeficientes.

Los tumores malignos representan aproximadamente el 8% de las FOD del VIH. Los linfomas, sobre todo los linfomas no Hodgkin, ocurren en el 4 al 7% de esos pacientes. Hay un mayor riesgo de enfermedad de Hodgkin, incluso en los pacientes con VIH tratados con antirretrovirales de gran actividad. La FOD debido a un linfoma cerebral primario o al sarcoma de Kaposi (no asociado a la enfermedad de Castleman) es menos común.
Otros tipos de cáncer, como el carcinoma broncogénico y el hepatoma son cada vez más comunes en presencia del VIH y pueden presentarse como FOD, incluso en aquellos que recibieron antirretrovirales de gran actividad. En contraste con las FOD clásicas, la FOD de las enfermedades reumáticas/inflamatorias son raras.

En las FOD del VIH es común la fiebre medicamentosa (3-20%). Se estima que las erupciones cutáneas relacionadas con los medicamentos son 100 veces más comunes en el VIH que en la población general. La fiebre medicamentosa aislada es responsable de 1,7%, de las reacciones adversas de los fármacos, y la erupción maculopapulosa/pruriginosa, del 17%. El uso concomitante de varios fármacos , incluyendo la terapia antirretroviral de gran actividad, aumenta el riesgo de reacciones adversas Los medicamentos más comúnmente involucrados son los antimicrobianos (trimetoprima-sulfametoxazol, isoniazida, rifampicina, pirazinamida, antibióticos ß-lactámicos, sulfamidas y dapsona), pero los antirretrovirales de gran actividad se han vuelto cada vez más influyentes.

Al comienzo de la terapia antirretroviral de gran actividad puede producirse un síndrome inflamatorio de reconstitución inmune. Este síndrome ocurre en el 8-45% de las infecciones por VIH con tuberculosis, 35% con infección por Mycobacterium avium-intracellulare diseminada, 8-31% con Cryptococcus neoformans y 18 a 62% con citomegalovirus.
El síndrome inflamatorio de reconstitución inmune ocurre antes de los 60 días de iniciada la terapia antirretroviral de gran actividad y se asocia a menudo con signos más específicos relacionados la infección como los síntomas respiratorios o las adenopatías inflamatorias tuberculosas o, aumento de la presión intracraneana en la criptoccocosis, que son clave para el diagnóstico del síndrome inflamatorio de reconstitución inmune en las FOD del VIH. Aun en la era de la terapia antirretrovirales de gran actividad, el 14,06% de las causas de FOD en la infección por el VHI sigue siendo desconocido.

Fiebre de origen desconocido en los trasplantes de órganos sólidos

El enfoque diagnóstico para las FOD en los trasplantes de órganos sólidos se basa en 4 factores principales: grado; duración del tiempo de  inmunosupresión de la FOD postrasplante, exposición epidemiológica anterior o reciente (infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria o adquiridas en la comunidad) y, manifestaciones clínicas.

El estado de la inmunosupresión no se basa en un único biomarcador específico, por ejemplo, el recuento de CD4 como en el VIH, sino que está relacionado con el efecto inmunosupresor aditivo de la enfermedad subyacente que motivó el trasplante, la magnitud y el tipo de terapia inmunosupresora, la insuficiencia renal, la diabetes, la neutropenia asociada y la coinfección con virus inmunosupresores (citomegalovirus, virus de Epstein-Barr, VIH). Para abordar el diagnóstico diferencial de la FOD postrasplante de órgano sólido se reconocen 3 períodos postrasplante diferentes: desde 1-6 meses y >6 meses.

El enfoque diagnóstico también se debe apoyar en los síntomas clínicos. La meningitis subaguda y crónica sugiere tuberculosis, criptococosis o micosis endémica mientras que las lesiones cerebrales focales sugieren nocardiosis, toxoplasmosis, aspergilosis o linfoma. La meningoencefalitis sugiere una causa viral (virus de la varicela-zoster, virus del Nilo Occidental). Las lesiones cutáneas (pápulas umbilicadas) pueden ser manifestaciones de infecciones fúngicas diseminadas (Fusarium sp.). Las causas no infecciosas de FOD postrasplante de órganos sólidos son la fiebre medicamentosa/sarpullido. Los trastornos linfoproliferativos postrasplante y el rechazo del trasplante también pueden presentarse como FOD.

Fiebre de origen desconocido en viajeros de regreso

Las FOD específicas en los viajeros que regresan están determinadas por las áreas geográficas visitadas y la  duración de la estancia en esos lugares, la exposición a determinado tipo de comidas (carne o pescado crudo, mariscos, productos lácteos sin pasteurizar), exposición a la picadura de insectos (mosquitos, garrapata) y el intervalo de tiempo después del retorno del viajero. La ingestión de leche no pasteurizada hace referencia a la brucelosis.
Cuando un paciente con FOD presenta cefalea, sufusión conjuntival y hepato/esplenomegalia se debe considerar la fiebre recurrente transmitida por garrapatas o piojos. En los viajeros que regresan procedentes de zonas palúdicas se debe sospechar la malaria, pero también hay que considerar otras causas como la hepatitis viral, la fiebre tifoidea/entérica, la leptospirosis, las micosis endémicas y la rickettsiosis (Rickettsia Africae o R. typhi, R. conori, Orientia tsutsugamushi, dependiendo del área geográfica), absceso amebiano hepático, esquistosomiasis, tripanosomiasis africana, infecciones endémicas por arbovirus (dengue, fiebre chikungunya, fiebre amarilla, encefalitis del Nilo occidental, encefalitis japonesa) y la infección aguda por el VIH.

Causas de fiebre de origen desconocido que suelen permanecer sin diagnóstico

En cada categoría de FOD hay algunos diagnósticos que hay que tener particularmente en cuenta, ya sea porque son fácilmente ignorados o porque son potencialmente peligrosos. Las 4 categorías de FOD neoplásica/maligna que deben ser cuidadosamente consideradas son el linfoma, el hipernefroma, la preleucemia y el mixoma auricular. Las infecciones que merecen una evaluación diagnóstica cuidadosa son las causadas por el citomegalovirus, la tuberculosis miliar, la fiebre tifoidea/entérica y la endocarditis con cultivo negativo.
En la categoría reumática/inflamatoria, el LES, la arteritis de células gigantes/arteritis temporal, la enfermedad de Still del adulto y la periarteritis nodosa pueden ser particularmente difíciles de diagnosticar. Entre las FOD miscelánea, es importante no perder el diagnóstico de las siguientes entidades: fiebre medicamentosa, fiebre facciosa, neutropenia cíclica y tiroiditis subaguda.

Fiebres de origen desconocido recurrentes y no diagnosticadas

Los trastornos de la FOD son relativamente pocos y pueden llegar a ser recurrentes. Las FOD recurrentes disminuyen las posibilidades diagnósticas y brindan más oportunidades para un diagnóstico definitivo. Las FOD recurrentes se pueden definir como la presentación de ≥2 episodios de fiebre prolongada separados por ≥2 semanas. Otras categorías pueden durar más tiempo que las FOD recurrentes.
El enfoque diagnóstico de las FOD recurrentes se basa en observaciones y pruebas seriadas durante y entre los episodios febriles, ya que si aparecen nuevos hallazgos, la orientación diagnóstica puede cambiar. Si una FOD recurrente permanece sin diagnosticar durante ≥1 año es imposible arribar a un diagnóstico definitivo. Algunas FOD permanecen sin diagnosticar, incluso después de estudios diagnósticos específicos. Cuanto más tiempo la FOD permanece sin diagnosticar, menos probable es arribar al diagnóstico definitivo.

Tratamiento de la fiebre de origen desconocido 
Las FOD son más bien un problema diagnóstico que terapéutico. Hasta alcanzar el diagnóstico definitivo, el tratamiento son antipiréticos y antimicrobianos puede enmascarar el cuadro y retrasar u oscurecer las manifestaciones clínicas, y por lo tanto deben evitarse. El tratamiento empírico es prudente en unas pocas FOD de difícil diagnóstico y que ponen en peligro la vida, como  la tuberculosis del sistema nervioso central o la tuberculosis miliar, o la arteritis de células gigantes o arteritis temporal.


Traducción y resumen objetivo: Dra. Marta Papponetti

Enfeermedades de transmision sexual

Enfermedades de transmision sexual
Endocarditis fúngica
Enfermedad rara de mal pronóstico. Revisión concisa incorporando las recomendaciones recientes y las opiniones de los expertos
Autor: Pasha AK, Lee JZ, Low SW, Desai H, Lee KS, Al Mohajer  Am J Med. 2016 Oct;129(10)
Resumen
La endocarditis fúngica (EF) es una enfermedad rara de mal pronóstico. Los 4 cuadros principales de esta endocarditis se presentan con afectación de válvula nativa, válvula protésica, superficie endocárdica y dispositivo cardiaco permanente. Lamentablemente, la incidencia de EF en la era moderna sigue aumentando debido al uso creciente de dispositivos externos, observándose desde las válvulas protésicas cardíacas hasta los catéteres venosos centrales.
► Epidemiología
La prevalencia de la EF corresponde al 1 a 10% de todas las endocarditis y su incidencia va en aumento, siendo la mortalidad superior al 50%. La tasa de infección fúngica en los dispositivos cardiovasculares, marcapasos y desfibriladores cardioversores implantables y dispositivos de asistencia ventricular es de 2-10%, 4.5% y 35-39%, respectivamente. En el 53-68% de las EF se aísla Candida spp. siendo las más común C. albicansCándida spp. no albicans asociada a endocarditis Incluye C. parapsilosisC. glabrata y C. tropicalis. Aspergillus spp. es responsable del 20-25% de las EF, que se producen principalmente en las válvulas cardíacas protésicas.
Otras especies de hongos menos frecuentes son: Coccidioides, Cryptococcus, Histoplasma y Blastomyces. La EF es más prevalente en pacientes inmunocomprometidos, drogadictos intravenosos; pacientes bajo tratamiento prolongado con antibióticos; nutrición parenteral; válvulas cardíacas protésicas o aquellos que han sido sometidos a una cirugía cardíaca reconstructiva. A pesar del advenimiento de agentes antifúngicos eficaces nuevos, la EF sigue siendo una enfermedad devastadora.
► Presentación clínica
Se presenta como una forma de endocarditis subaguda con fiebre prolongada (≥2 semanas).
Los pacientes pueden presentar fiebre, soplos cardíacos nuevos o cambiantes, dolor torácico, disnea o hemoptisis, Los fenómenos embólicos pueden implicar cualquier parte del cuerpo, incluyendo las extremidades, el cerebro, el pulmón y el tracto gastrointestinal. La mayoría de los pacientes también presenta síntomas como escalofríos, fatiga, náuseas, vómitos, debilidad, pérdida de peso y anorexia.
La EF generalmente se presenta como una forma de endocarditis subaguda con fiebre prolongada (≥2 semanas). La presentación clínica es indistinguible de la endocarditis bacteriana, pero hay ciertas características que son más comunes en la EF como las lesiones cutáneas hemorrágicas negras con endocarditis por Aspergillus, y pérdida de la agudeza visual o nódulos cutáneos como en la endocarditis causada por Candida.
La embolización cerebral con vegetaciones de gran volumen y complicaciones neurológicas son más frecuentes en la EF y en la endocarditis por Staphylococcus Aureus. Las complicaciones neurológicas incluyen los accidentes cerebrovasculares embólico e isquémico, las hemorragias intracraneal y subaracnoidea y los aneurismas micóticos. Los émbolos pulmonares son comunes en los pacientes con endocarditis derecha (tricúspide o pulmonar) y predominan en los drogadictos intravenosos.
► Diagnóstico
El perfil evolutivo y las diversas características de la EF la convierten en un dilema diagnóstico. En una minoría de casos la historia es consistente y hay hallazgos clínicos característicos como las vegetaciones valvulares, el fenómeno vascular o las embolias periféricas. A veces, los pacientes presentan estos cuadros muy precozmente en el curso del proceso de la enfermedad o tienen una evolución demasiado rápida, con el desarrollo del fenómeno vascular inmunológico.
La presentación inconsistente e inespecífica de la EF requiere un elevado índice de sospecha diagnóstica. Los criterios de Duke modificados están bien establecidos para el diagnóstico de endocarditis infecciosa, pero esos criterios se desarrollaron sobre la base de los datos de la endocarditis bacteriana. Todavía no se han desarrollado criterios diagnósticos específicos para la EF.
El diagnóstico de EF debe hacerse lo más pronto posible para iniciar cuanto antes la terapia antimicótica apropiada y también para identificar a los pacientes que podrían beneficiarse con la cirugía. Lamentablemente, el diagnóstico de EF suele retrasarse ya que los hongos son organismos de crecimiento lento y tardan mucho tiempo en aislarse en los hemocultivos. A pesar de que los hemocultivos son positivos solo en el 50% de los pacientes con EF, siguen siendo la indicación más importante en la endocarditis. La sensibilidad de la detección de Candida spp. del hemocultivo es de aproximadamente 50-75% mientras que el rendimiento del hemocultivo para Aspergillus en la endocarditis se estima que es solo del 4%.
La identificación en el hemocultivo depende de la tasa de crecimiento de los organismos in vitro, la cual se ve afectada por diversos parámetros como el número de organismos que circulan en la sangre periférica. Por otra parte, la detección se convierte en un problema cuando el organismo es de crecimiento lento. A veces, el diagnóstico de EF se realiza solo a nivel del examen histopatológico de la válvula explantada o del émbolo periférico. Más de la mitad (63%) de los émbolos periféricos grandes eran de origen fúngico por el examen histopatológico. Algunos hongos crecen en los hemocultivos regulares mientras que los hemocultivos de hongos son útiles para identificar ciertos hongos como Histoplasma capsulatum.
Como en los hemocultivos el tiempo de incubación es largo, se han utilizado con éxito ciertas pruebas que no están basadas en el cultivo. Para el diagnóstico de endocarditis por Candida es útil la determinación del antígeno manan y los anticuerpos antimanan. Las pruebas combinadas tienen una sensibilidad del 83% y una especificidad del 86%. Manan es un constituyente importante de la pared celular de Candida spp. y por lo tanto sirve como un antígeno importante que circula en el torrente sanguíneo durante la candidemia.
El 1,3 β-D-glucano es un polisacárido que está presente en la pared celular de casi todos los hongos. Su detección en el suero es una prueba prometedora para el diagnóstico de EF. Con un valor de corte de 60 pg/ml, la sensibilidad y la especificidad en los pacientes candidémicos es 69,9% y 87,1%, respectivamente. La elevada especificidad del 1,3 β-D-glucano lo convierte en un complemento diagnóstico para la enfermedad fúngica invasiva en los pacientes con probabilidades pretest apropiadas y un síndrome clínico sugestivo. Sin embargo, a diferencia del test de manan y la determinación de los anticuerpos antimanan, la exposición del paciente a los antifúngicos no disminuye los niveles de 1,3 β-D-glucano.
El galactomanano es un constituyente importante de la pared celular de Aspergillus. El antígeno galactomanano se libera durante su proliferación y puede detectarse junto con el 1,3 β-D-glucano en la endocarditis por Aspergillus y así facilitar el diagnóstico. El índice de galactomanano ≥0,5 es indicativo de infección por Aspergillus. En los pacientes de alto riesgo de endocarditis por Aspergillus(como los pacientes con neutropenia prolongada o post trasplante), su sensibilidad y especificidad es 100% y 97,5%, respectivamente.
Existen varios factores que afectan la exactitud del antígeno galactomanano. Las causas de los resultados positivos falsos son la Infección por otros hongos que reaccionan en forma cruzada con el galactomanano; la contaminación de la sangre con algodón y, la  alimentación enteral con ciertas proteínas. El tratamiento con antifúngicos disminuye la sensibilidad del antígeno galactomanano. Dada la dificultad del diagnóstico de Aspergillus, los beneficios de utilizar esta prueba pueden superar los riesgos de resultados positivos falsos ante cuadros clínicos apropiados.
Los métodos moleculares ayudan a la identificación rápida de los organismos, en pocas horas e incluso si hay un número pequeño de organismos en la sangre. La detección del ADN fúngico en la sangre y el material cardiaco explantado es un método innovador que utiliza técnicas biológicas moleculares, aplicando la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para detectar los hongos.
Varios informes de casos apoyan el uso de la PCR como método de detección en la EF. Especialmente en casos de endocarditis infecciosa con cultivo negativo (Candida albicans y Aspergillus spp). Los diagnósticos moleculares son muy complejos, caros y tienen sus propias limitaciones, por lo tanto; no están disponibles en la mayoría de los laboratorios de diagnóstico.

► Tratamiento
El tratamiento consiste en el uso combinado de ambas terapéuticas, médica y quirúrgica
La EF requiere una estrategia terapéutica agresiva. Se impone un equipo multidisciplinario con cardiólogos, cirujanos cardiotorácicos, especialistas en enfermedades infecciosas y farmacéuticos. La tasa de mortalidad elevada y la complejidad de los pacientes con EF pueden haber dado lugar a la falta de ensayos clínicos que son importantes para determinar el mejor curso del tratamiento. En casi todos pacientes con EF es obligatorio el reemplazo quirúrgico de la válvula infectada (indicación Clase I), además, deben prescribirse agentes fungicidas tan pronto como sea posible.
El tratamiento de la EF consiste en el uso combinado de ambas terapéuticas, médica y quirúrgica, con intención de curar. Después del tratamiento médico y quirúrgico es razonable utilizar el tratamiento supresor prolongado con antifúngicos ya que la EF tiene una tasa de recaída elevada así como un prolongado retraso en la respuesta; también se puede utilizar la terapia supresora en aquellos pacientes que son malos candidatos para la cirugía después de la fase de inducción de fungicidas.
⇒ A) Tratamiento médico:
El pilar de la terapia antifúngica parenteral es la amfotericina B (AmB), que es un agente fungicida perteneciente a la clase antifúngicos polienos. La AmB convencional (desoxicolato) tiene numerosos efectos secundarios tóxicos: fiebre, escalofríos, náuseas, vómitos, anorexia, cefalea y nefrotoxicidad. Los preparados de AmB a base de lípidos tienen un mejor perfil de efectos secundarios que permite prescribir dosis más elevadas durante más tiempo, lo que puede ser necesario en la EF. Por otra parte, las formulaciones basadas en lípidos de AmB intensifican la actividad fungicida contra los biofilms que pueden formarse sobre las válvulas protésicas. Sin embargo, tales formulaciones son muy costosas.
Es importante señalar que Candida lusitaniae es inherentemente resistente a los polienos. En general, la duración de la terapia antimicótica es de 6-8 semanas dependiendo de la mejoría clínica. Ha habido informes que sugieren que la terapia antimicótica doble, AmB más flucitosina, disminuye la tasa de mortalidad en comparación con la AmB sola. La flucitosina tiene una buena actividad antifúngica contra la mayoría de Candida spp. excepto C. krusei. Cuando se usa en dosis elevadas y a largo plazo, su principal efecto secundario es la toxicidad de la médula ósea.
Las equinocandinas como la micafungina son alternativas a los polienos (AmB y sus derivados). Tienen actividad fungicida contra la mayoría de Candida spp. debido a su óptima penetración en los biofilms de Candida, excepto para Candida parapsilosis, que a veces es resistente a las equinocandinas. Su excelente perfil de efectos secundarios se acompaña de una mejor tolerancia, incluso en dosis elevadas a largo plazo.
Los azoles son fungistáticos; no son la elección primaria para el tratamiento médico pero representan un papel importante en los pacientes que requieren terapia supresora durante toda la vida. Esto es especialmente Importante en los pacientes que son malos candidatos quirúrgicos y tienen dispositivos cardíacos que no pueden ser extraídos.
La endocarditis por Histoplasma capsulatum se trata con una formulación lipídica de AmB seguida de itraconazol, con la posterior reducción escalonada durante al menos 12 meses. El voriconazol se usa tanto como fármaco de primera línea como de inducción y terapia de supresión a largo plazo para el tratamiento de la endocarditis por Aspergillus. La AmB es la elección de segunda línea, pero puede utilizarse como de primera línea si hay Intolerancia a los azoles (lesión hepática grave). Sin embargo, la AmB no debe utilizarse en infecciones por A. terreus y A. nidulans dadas las elevadas tasas de resistencia.
⇒ B) Manejo quirúrgico
La decisión de operar a los pacientes con EF es compleja y requiere la consideración de muchos factores. Varias guías recomiendan la cirugía como tratamiento de primera línea parra los pacientes EF. Las guías europeas recomiendan que la cirugía para la endocarditis por Candida spp. se haga dentro de la semana para los pacientes con endocarditis por Candida en válvula nativa y en días para aquellos con endocarditis por Candida en válvula protésica, con Intención de curar. También recomiendan la extracción de dispositivos intracardíacos o marcapasos en pacientes con EF. Históricamente, la endocarditis por Candida siempre ha requerido el tratamiento quirúrgico.
Sin embargo, con los agentes antifúngicos nuevos, hay estudios que muestran algún éxito con el tratamiento médico solo, para los pacientes que no son buenos candidatos para la cirugía. Uno de los problemas quirúrgicos en el tratamiento de la EF es la mayor prevalencia de embolia que tiene la EF, lo que complica al 60% de los casos y conduce al accidente cerebrovascular (ACV) hemorrágico o isquémico. La anticoagulación utilizada durante el bypass cardiopulmonar puede conducir a la conversión hemorrágica de estas áreas y al aumento del tamaño del ACV hemorrágico. La hipotensión intraoperatoria también puede empeorar la circulación cerebral ya comprometida.
► Conclusión
La EF es una enfermedad rara de mal pronóstico. La presentación es inconsistente e inespecífica y constituye un desafío diagnóstico. Requiere un elevado índice de sospecha diagnóstica precoz y una intervención oportuna. La cirugía es el tratamiento final de la EF. Sin embargo, en los pacientes que no son candidatos quirúrgicos se puede considerar la terapia médica sola. Para el manejo óptimo de la EF es esencial un enfoque multidisciplinario.
Traducción y resumen objetivo: Dra. Marta Papponetti

Bacterias filamentosas

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