martes, 9 de julio de 2024

Complejo teniasis/cisticercosis

 

Acta Neurol Colomb. vol.37 no.1 supl.1 Bogotá May 2021  Epub May 24, 2021

También el cerdo, porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas pero no rumia, lo tendréis por inmundo. De su carne no comeréis, ni tocaréis su cuerpo muerto: los tendréis por inmundos.

Levítico 11: 7,8

INTRODUCCIÓN

La infección causada por Taenia solium, conocida como complejo teniasis/cisticercosis (CTC), es una helmintiasis endémica de países en vías de desarrollo, considerada un problema de salud pública mundial 1. El uso de neuroimágenes y pruebas diagnósticas modernas, así como la administración de tratamiento antiinflamatorio concomitante con los cestocidas y la implementación de técnicas neuroquirúrgicas mínimamente invasivas, han aportado un gran avance en la detección y el pronóstico de la neurocisticercosis (NC) 2,3.

HISTORIA

La teniasis humana se reconoce desde épocas muy antiguas, con evidencia de Taenia solium en momias del antiguo Egipto (3000-1500 a. C.), así como la prohibición expresa del consumo de carne de cerdo en libros sagrados como la Biblia y posteriormente en el Corán, pasando por el reconocimiento de la cisticercosis del cerdo en la Antigua Grecia. En 1558 se llevó a cabo el primer informe de neurocisticercosis humana, luego de lo cual se identificaría el cisticerco como un parásito. Posteriormente, en los siglos XIX y XX se complementó la descripción del ciclo de vida del cisticerco gracias a los patólogos alemanes que dieron los huevos del parásito en salchichas a condenados a muerte, y encontraron en sus intestinos T. solium con su escólex adherido a la pared mucosa. Algunos años más tarde se detectaron numerosos casos de epilepsia en la Armada británica, todos ellos en exmilitares que colonizaron India y África Subsahariana, lo que demostró la transmisión endémica. En 1970 se detectaron casos en una comunidad judía ortodoxa en Nueva York, que en emplearon a migrantes latinas, lo que puso de manifiesto la transmisión oro-fecal y ayudó a comprender que no era necesaria la presencia de cerdos infectados 4,5.

EPIDEMIOLOGÍA

La prevalencia exacta de la NC es desconocida, pero estudios de seroprevalencia han permitido documentar que millones de personas que viven en zonas endémicas como Latinoamérica, África, Indonesia y Nueva Guinea están infectadas por cisticerco, y se ha demostrado además que en las áreas rurales de dichas regiones constituye la principal causa de epilepsia 6,7. En Colombia, entre los años 2008 y 2010 la presencia de anticuerpos IgG detectados mediante técnica ELISA en población general fue de 8,55 %, con presencia de anticuerpos en un rango variable entre 0,53 % y 40,19 %. En los departamentos de Vaupés, Bolívar, Amazonas y Cundinamarca se encontraron los valores más altos 8.

En el 2009, se identificó mediante Elisa una prevalencia general de anticuerpos IgG contra cisticerco de 4,02 % en el departamento de Boyacá 9. También, entre el 2012 y el 2013 se llevó a cabo un estudio de seroprevalencia de cisticercosis porcina e identificación de teniasis humana en criadores de cerdos en el área urbana de Coyaima, Tolima, con una prevalencia general de parasitismo intestinal en los criadores de 43,3 %, y el 1,9 % de ellos eran portadores de huevos de Taenia spp, con exposición de los criaderos de cerdos a entornos sin una eliminación adecuada de las excretas humanas, lo que facilita la infección de los animales. Así mismo, el no lavado de manos antes de consumir o preparar alimentos, el sacrificio y la venta de carne animal sin control sanitario y el consumo de carne con procesos de cocción inadecuados favorecen la infección humana por la T. solium10. En el 2016 se publicó un estudio descriptivo de corte transversal que evaluó la seroprevalencia de cisticercosis en pacientes de consulta neurológica en Popayán en el que se encontraron anticuerpos anticisticerco en el 54 % de los pacientes evaluados (108/200); el 53,2 % (25/47) presentó epilepsia focal 11.

CICLO DE VIDA

T. solium tiene un ciclo de vida complejo que involucra a los humanos como únicos hospederos definitivos del cestodo adulto (taenia), mientras que tanto cerdos como humanos actúan como hospederos intermediarios para la larva (cisticerco). El consumo de carne de cerdo mal cocida o cruda resulta en la liberación del cisticerco en el intestino delgado, donde por acción de las enzimas digestivas el escólex es evaginado y se adhiere a la pared intestinal por medio de la doble cadena de anzuelos y las cuatro ventosas que se encuentran en su cabeza. Una vez se adhiere, las proglótides se empiezan a multiplicar, y maduran, aproximadamente, cuatro meses luego de la primoinfección. Estas proglótides contienen cientos de huevos que salen al medio ambiente a través de las heces humanas, los cerdos y los seres humanos se infectan al ingerir los huevos y las proglótides que se encuentran en el entorno, provenientes de agua o alimentos contaminados, y en el caso particular de los homo sapiens de sus propias manos mediante ruta fecal-oral. En el intestino delgado los huevos dan origen a las larvas que migran por la circulación a diferentes órganos como el músculo, el corazón, el ojo y el cerebro; una vez en los tejidos las larvas darán lugar a los cisticercos 12.

TIPOS DE NEUROCISTICERCOSIS

La neurocisticercosis es una condición pleomórfica, cuyas manifestaciones están relacionadas con la diferencia en número y ubicación de las lesiones en el sistema nervioso central y con la respuesta inmune del hospedero. En áreas endémicas puede considerarse un gran imitador, debido a su variable expresión clínica 13-15. Clásicamente, se ha dividido en neurocisticercosis parenquimatosa y extraparenquimatosa; esta última incluye su localización en el espacio subaracnoideo y en el sistema ventricular, y quedan aparte la neurocisticercosis espinal y otras formas de la enfermedad cuyas manifestaciones se resumen en la tabla 1 16.

Tabla 1 Manifestación clínica de la neurocisticercosis de acuerdo con la localización del parásito y su estadio 

Fuente: adaptado de 19

Parenquimatosa

La manifestación más frecuente es la epilepsia, que es la causa de un 30 % de las epilepsias en países endémicos 6. La semiología de las crisis se encuentra estrechamente relacionada con la del lugar que ocupan las lesiones: las crisis suelen ser focales y rápidamente se hacen bilaterales, suelen asociarse con quistes en proceso de degeneración, pero pueden ocurrir en cualquier estadío de involución e incluso en quistes inviables (calcificados) 17 (figura 1).

Fuente: autores

Figura 1 Cisticercosis calcificada.  

La cefalea también aparece como síntoma frecuente en la cisticercosis parenquimatosa, incluso se ha encontrado una relación entre algunas cefaleas primarias como la migraña y los cisticercos calcificados, lo cual sugiere la liberación continua de antígenos al encéfalo como perpetuador del dolor en estos pacientes 18 (figuras 2 y 3).

Fuente: autores

Figura 2 Neurocisticercosis (a) FLAIR axial, evidenciando cisticercos parenquimatosos en diferentes estadios, círculo rojo: fase coloide; circulo amarillo: fase granular, nótese en la imagen de la derecha el edema asociado a la lesión (b) Cortes axiales de T1 contrastado con realce tras administración del medio de contraste.  

Fuente :Autores

Figura 3 T1 axial con cisticerco único en fase vesicular con escólex. 

Del mismo modo, se puede encontrar déficit neurológico focal, déficit cognoscitivo o mnésico, así como manifestaciones psiquiátricas que incluyen depresión y hasta cuadros que simulan esquizofrenia 2,14,19. La encefalitis cisticercósica es la forma más severa, con cientos de pequeños quistes viables en el parénquima acompañados de reacción inflamatoria difusa, se manifiesta con alteración de conciencia de curso agudo o subagudo asociada con convulsiones e hipertensión endocraneana. La diseminación extensa de la cisticercosis hace suponer un alto nivel de exposición al parásito, esperable en un paciente con teniasis 20,21 (figura 4).

Fuente: Autores

Figura 4 Encefalitis 

Extraparenquimatosa

Las localizaciones más frecuentes de los quistes subaracnoideos son la cisura de silvio, las cisternas de la base y los espacios interhemisféricos; allí tienden a agruparse y conformar la conocida forma racemosa de la neurocisticercosis, que se presenta como hidrocefalia, meningitis crónica, demencia rápidamente progresiva, neuropatía craneal, aracnoiditis espinal extensa e incluso enfermedad cerebrovascular, debido a arteritis cerebral 22 (figura 5).

Fuente: autores

Figura 5 Neurocisticercosis racemosa. Cortes axiales en T2 (a) y FLAIR (b) evidenciándose los racimos en contacto con el hemisferio cerebeloso izquierdo; (c) FLAIR axial, dilatación de astas posteriores de los ventrículos laterales y el tercer ventrículo; (d) Tl contrastado sagital, nótese la dilatación del ventrículo lateral y el tercer ventrículo. 

Los quistes extraparenquimatosos que se encuentran en el interior de los ventrículos cerebrales generan principalmente hidrocefalia e hipertensión endocraneana 23. Su localización en el cuarto ventrículo, donde el cisticerco actúa como válvula, puede manifestarse como un síndrome de Bruns que se caracteriza por aparición súbita de cefalea severa, emesis y síntomas vestibulares secundarios a cambios de posición cefálica, lo que pueden incluso llevar a muerte súbita 24,25. Adicionalmente, la estenosis del acueducto cerebral puede asociarse con síndrome de Parinaud 19.

Espinal

La neurocisticercosis espinal es poco frecuente, se presenta con un cuadro clínico inespecífico que ocasiona dolor radicular, debilidad muscular, nivel sensitivo y trastorno de esfínteres. Su diagnóstico requiere el uso de imágenes de resonancia magnética 26-28.

DIAGNÓSTICO

Neuroimágenes

Las técnicas de imagen actuales como la tomografía axial computarizada (TAC) y la resonancia magnética (RM) constituyen una herramienta importante en la detección de la neurocisticercosis ya que permiten tener evidencia objetiva de la cantidad y la localización de las lesiones. Por otro lado, de acuerdo con las diferentes características imagenológicas, permiten conocer sus estadios de involución y el grado de respuesta inmunológica del hospedero contra el parásito (tabla 229,30. La forma racemosa se encuentra como un gran acúmulo de vesículas que semejan un racimo de uvas con escaso edema perilesional, y aun sin este, asimismo, es posible no evidenciar el escólex en su interior 31.

Tabla 2 Características patológicas de los diferentes estadios de involución del cisticerco y su relación con imágenes de tomografía y resonancia magnética 

Fuente: adapatado de 16

Líquido cefalorraquídeo (LCR)

El estudio del líquido cefalorraquídeo es útil cuando el cisticerco se encuentra en el espacio subaracnoideo, se pone de manifiesto inflamación con pleocitosis, presencia de eosinófilos, elevación de proteínas e incluso hipoglucorraquia 32,33. Sin embargo, estos hallazgos no son patognomónicos de la neurocisticercosis.

Inmunodiagnóstico

La serología específica para cisticerco es importante en el proceso de confirmación diagnóstica. La detección de anticuerpos se usa ampliamente, pero su positividad en suero no necesariamente implica neurocisticercosis; la detección de antígenos permite establecer la presencia de cisticercos vivos 34.

Detección de anticuerpos

El método de elección para la detección de anticuerpos es la electroinmunotransferencia (EITB), la cual usa antígenos glicoproteicos purificados del parásito y tiene sensibilidad del 98 % en pacientes con más de un quiste parenquimatoso y una especificidad cercana al 100 %. La sensibilidad de la prueba disminuye en pacientes con un solo quiste viable, caso en el que llega a ser del 60-70 %. La presencia de anticuerpos detectables en pacientes con calcificaciones parenquimatosas mediante esta técnica es muy variable y se encuentra estrechamente relacionada con la carga de la enfermedad y el tiempo desde la resolución de la infección 33,35.

La identificación de anticuerpos mediante Elisa disponible en el mercado emplea antígenos menos purificados, lo que resulta en una menor sensibilidad y reacciones cruzadas con otros cestodos como Hymenolepis nana o Echinococcus. Algunos autores proponen que el estudio de anticuerpos por este método tiene una mayor sensibilidad si se usan muestras de LCR 36-38.

Detección de antígenos

La identificación de los antígenos (ags) libres de T. solium es un reto, ya que a diferencia de los anticuerpos, los ags dependen de la cantidad circulante, no son multiplicados por el sistema inmune y tienen reacciones cruzadas con otros helmintos pues comparten epitopes similares. La implementación de anticuerpos monoclonales para detección de ags en las técnicas de Elisa Directo y Sandwich ha mejorado la sensibilidad de las pruebas. Las ventajas del uso de antigenos son la confirmación de parásitos vivos y el seguimiento de la eficacia del tratamiento anticestocida 33,34,39,40.

Pruebas moleculares

La detección del ADN de T. solium mediante PCR en el LCR es útil en el diagnóstico de neurocisticercosis subaracnoidea, pero su uso es limitado e incluso confuso en presencia de una lesión solitaria en el parénquima encefálico 34. En la actualidad se ha detectado DNA de T. solium libre en suero y orina 41.

Criterios diagnósticos

Los criterios para el diagnóstico de neurocisticercosis, que se actualizaron en el 2017 (tabla 3), incluyen las neuroimágenes como pilar en la determinación de la NC 42. Para que estos criterios sean válidos se determinan algunas definiciones operacionales como:

  • Lesiones quísticas: lesiones redondeadas y bien definidas con contenido líquido de señal similar al LCR en RM o TAC.

  • Lesiones realzadas: lesiones únicas o múltiples con realce en anillo o nodular de 10-20 mm de diámetro, con o sin edema circundante, que no desplazan estructuras de línea media.

  • Calcificaciones cerebrales parenquimatosas típicas: simples o múltiples, sólidas, y generalmente de menos de 10 mm de diámetro.

  • Migración de quiste ventricular: demostración de una ubicación diferente de las lesiones quísticas ventriculares en TAC o RM en forma secuencial.

  • Pruebas de inmunodiagnóstico bien estandarizadas: hasta ahora, la detección de anticuerpos mediante inmunoelec-trotransferencia ligada a enzimas (EITB) utilizando antígenos de T. solium purificados con lectina de lenteja y detección de antígenos de cisticerco mediante Elisa con base en anticuerpos monoclonales.

  • Cisticercosis fuera del SNC: demostración de cisticercos por biopsia de nódulos subcutáneos, rayos X o TAC que muestran calcificaciones en forma de cigarro en tejidos blandos, o visualización del parásito en la cámara anterior del ojo.

  • Manifestaciones clínicas sugestivas: principalmente convulsiones ( que a menudo comienzan entre los 20-49 años); otras manifestaciones incluyen cefalea crónica, déficit neurológico focal, hipertensión endocraneana y deterioro cognoscitivo.

  • Área endémica de cisticercosis: lugar en el que está documentada la transmisión activa de cisticercosis 42.

Tabla 3 Criterios diagnósticos de neurocisticercosis 

Fuente: adaptado de 42

TRATAMIENTO

Se realizará tratamiento sintomático y antiparasitario de acuerdo con el caso.

  • Sintomático: en paciente con crisis convulsivas se requerirá tratamiento anticonvulsivante. En caso de cefalea se deben administrar analgésicos, así como definir un tratamiento para el edema cerebral, que puede desembocar en hipertensión endocraneana con corticoides como dexametasona. Es importante que siempre, antes de iniciar el tratamiento cestocida, se haga un adecuado abordaje de los síntomas 43.

  • Antiparasitario: este tiene como fin destruir los cisticercos vivos o en proceso de degeneración. El inicio del tratamiento antiparasitario puede asociarse con una reacción inflamatoria local que puede empeorar los síntomas neurológicos, por lo que en las primeras semanas debe acompañarse del uso concomitante de corticoides. En casos de encefalitis será necesario diferir el tratamiento anticestocida y tratar inicialmente el edema cerebral. Cuando el uso de albendazol se prolongue por más de 14 días, debe llevarse a cabo seguimiento de la función hepática 44. En la tabla 4 se resumen las recomendaciones del tratamiento.

  • Quirúrgico: la intervención quirúrgica puede ser necesaria en pacientes con neurocisticercosis. Ante la presencia de hidrocefalia se requerirá colocación de catéter de derivación ventricular. De acuerdo con la localización, la cirugía neuroendoscópica es útil para remover quistes intraventriculares 45.

Tabla 4 Recomendaciones para el tratamiento de la neurocisticercosis 

Fuente: adapatado de 44

Tratamiento de la teniasis intestinal

El tratamiento de elección para la teniasis intestinal es el prazicuantel, un medicamento seguro, con baja frecuencia de efectos adversos. Se recomienda administrar una dosis única de 5-10 mg/ kg de peso, con una tasa de curación del 99,5 %. Las alternativas al tratamiento son el albenzadol en dosis de 400 mg en tres días consecutivos, o la niclosamida en dosis única de 2 gramos 46.

Control sanitario

Desde hace más de una década la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado la necesidad de la erradicación del CTC, que se destaca como una enfermedad zoonótica o tropical desatendida, la cual requiere apoyo gubernamental y acciones de vigilancia y reporte para su eliminación 47,48. Las medidas de control disponibles intervienen en el ciclo biológico del parásito a diferentes niveles, así:

  • Humano: dirigidas al hospedero definitivo, incluyen educación sanitaria, medidas de higiene y disposición de excretas.

  • Cerdos: orientadas al control del hospedero intermediario, con la adecuada inspección de la carne porcina, la cría y la vacunación de los cerdos 49,50.

Absceso hepático

 Diagnóstico y manejo en entornos de bajos recursosAutor/a: Gaetan Khim, Sokhom Em, Satdin Mo and Nicola Townell British Medical Bulletin, 2019, 132:45.52

Fisiopatología

Los abscesos hepáticos se pueden dividir en 2 categorías: absceso hepático amebiano (AHA) y absceso hepático piógeno (AHP). La patogénesis del HA es diferente de la patogenia del AHP. En el AHA, Entamoeba histolytica induce la apoptosis hepática, la cual es seguida por la infección supurativa del parénquima hepático. El diagnóstico confirmatorio es importante, aunque difícil en entornos con escasos recursos, ya que dan lugar a un tratamiento.

Epidemiología

Los AHP tienen una distribución global, aunque la incidencia varía significativamente entre diferentes países, desde más de 900 casos en un período de 10 años en Asia, como Taiwán, Singapur y el sur de Corea, hasta 23 casos en el mismo período de tiempo en otras regiones asiáticas. En EE. UU., la incidencia de los AHP es de 2,3/100.000 habitantes, predominantemente hombres mayores. La diabetes y el cáncer se consideran factores de riesgo para su desarrollo.

Los patógenos aislados más comunes en este entorno fueron Streptococcus milleri seguido de Klebsiella pneumoniae. Esto difiere de Corea del Sur y Taiwán, donde K. pneumoniae es el patógeno más comúnmente hallado.

Entamoeba histolytica es un protozoo que causa amebiasis (infección gastrointestinal) y mayormente es una causa común de infección por parásitos intestinales en viajeros que regresan de las regiones afectadas. Entamoeba histolytica se distribuye globalmente con mayores tasas de infección en los países de bajos y medianos ingresos, en comparación con los países de mayores ingresos.

Por otra parte, en los países de mayores ingresos, una proporción significativa de casos suelen ser importados mientras que los casos no importados suelen afectar a los pacientes inmunosuprimidos. La infección está asociada a las malas condiciones de vida y la contaminación del agua potable. Las tasas elevadas de abscesos por E. histolítica coinciden con las tasas elevadas de amebiasis (63/1.000 niños), en los refugiados de la frontera entre Tailandia y Camboya entre 1987 y 1989,7.

La manifestación extraintestinal más común es un absceso hepático, con el parásito, que llega al hígado a través de la vena porta. La incidencia de la enfermedad es más elevada en Asia, donde las tasas pueden alcanzar a 21/100.000 habitantes/año. El AHA afecta predominantemente a hombres de edad mediana (30–60 años). Los factores de riesgo incluyen el consumo de alcohol y la desnutrición (baja masa corporal e hipoalbuminemia).

Patogenia del absceso hepático

El absceso hepático piógeno (AHP) está formado por la acumulación de pus compuesta por numerosas células inflamatorias, en particular neutrófilos, y restos de tejido.

La infección está asociada con necrosis por inflamación del tejido vecino. La palabra absceso puede ser una denominación inapropiada cuando se usa para definir el proceso patológico causado por E. histolytica en el hígado.

El AHA se produce por la muerte de los hepatocitos, ya sea por apoptosis o necrosis. En general, se justifica la ausencia de células inflamatorias debido a la lisis de los neutrófilos por el protozoo que forman el absceso purulento, descrito como "pasta de anchoa.

La muerte celular continuará ocurriendo con la expansión del absceso hasta que el paciente reciba tratamiento apropiado. Un estudio en hámster reveló que poco después de la sembrar de E.  histolytica en el parénquima hepático, las células inflamatorias, que constan principalmente de polimorfonucleares, rodearon al parásito para dar lugar a la lisis por parte de los hepatocitos.

Organismos causantes del absceso hepático pirógeno

El AHP puede estar causado por diversos organismos, incluidos K. pneumoniaeEscherichia coli y Burkholderia pseudomallei. La microbiología difiere según la vía de invasión del hígado. Las infecciones pueden provenir del árbol biliar (generalmente de un cálculo biliar impactado), la circulación (vena porta, arteria hepática), un foco de infección contiguo y un trauma penetrante.

En el sudeste asiático, los pacientes son trabajadores que están en contacto con el suelo y el agua y tienen comorbilidades tales como diabetes, insuficiencia hepática, insuficiencia renal y elevado consumo de alcohol con riesgo de infección por B. pseudomallei.

Es difícil definir los diferentes patógenos microbiológicos, que causan los AHP. Una razón de esta dificultad es que a menudo, el pus contenido en el absceso desaparece después de la administración de antibióticos, lo que puede subestimar la presencia de bacterias que causan abscesos hepáticos, y también puede contribuir a hacer más difícil el diagnóstico diferencial y la elección del tratamiento más apropiado.

Esto plantea un sesgo de selección por el cual los resultados positivos de los cultivos pueden tener un perfil más resistente, si los pacientes hubieran recibido tratamiento antimicrobiano antes del cultivo. También se puede subestimar el número de patógenos sensibles que no desarrollaron en el medio de cultivo, producto de un tratamiento antibiótico previo.

La capacidad del laboratorio especializado en cultivos y la identificación del germen pueden ser limitadas en los entornos de bajos y medianos ingresos. Estos problemas hacen que un cultivo negativa no necesariamente expresa la ausencia de crecimiento bacteriano. Varios estudios han encontrado que los bacilos gramnegativos como E. coliK. pneumoniae, anaerobios, S. milleri y Staphylococcus aureus son patógenos causales importantes. El origen de la infección suele provenir de las vías biliares, el tracto intestinal o el sistema porta, con posterior siembra en el hígado.

En Taiwán, K. pneumoniae es un patógeno importante que se aísla con frecuencia. Aunque en estos entornos cada vez es más la identificación de cepas multirresistentes de K. pneumoniae, cuando este organismo es identificado en el absceso hepático, generalmente es sensible. Un estudio comprobó que los pacientes con diabetes mellitus se encuentran en mayor riesgo de desarrollar absceso hepático por K. pneumoniae formadora de gas, asociada a peor pronóstico.

La  hipótesis de los autores de ese estudio es que el proceso de formación de gas puede estar favorecido por un elevado nivel de glucosa en los tejidos, lo que permite un metabolismo vigoroso y el crecimiento de K. pneumoniae. Los subproductos tóxicos de la inflamación se acumulan y se depuran en la circulación en forma retardada debido a la microangiopatía que retrasa el transporte de los productos finales fuera de la lesión. Esto sugiere que un buen control glucémico también es importante para controlar la infección y mejorar el resultado clínico.

La melioidosis es una causa importante de absceso hepático en el sudeste asiático. La infección está causada por B. pseudomallei, un bacilo gramnegativo saprófito hallado en el medio ambiente. Los agricultores de arroz, que trabajan en estrecho contacto con el suelo y el agua, y las personas con sistemas inmunológicos debilitados, como los diabéticos, insuficientes renales o hepáticos, o que sufren talasemia, tienen mayor riesgo de contraer una infección.

La transmisión del patógeno es por ingestión, inhalación o inoculación, y puede causar varios tipos de infecciones como sepsis, neumonía y abscesos. En otro estudio de Taiwán se observó que la mayoría (70% n = 3.1/44) de los abscesos hepáticos tenían múltiples lesiones.

Más de un tercio (n = 160) de los casos se sometieron a la incisión y drenaje percutáneo mientras que en 2 casos se hizo la esplenectomía. Aunque todavía falta establecer la incidencia de la, la mayor utilización de los servicios de microbiología muestra que la enfermedad es endémica en toda Camboya.

Diagnóstico del absceso hepático

El puntaje clínico de la amebianas y el AHP es indistinguible. Los pacientes suelen presentar fiebre y dolor a la palpación en el hipocondrio derecho. Aunque a menudo las pruebas de laboratorio son anormales leucocitosis (predominantemente neutrófilos); marcadores inflamatorios elevados (por ej., proteína C reactiva), fosfatasa alcalina elevada; pruebas de función hepática ? no tienen ningún valor real para diferenciarla amebianas del AHP.

Las técnicas de imágenes, como la ecografía y la tomografía computarizada (TC) son herramientas útiles para demostrar una lesión ocupante en el hígado y confirmar la presencia o ausencia de un absceso hepático, pero puede no diferenciar confiablemente el AHP del AHA .

El AHA ocurre más comúnmente como una lesión en el lóbulo derecho del hígado, pero puede estar presente en el lóbulo izquierdo y ser múltiple. Para la detección de los abscesos hepáticos, la TC tiene mayor sensibilidad (97%) que la ecografía (85%), aunque esta modalidad puede no estar siempre accesible en los países de recursos. bajos y medianos.

El estándar de oro para el diagnóstico de AHP es la aspiración con aguja fina para obtener muestras para cultivo.

Este no es el caso del AHA, ya que el cultivo de parásitos es insensible y no está disponible en forma rutinaria en los laboratorios clínicos.

La microscopía también carece de sensibilidad ya que los trofozoítos se observan en <25% de los casos. El aspecto del aspirado puede proporcionar alguna información sobre la causa del absceso hepático. En general, el AHA es inodoro, color marrón chocolate, de paredes gruesas, comúnmente conocido como pasta de anchoa, mientras que el AHP suele ser purulento y de olor nauseabundo, en particular, como resultado de una infección por anaerobios. Aunque esto puede ser útil, su función para el diagnóstico diferencial permanece incierta.

Los hemocultivos son un complemento importante del diagnóstico de AHP y, aunque su rendimiento suele ser menor que el del aspirado de pus del absceso hepático, pueden brindar información útil antes de que los pacientes comiencen un tratamiento con antimicrobianos o sean sometidos a la aspiración del absceso. Siempre que se sospeche un absceso hepático se recomienda hacer un hemocultivo.

La serología puede ser útil en los viajeros que regresan de áreas de elevada endemicidad y que residen en entornos de baja endemicidad. Debido a la positividad a largo plazo después de la exposición, tiene menos valor en entornos de endemicidad donde los pacientes pueden haber sido previamente expuestos. La prueba también puede ser falsamente negativa, como en los casos de presentaciones agudas, o dependiendo de la respuesta inmunológica del paciente, el tipo de prueba serológica o, la cepa del patógeno. Las pruebas de antígenos pueden resultar útiles en los entornos de ingresos bajos y medianos.

Las pruebas de detección de antígeno (TechLab E. histolytica II Antigen Detection) detecta la presencia del antígeno Gal/GalNAc en suero, la cual es muy sensible (≥95%) y específica (100%, la sensibilidad disminuye significativamente en los pacientes que han sido tratados previamente con metronidazol. La accesibilidad de las pruebas de detección de antígenos también puede ser una barrera potencial para su acceso en los países de bajos y medianos ingresos.

Otro marcador potencial nuevo, como la piruvato fosfato dicinasa, en forma de prueba de flujo lateral, muestra potencial para el diagnóstico de AHA. Para el  diagnóstico del AHA siguen siendo necesarias pruebas no invasivas, precisas, fácilmente disponibles y asequibles en el campo del diagnóstico. Como la mayoría de los pacientes con AHA no presentan síntomas intestinales, el examen de las heces en busca de óvulos y parásitos y las pruebas de antígenos no son útiles y, por lo tanto. no se recomiendan.

La prueba molecular del contenido de un absceso hepático es confiable para el diagnóstico de AHA. Aunque esta prueba ofrece la posibilidad de diagnosticar con precisión la infección por Entamoeba, su disponibilidad en los países de bajos y medianos ingresos es limitada, ya que requiere equipos e insumos costosos.

En los países de altos ingresos, la causa del absceso hepático generalmente se determina utilizando múltiples estrategias de diagnóstico, que incluyen los hemocultivos, la serología para Entamoeba, la aspiración del absceso hepático para cultivo y las pruebas moleculares y de antígenos.

En general, la presentación de los pacientes en los países de bajos y medianos ingresos se caracteriza por la falta de respuesta inicial al tratamiento antibiótico, imágenes que muestran el absceso, sin una causa comprobada., debido a las limitada capacidad de las pruebas. Los países de ingresos bajos y medianos suelen carecer de recursos esenciales de microbiología y, cuando están disponibles, la utilización del servicios es a menudo es deficiente.

La recolección de muestras se debe realizar antes de la administración de antibióticos. Sin embargo, si la presentación clínica lo permite, en los entornos de bajos y medianos ingresos la recolección de las muestras suele hacerse tardíamente y, en general, se reserva para los pacientes que no han respondido a los antimicrobianos. En esos entornos, es común que los pacientes sean medicados antes de la hospitalización, en farmacias o clínicas privadas (≥50% de todas las consultas médicas en Asia).

Los medicamentos que reciben de este modo son de una amplia variedad, entre ellos los antimicrobianos. Las razones por las que los pacientes prefieren recibir los medicamentos de la farmacia son múltiples, incluyendo la accesibilidad fácil, la posibilidad de comprar la medicación en pequeñas cantidades y la familiaridad con el vendedor.

La formación insuficiente del personal que trabaja en las farmacias dan lugar a su carencia de conocimientos, sumado a la poca disponibilidad de los productos. También se reconoce que los medicamentos vendidos tienen una regulación insuficiente que resulta en una venta descontrolada.

Tratamiento

En los países de ingresos bajos y medianos, las guías antimicrobianas generalmente recomiendan hacer tratamiento empírico, dirigido tanto a la amebiasis como a las causas del AHP. Como habitualmente el tratamiento se inicia antes de la recolección de las muestras, el patógeno causante y la prevalencia de cualquiera de las 2 enfermedades no están del todo claros.

Las recomendaciones de antibióticos, con la selección de los antimicrobianos más apropiados para el tratamiento del absceso hepático, se ven obstaculizadas por la falta de datos microbiológicos locales. Como resultado, las recomendaciones a menudo no están adaptadas al entorno local y son tomadas de otros entornos.

Los AHA se manejan medicamente, mientras que las infecciones y el AHP requieren drenaje por aspiración repetida con aguja o con catéter percutáneo, y tratamiento antimicrobiano apropiado. El drenaje quirúrgico suele reservarse para los casos complicados, aunque ahora ha sido reemplazado por métodos menos invasivos como.

El pilar del tratamiento para los AHA es el metronidazol o el tinidazol, por vía oral, durante 10 días o 5 días, respectivamente. Esto es seguido por la administración de un agente luminal como la paromomicina, durante 5-10 días, para erradicar cualquier quiste restante en el tracto intestinal. La mayoría de los casos de AHA responden al tratamiento médico, mientras que los pacientes que no responden a este tratamiento deben someterse al drenaje.

El drenaje está indicado en las complicaciones de la infección, que incluyen pacientes que tienen infección bacteriana (ya sea de novo o secundaria al drenaje) y pacientes con alto riesgo de rotura del AHA.

El tratamiento del AHP ha evolucionado a lo largo de los años, desde el drenaje quirúrgico abierto hasta el drenaje percutáneo ayudado por las imágenes. Hay incertidumbre respecto de cuál es el tipo de absceso hepático que debe recibir antimicrobianos solos o ser sometidos a drenaje. Actualmente, se recomienda que los abscesos hepáticos <3 cm sean tratados médicamente.

Las aspiraciones de los abscesos hepáticos son efectivas y, en un porcentaje elevado de pacientes, conduce a la resolución. La aspiración repetida de forma incremental aumenta la probabilidad de mejoría después de cada aspiración.

El uso de la aspiración con aguja es una opción atractiva para los entornos de bajos y medianos ingresos donde la disponibilidad de los materiales es limitada. En estos entornos es preferible evitar la inserción de un drenaje, ya que pueden ser difíciles de manejar y ser un foco de infecciones secundarias. La selección de un antibiótico apropiado difiere según el patógeno aislado, el patrón de sensibilidad y la epidemiología local.

Pronóstico

El pronóstico del AHP depende del tiempo que se tarda en hacer el diagnóstico. Los pacientes con diagnóstico tardío tienen más probabilidades de requerir tratamiento médico con drenaje. Es probable que los pacientes que presentan shock, insuficiencia renal o insuficiencia respiratoria aguda, experimentes una mala evolución.

En todo el mundo, E. histolytica es una causa importante de mortalidad, solo superada por la malaria como causa de muerte por enfermedad parasitaria. El AHA es una enfermedad uniformemente fatal si no se trata. El tratamiento oportuno del AHA logra un resultado favorable. Los abscesos rotos y complejos se asocian con mayor mortalidad.

Conclusiones

En los entornos de bajos y medianos ingresos, tanto los abscesos hepáticos amebianos como los abscesos hepáticos piógenos son frecuentes y sus presentaciones clínicas son similares. Las pruebas diagnósticas actuales tienen limitaciones en cuanto a su implementación en los entornos de bajos y medianos ingresos y, como resultado, la identificación precisa del patógeno causal es problemática. Esto lleva a cuestiones relacionadas con el manejo óptimo del de los abscesos hepático en esos entornos carenciados.

A pesar de las limitaciones de la sensibilidad y disponibilidad, a todos los pacientes con sospecha de absceso hepático se les debe hacer hemocultivos . Los abscesos piógenos grandes requieren drenaje o aspiraciones, que son modalidades terapéuticas adecuadas para los entornos de bajos y medianos ingresos. Siempre debe realizarse el cultivo del aspirado hepático para garantizar la terapia antimicrobiana.

Actualmente hay pocas pruebas disponibles para el diagnóstico rápido y asequible del AHA en entornos donde la infección es común. La introducción de una prueba a de diagnóstico confiable, a la cabecera del enfermo, por ej. prueba de antígeno sérico, para AHA en los entornos carenciados aumentaría sus tasas de detección.

El tratamiento del ALA es en su mayor parte médico, y así, un diagnóstico más preciso evitaría procedimientos de drenaje y complicaciones posteriores. Esto también permitiría una reducción en el uso empírico de antimicrobianos, para el tratamiento del AHP. y reduciría la presión de selección para el desarrollo de resistencia a los antimicrobianos.

Un área de consideración para la investigación podría ser la eficacia de los hemocultivos sistemáticos y las aspiraciones de los abscesos susceptibles de drenaje. Aunque esto no sería factible para los abscesos pequeños, podrían ser de utilidad la observación macroscópica y el análisis del aspirado para detectar E. histolytica, mediante pruebas de antígeno o moleculares y microbiológicas, con el fin de estratificar a los pacientes y decidir qué protocolo terapéutico sería el más apropiado. Este enfoque invasivo significaría que los pacientes con infección por E. histolytica tendrían un aspirado para eliminar la coinfección.

Esquistosomiasis: diagnóstico y manejo clínico

Se debe tener un enfoque integrado que ofrezca el tratamiento y las medidas para reducir la transmisión, controlando los caracoles y el medio ambiente y brindando educación, promoción sanitaria y vacunación. Autor/a: Dres. Darren J Gray, Allen G, Yue-Sheng, Donald P McManus BMJ 2011;342:2651-2651

La esquistosomiasis o bilharziasis es una infección intravascular común causada por el parásito Schistosoma o bilharzia, un gusano trematode. Una revisión sistemática y un metaanálisis publicados en 2006 estiman que más de 200 millones de personas están infectadas en toda África, Asia y América del Sur, y cerca de 800 millones están en riesgo de infección. La enfermedad también se asocia con anemia crónica, dolor, diarrea, intolerancia al ejercicio y desnutrición. La esquistosomiasis urogenital femenina puede ser un factor de riesgo para la infección por el VIH. A continuación se muestra la ruta propuesta de la esquistosomiasis asociada a la enfermedad y la discapacidad, surgida del metaanálisis de la discapacidad relacionada con los resultados.

La transmisión del esquistosoma requiere la contaminación del agua por las heces o la orina que contienen los huevos, un caracol de agua dulce específico como huésped intermediario y, el contacto humano con el agua habitada por el caracol huésped intermediario. La transmisión de la esquistosomiasis es altamente dependiente de las condiciones ambientales, en particular las que afectan al caracol. El cambio climático altera los ambientes acuáticos y, posteriormente, la transmisión y la distribución de las enfermedades transmitidas por el agua. En esta revisión, se presentan los parásitos esquistosoma y se describe la fisiopatología y la clínica de la enfermedad que ocasionan.

Se analizan las herramientas de diagnóstico y el manejo actuales de la esquistosomiasis, basados en la evidencia procedente de estudios de baja y alta calidad, como así la información de las normas internacionales actuales.

¿Dónde y cómo es se adquiere la esquistosomiasis?

Según las estadísticas de la OMS, mundialmente la esquistosomiasis se distribuye sobre todo en el centro y sur de África, este de Brasil y sur de Asia. La mayoría de las infecciones por Schistosoma haematobium, Schistosoma mansoni y Schistosoma intercalatum se encuentran en el África subsahariana. S. mansoni sigue siendo endémica en ciertas zonas de Brasil, Venezuela y Caribe. La infección por Schistosoma japonicum se produce en la República Popular China, Filipinas, y en bolsones pequeños de Indonesia, a pesar del control importante con medidas efectivas. S. mekongi se encuentra a lo largo del río Mekong en Camboya y la República Democrática Popular Lao (Laos). La infección usualmente se adquiere a través de actividades tales  como la natación, el baño, la pesca, la agricultura y el lavado de ropa. Sitios importantes de transmisión incluyen el lago Malawi y el lago Victoria en África, el Poyang y el lago Dongting en China, y a lo largo del río Mekong en Laos.

Ciclo de vida de esquistosoma

Los moluscos de agua dulce actúan como huéspedes intermediarios y los vertebrados superiores como huéspedes definitivos. La pareja de gusanos macho y hembra adultos (las hembras se encuentra dentro del canal ginecofórico ventral de los machos) producen gran cantidad de huevos, la mayoría de los cuales se deposita en los capilares y los tejidos de los órganos diana parasitados, algunos de los cuales son excretados por la orina o las heces. La forma de los huevos y la ubicación de su excreción son diferentes en cada especie. S. haematobium habita en el sistema urinario y los vasos del sacro y la pelvis, mientras que los esquistosomas intestinales habitan en la mucosa intestinal. Algunos huevos se desarrollan en la circulación portal distal y, en el caso del S. mansoni o la infección por S. japonicum se hallan atrapados en el hígado. Una vez que se excreta, el huevo se incuba en contacto con el agua dulce y libera un miracidio móvil vivo que infecta a los caracoles de agua dulce intermediarios específicos- portadores de S. mansoni, que es generalmente la Biomphalaria glabrata (América) o la B. pfeifferi (África). Después de aproximadamente 30 días, los caracoles infectados liberan cercarias libres que nadan en respuesta a la luz solar y pueden penetrar en la piel del huésped mamífero, y en un plazo de 12-24 horas invaden el sistema linfático, y entran en la circulación a través de los pulmones como esquistosómulas maduras.

Los huéspedes intermediarios son caracoles que más tienen la posibilidad de habitar aun en flujos moderados de agua dulce y la infección aumenta exponencialmente con la cantidad de tiempo en contacto con el agua, alcanzando un máximo de 30 minutos.

¿Cuáles son las características clínicas de la esquistosomiasis?

La esquistosomiasis progresa en 3 fases distintas: aguda, crónica y enfermedad avanzada.

Primeras manifestaciones

Erupción

En el sitio de la penetración percutánea de las cercarias del esquistosoma se produce una erupción maculopapular, eritematosa, caracterizada por lesiones elevadas de 1 cm a 3 cm.

Los migrantes o turistas infectados por primera vez pueden desarrollar una reacción cutánea a las pocas horas, aunque la erupción puede aparecer hasta 1 semana después. Aunque es similar a la “picazón de los nadadores”, es menos grave, ya que esta última no es una secuela de la esquistosomiasis aguda sino más bien una reacción inmune que se desarrolla en las personas sensibilizadas cuando se infectan con especies de esquistosomas que no colonizan en los seres humanos.
 
Esquistosomiasis aguda (síndrome de Katayama)

Los síntomas de la esquistosomiasis aguda son mediados por el complejo inmunológico  y por lo general comienza con la deposición de huevos de esquistosoma en los tejidos del huésped. Los síntomas pueden incluir fiebre, malestar general, mialgias, fatiga, tos no productiva, diarrea (con o sin sangre), hematuria (S. Haematobium) y dolor en el cuadrante superior derecho. La esquistosomiasis aguda se observa en personas que son infectadas por primera vez cuando viajan a zonas endémicas. En el caso de S. japonicum, también se asocia con una sobreinfección o una reacción de hipersensibilidad en personas previamente infectadas. El diagnóstico diferencial incluye la gastroenteritis; las hepatitis A, B y C; la infección por el VIH; la salmonelosis y las infecciones del tracto urinario.

Enfermedad crónica y avanzada

Las infecciones por esquistosomas maduros se asocian con una respuesta inflamatoria local
crónica a los huevos de esquistosomas atrapados en los tejidos del huésped, que puede conducir a la inflamación y la obstrucción del tracto urinario (S. haematobium) o a enfermedades intestinales, inflamación hepatoesplénica y fibrosis hepática (S mansoni, S intercalatum, S. japonicum, S. mekongi).

Los estudios inmunopatológicos han demostrado que la esquistosomiasis resulta de la respuesta inmune del huésped a los huevos del esquistosoma y la reacción granulomatosa provocada por los antígenos que secretan. Los granulomas, formados en los sitios de acumulación máxima de huevos, destruyen los huevos pero el resultado es la fibrosis en los tejidos del huésped. La formación del granuloma es una respuesta inflamatoria local mediada por linfocitos T helper 2 y las células CD4+, que facilitan el paso de los huevos en la luz intestinal o del tracto urinario.

Enfermedad gastrointestinal y hepática

Los huevos retenidos en la pared del intestino inducen la  inflamación, la hiperplasia, la ulceración, la formación de micro abscesos y la poliposis. Los síntomas de la enfermedad gastrointestinal incluyen dolor cólico en el hipogastrio o dolor en la fosa ilíaca izquierda, diarrea (especialmente en niños), que puede alternar con estreñimiento y, hematoquezia (sangre en las heces). La enfermedad intestinal grave crónica puede llevar a la estenosis del colon o del recto. La poliposis colónica puede manifestarse como una enteropatía perdedora de proteínas. Una masa inflamatoria en el colon puede incluso imitar el cáncer.
 
Los huevos de S. mansoni y de S. japonicum embolizan en el hígado, donde la respuesta inflamatoria granulomatosa induce un proceso inflamatorio presinusoidal y fibrosis periportal, asociada una infección persistente y grave, pudiendo tomar muchos años para desarrollarse.

La hepatomegalia, secundaria a la inflamación granulomatosa, ocurre temprano en la evolución de las enfermedades crónicas. Los depósitos periportales de colágeno provocan la obstrucción progresiva del flujo sanguíneo, hipertensión portal, y finalmente, várices, hemorragia varicosa, esplenomegalia e hiperesplenismo. La  fibrosis periportal puede verse en la ecografía, la tomografía computarizada o la resonancia magnética y es característica de la esquistosomiasis.

Enfermedad genitourinaria

La enfermedad del tracto urinario se desarrolla después de la infección con S. haematobium y la inflamación granulomatosa es la respuesta a la deposición de los huevos en los tejidos. La hematuria aparece 10-12 semanas después de la infección y es el primer signo de la enfermedad establecida. La disuria y la hematuria se producen tanto al comienzo como en las etapas tardías de la enfermedad. Las manifestaciones finales de la enfermedad son la proteinuria (a menudo el síndrome nefrótico), la calcificación de la vejiga, la obstrucción uretral, la infección bacteriana secundaria del tracto urinario, el cólico renal, la hidronefrosis y la insuficiencia renal. En los niños pueden existir anomalías estructurales del tracto urinario. La cistoscopia puede revelar los "parches de arena" característicos, que son áreas rugosas de la mucosa vesical que rodean a los depósitos de huevos.
 
En Egipto y otras partes de África, los estudios epidemiológicos han asociado la esquistosomiasis con el carcinoma de células escamosas de la vejiga. En las últimas décadas, en Egipto, la incidencia de cáncer de vejiga ha disminuido juntamente con la disminución de la prevalencia de la esquistosomiasis. El carcinoma de células escamosas de vejiga asociado al S. haematobium tiende a ser bien diferenciado y dar metástasis locales. Como posibles factores carcinogénicos se han propuesto las nitrosaminas, la β-glucuronidasa y los daños de los genes inflamatorios. Sin embargo, otra explicación es que las lesiones de la esquistosomiasis intensifican la exposición del epitelio de la vejiga a las sustancias mutagénicas del tabaco o químicas. S. haematobium causa enfermedades genitales en aproximadamente un tercio de las mujeres infectadas. La esquistosomiasis vulvar también puede facilitar la transmisión del VIH, según los hallazgos clínicos, los datos fisiopatológicos e inmunológicos y los datos recogidos de la vigilancia epidemiológica.

Otras enfermedades asociadas a la esquistosomiasis

La neuroesquistosomiasis es posiblemente la consecuencia clínica más grave de la infección por esquistosomas e incluye signos y síntomas de hipertensión intracraneana, mielopatía y radiculopatía. Los estudios de casos sugieren que las complicaciones neurológicas tempranas en el curso de la infección se deben a la deposición de huevos después de la migración aberrante de gusanos adultos en el cerebro o la médula espinal. El efecto de masa de miles de huevos y granulomas grandes en el cerebro o la médula espinal dan lugar a la neuroesquistosomiasis. Las complicaciones de la enfermedad cerebral incluyen la encefalopatía con cefalea, los trastornos visuales, el delirio, las convulsiones, el déficit motor, y la ataxia. Los síntomas de la médula espinal comprenden el dolor lumbar, el dolor radicular de las extremidades inferiores, la debilidad muscular, la pérdida sensorial, y la disfunción vesical. La mielopatía (mielitis transversa aguda y mielorradiculopatía subaguda) de la región lumbosacra es la manifestación  neurológica más comúnmente reportada, debida tanto al S. mansoni como al S. haematobium, mientras que la encefalitis aguda de la corteza, la sustancia blanca subcortical, los ganglios basales o la cápsula interna es típica de la infección por S. japonicum.
 
Los estudios de población pediátrica han demostrado que la infección por esquistosomas puede causar retraso del crecimiento y anemia, como así el posible deterioro cognitivo y de la memoria, lo que limita su potencial. Los ensayos controlados aleatorizados han demostrado que en niños, el éxito del tratamiento consigue una recuperación considerable pero incompleta del crecimiento y también una mejoría de los niveles de hemoglobina. La infección por esquistosoma parece afectar adversamente la salud de la madre y del feto. La infección crónica con S. mansoni y (rara vez) y S. haematobium pero no con S. japonicum puede causar hipertensión pulmonar, cor pulmonale, glomerulonefritis o mielitis transversa.

¿Cómo se diagnostica la esquistosomiasis?
En el siguiente cuadro se expone un plan para establecer un diagnóstico positivo de esquistosomiasis incluyendo preguntas importantes sobre la historia médica, los signos semiológicos específicos y los estudios de laboratorio y radiológicos pertinentes que debe llevarse a cabo.

Principales indicadores para el diagnóstico positivo de la esquistosomiasis

La historia clínica

• ¿Ha viajado o emigrado de un país endémico recientemente? Si es así ¿de dónde?

• ¿Ha estado en contacto con una fuente de agua dulce (como lagos, ríos o arroyos)?
(Los pacientes que regresan/emigran de África o el Medio Oriente podrán tener esquistosomiasis intestinal o urinario y los de Asia o América del Sur pueden tener esquistosomiasis intestinal)

El examen físico

• En el sitio cutáneo de penetración de las cercarias puede haber una erupción urticariana (lesiones maculopapulares) (lesiones elevadas levemente eritematosas de 1-3 cm).
Hepatomegalia (lóbulo izquierdo).

• Esplenomegalia, en alrededor de un tercio de los pacientes
Estertores secos o húmedos pulmonares durante la fase aguda
Linfadenopatía generalizada puede estar presente

Investigaciones de laboratorio

• Examen de las heces/orina para detectar huevos de esquistosoma
Hemograma con fórmula leucocitaria: eosinofilia (>80% de los pacientes) con infecciones agudas; la anemia y la trombocitopenia pueden estar presentes en la esquistosomiasis crónica y avanzada

Coagulograma: tiempo de protrombina prolongado, indicado por un aumento de la relación normalizada internacional (RIN), en casos crónicos y avanzados. 

• Urea, electrolitos y función del hígado: puede haber aumento de la urea y la creatinina, hiperglobulinemia e hipoalbuminemia puede estar presente en la esquistosomiasis crónica y avanzada.

• La serología: puede ser diagnóstica en los pacientes en los que los huevos no están presentes, como en los pacientes con síndrome de Katayama

La biopsia del recto o la vejiga para la identificación de los huevos puede llevarse a cabo si no se hallan huevos en las heces o la orina, pero se sigue sospechando la esquistosomiasis.
  
Radiología

• Radiografía de tórax: infiltrados pulmonares; son comunes en los casos agudos (síndrome de Katayama).

• Ecografía abdominal: puede establecer el compromiso del hígado y el bazo en la esquistosomiasis intestinal.

La ecografía pélvica: puede establecer el compromiso de la vejiga, el uréter, y la patología renal en la esquistosomiasis urinaria.


El estándar de oro para el diagnóstico de esquistosomiasis, aunque con ciertas limitaciones, sigue siendo el examen microscópico de las excretas (heces, orina). Los huevos de esquistosoma son fáciles de detectar e identificar en el microscopio debido a su tamaño característico y su forma, con una espícula lateral o terminal. Antes de buscar los huevos hay que esperar por lo menos 2 meses desde el último contacto con agua dulce conocido, ya que la infección requiere ese tiempo para empezar a producir los huevos.

S. mansoni, S. japonicum S, mekongi y S. intercalatum (esquistosomiasis intestinal) se diagnostican al observar incluso 1 solo huevo en el frotis grueso de muestras de sangre o de heces (2-10 mg) con o sin suspensión en solución salina. La medida en que se dispersan los huevos varía y en algunos pacientes para hacer un diagnóstico pueden ser necesarias hasta 3 muestras. En los pacientes con infecciones leves, como los que vuelven de un viaje, la utilización de técnicas con formalina para la sedimentación y la concentración puede aumentar el rendimiento diagnóstico. Cuando la intensidad de la infección es elevada, el examen en gota gruesa de las heces (de Kato-Katz) con baciloscopia, recomendado por la OMS para la esquistosomiasis intestinal, es rápido, sencillo, barato y es ampliamente utilizado en estudios de campo; requiere de 40 a 50 mg de heces y tiene una especificidad del 100%, pero su sensibilidad varía con la prevalencia y la intensidad de la infección, como así con el número de muestras de heces recogidas y de frotis preparados para el examen microscópico. Por ejemplo, un estudio diagnóstico mostró que la sensibilidad aumentó de 85% con 1 muestra de heces a 100% con 4 muestras, mientras que otro estudio mostró que la sensibilidad aumentó de 70% para 1 frotis a 92% con 4 frotis. Varios estudios poblacionales han mostrado que la carga media de huevos se correlaciona con la gravedad de la enfermedad.
 
Sin embargo, no es necesario cuantificar la carga de los  huevos para proporcionar atención clínica. Los huevos de S. haematobium se liberan en la orina y son detectados por microscopía en una muestra de orina concentrada por sedimentación, centrifugación o filtración y puesta luego sobre un papel o filtro de nitrocelulosa. Para conseguir el máximo de excreción de huevos, las mejores muestras son las que se recogen entre las 10 y las 14 horas. El auto reporte de hematuria y el hallazgo de microhematuria en tiras reactivas indica una posible infección en personas que viven en zonas endémicas.

Se han desarrollado estudios de PCR específicos y muy sensibles para detectar el ADN del esquistosoma en las heces o en el plasma y suero. Este enfoque permite proporcionar una prueba diagnóstica de esquistosomiasis en todas las fases de la enfermedad clínica, incluida la capacidad de diagnosticar el síndrome de Katayama y la enfermedad activa, y también para la evaluación del tratamiento. En los trabajadores de la salud pública de China se han utilizado pruebas de incubación de miracidios, para descartar la infección por S. japonicum. Los huevos son concentrados mediante la colocación de las heces en una bolsa de tejido de nylon suspendidas en agua destilada. Los miracidios que salen se visualizan macroscópicamente, y su presencia diagnostica la infección. En pacientes con una presentación clínica típica de esquistosomiasis pero sin huevos detectables en la orina o las heces se puede hacer una biopsia de la mucosa de la vejiga o el recto.

Los métodos indirectos para el diagnóstico de infección por esquistosoma utilizando marcadores de morbilidad clínica, subclínica o bioquímicos no son específicos dado a la presentación generalizada de la esquistosomiasis. Los métodos indirectos actuales incluyen la evaluación clínica del paciente junto con la ecografía, la biopsia hepática, y el examen histológico y con marcadores bioquímicos posterior.

Los estudios de casos han sugerido que hay pruebas adicionales de laboratorio que pueden ayudar al diagnóstico como la búsqueda de eosinofilia en sangre periférica, anemia (ferropénica, de las enfermedades crónicas o macrocítica), hipoalbuminemia, uremia y creatininemia e hipergammaglobulinemia. En algunos pacientes aparece esplenomegalia con pancitopenia. Los marcadores bioquímicos séricos de fibrosis hepática (pro-péptidos de colágeno tipo III y IV, fragmento P1  de laminina, ácido hialurónico, fibrosina, factor de necrosis tumoral α R-II y sICAM-1) tienen el potencial de proporcionar un método altamente sensible y rentable para la evaluación de la fibrosis inducida por los esquistosomas. En algunos pacientes con coinfección (por ej., con el virus de la hepatitis) puede ser necesaria una biopsia hepática. También se puede sospechar la esquistosomiasis por el aspecto característico de los órganos abdominales en las imágenes.
 
En algunas circunstancias específicas, pueden ser útiles los anticuerpos, pero su aplicación es limitada. Una prueba serológica positiva puede ser diagnóstica en los pacientes que no están excretando huevos, como aquellos con síndrome de Katayama. Las pruebas serológicas pueden ser útiles en estudios de campo para definir las regiones de baja endemia, donde los pacientes tienen una carga de huevos baja, y también pueden ser útiles para determinar si la infección ha reaparecido en una región después de que se ha aplicado con éxito un programa de control. Es importante para el diagnóstico en los viajeros. Los equipos de inmunodiagnóstico comercialmente disponibles son menos sensibles que varios exámenes de heces y menos específicos debido a los anticuerpos de reactividad cruzada con antígenos de otros
helmintos.

La mayoría de las técnicas detectan IgG, IgM, o IgE contra el antígeno soluble del gusano o del huevo mediante la prueba de enzimoinmunoensayo (ELISA), la hemaglutinación indirecta o la immunofluorescencia. También se ha desarrollado un análisis ELISA equivalente al antígeno del huevo para el antígeno de la cercaria.

Otra técnica prometedora es la detección del gusano adulto en la circulación o de los antígenos del huevo marcados con anticuerpos monoclonales o policlonales, en suero, orina o esputo, la que eventualmente puede sustituir a los métodos diagnósticos tradicionales. También existe en el comercio un test diagnóstico consistente en una cinta catódica para el antígeno circulante en la orina.

Los estudios de vigilancia de corte transversal y las encuestas han demostrado que el antígeno catódico circulante puede ser útil para el cribado de las infecciones por S. haematobium y S. mansoni  en el campo, pero, hasta la fecha, no parece tener suficiente sensibilidad y especificidad para un diagnóstico definitivo.

¿Cómo se trata la esquistosomiasis?

Praziquantel

Ensayos controlados y aleatorizados han demostrado que el praziquantel, un derivado de la pirazinoisoquinolina es un medicamento oral seguro y eficaz, activo contra todas las especies de esquistosomas. El fármaco se absorbe bien pero sufre un primer paso de eliminación intenso en el hígado. Es secretado en la leche materna y se metaboliza en el hígado, y sus metabolitos (que son inactivos) se excretan en la orina. El fármaco actúa dentro de 1 hora de la ingestión, aunque se desconoce su acción precisa sobre los gusanos adultos. Estudios de laboratorio han demostrado que el praziquantel causa contracciones tetánicas y vacuolas tegumentarias provenientes de los gusanos que se desprenden de las paredes de las venas y mueren. Los canales de los iones de calcio de los esquistosomas se han identificado en forma indirecta como el blanco molecular del praziquantel. En los modelos animales es muy importante la presencia de anticuerpos del huésped para su eficacia.

Ensayos controlados y aleatorizados han demostrado que para S. japonicum y S. mekongi. también son efectivos los regímenes de 60 mg/kg de praziquantel por vía oral, en dosis divididas durante 1 día (3  dosis de 20 mg/kg cada 4 horas o 2 dosis de 30 mg/kg cada 4-6 horas). Para S. mansoni, S. haematobium, y S. intercalatum, son efectivos 40 mg/kg por vía oral en dosis divididas durante 1 día (2 x 20 mg/kg cada 4 horas).

 Sin embargo, en estudios epidemiológicos y programas de control preventivo de la población mediante quimioterapia se utiliza una sola dosis de 40 mg/kg. Se puede alcanzar una eficacia de 95-100% con la repetición del tratamiento a las 4-6 semanas, siendo aconsejable esta segunda dosis, especialmente si la eosinofilia y el título de anticuerpos son elevados y persisten después del tratamiento primario. El praziquantel tiene pocos efectos secundarios: náusea transitoria, mareos, erupción cutánea y prurito, los que se consideran asociados más a la muerte del gusano que al medicamento mismo. Se puede utilizar para tratar a niños de corta edad (>4 años) y mujeres embarazadas, interrumpiendo la lactancia materna en el momento del tratamiento y las 72 horas siguientes. En los pacientes con esquistosomiasis concurrente con cisticercosis por Taenia solium, el praziquantel puede causar lesiones irreparables en los ojos, debido a la muerte de los parásitos Taenia en la región ocular, y también puede inducir convulsiones y/o infarto cerebral debido a la reacción inflamatoria intensa que puede iniciarse por la muerte de los quistes de Taenia.
 
Los estudios experimentales en ratones de laboratorio han indicado, con un poco de controversia, que en África puede estar apareciendo resistencia al praziquantel, por la fuerte exposición al fármaco, pero donde también hay informes preocupantes de resistencia de las infecciones por S. mansoni y S. haematobium. Las pruebas de laboratorio sugieren que los gusanos esquistosomas resistentes al fármaco pueden tener una arquitectura tegumentaria alterada que podría limitar su eficacia. Hasta ahora, sin embargo, en muchas comunidades los pacientes han sido objeto de múltiples cursos de tratamiento durante un período de 10 o más años sin pérdida demostrable de la eficacia. Debido a que la reproducción del gusano en el huésped mamífero es sexual y el tiempo de generación es relativamente largo, es probable que pasen muchos años antes de que la resistencia se convierta en un problema clínico y de salud pública importante. Sin embargo, en el futuro no se puede descartar la resistencia contra el praziquantel y es necesario continuar la investigación para desarrollar fármacos alternativos, como el 4-fenil-1,2,5-oxadiazol-3-carbonitrilo-2-óxido, un compuesto nuevo que inhibe una enzima importante del parásito, la tiorredoxina glutatión reductasa.
 
Tratamiento adyuvante

Los corticosteroides (por ej., la prednisona en dosis de 1,5-2,0 mg/kg/día durante 3 semanas) se utilizan para tratar el síndrome de Katayama dentro de los 2 meses de haber tenido contacto con el agua dulce y para el tratamiento de la encefalopatía de la esquistosomiasis durante el estado de puesta de huevos. En la neuroesquistosomiasis, los corticosteroides y los anticonvulsivos pueden ser necesarios como adyuvantes del praziquantel, bajo una atención especializada. Los corticosteroides ayudan a aliviar las reacciones alérgicas agudas y prevenir los efectos causados por la masa inflamatoria granulomatosa excesiva en el sistema nervioso central. Los anticonvulsivos se usan para tratar las convulsiones provocadas por la esquistosomiasis cerebral, pero rara vez su uso está indicado durante toda la vida. La cirugía debe ser preservada para determinados pacientes, como aquellos que tienen signos de compresión medular o que se deterioran a pesar del tratamiento clínico. Para tratar la hidrocefalia y la hipertensión endocraneana de la esquistosomiasis cerebral se requiere la realización de una derivación ventriculoperitoneal y corticosteroides.

Otros agentes antiparasitarios

Otros medicamentos utilizados para tratar la esquistosomiasis son la oxamniquina para S. mansoni y el metrifonato para S. haematobium, pero no es eficaz contra S. japonicum. Un estudio aleatorizado reciente de etiqueta abierta de mefloquina-artesunato mostró una eficacia prometedora contra S. haematobium pero se requiere más investigación al respecto. El praziquantel no se puede utilizar para la uimioprofilaxis debido a su vida media corta (1-1,5 horas) y porque no puede matar las esquistosómulas (larvas migratorias) que tienen 3-21 días de edad. Artemeter es eficaz contra los esquistosomas menores durante los primeros 21 días de la infección en los animales y los seres humanos y, si se administra cada 2 semanas, debe matar a todas las  esquistosómulas inmaduras. Se ha utilizado como quimioprofilaxis en las zonas de  esquistosomiasis endémica para las personas en alto riesgo de infección, tales como los socorristas en inundaciones y los pescadores en China. La dosis requeridas son más bajas que para el tratamiento de la malaria, pero es poco probable que el artemeter sea utilizado  rutinariamente en las regiones donde la malaria es endémica, debido al riesgo de selección del Plasmodium falciparum resistente a la cloroquina. Ensayos controlados y aleatorizados han demostrado que el tratamiento combinado de artemeter y praziquantel es seguro y consigue mayores tasas de reducción del gusano que el praziquantel solo. Sin embargo, un estudio aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo, que evaluó una combinación de quimioterapia contra la esquistosomiasis japonesa aguda en China no ha demostrado mejorar la eficacia terapéutica en comparación con el praziquantel solo. El tratamiento estándar con praziquantel también fue más eficaz que el artesunato con sulfaleno más pirimetamina en el tratamiento de niños con infección por S. mansoni en el oeste de Kenya. No está claro si la terapia combinada basada en artemeter tiene un papel en el tratamiento de la esquistosomiasis.

¿Cuáles son los retos del futuro?
El reto para los investigadores que tienen como objetivo mejorar el diagnóstico y el manejo de la esquistosomiasis será encontrar la manera de responder a los cambios del medio ambiente y la amenaza de la resistencia al praziquantel. Se necesita el desarrollo de procedimientos de diagnóstico nuevos que sean sencillos, rápidos y capaces de diagnosticar las infecciones leves (por ej., pruebas con varilla graduada y ensayos basados en PCR), como así fármacos que actúen eficazmente sobre los esquistosomas adultos y las larvas, y vacunas dirigidas contra el huésped humano o, en el caso de S. japonicum o S. mekongi, contra el huésped animal.

La clave para el control prolongado y sostenido de la esquistosomiasis es tener un enfoque integrado para su manejo, que ofrezca el tratamiento junto con las medidas para reducir la transmisión, controlando los caracoles (destrucción local de los caracoles y modificación del medio ambiente), y brindando educación, promoción sanitaria y, vacunación.

Nitazoxanida en la enfermedad intestinal por E. histolytica

Es efectiva en niños y adultos para el tratamiento de la amebiasis intestinal invasiva Autor/a: Dres. Rossignol JF, Kabil SM, El-Gohary Y, Younis AM Trans R Soc Trop Med Hyg. 2007 Oct;101(10):1025-31. Epub 2007 Jul 20

Introducción

La amebiasis –una enfermedad parasitaria causada por Entamoeba histolytica– es la tercera causa de enfermedades parasitarias luego de la malaria y la esquistosomiasis. Es frecuente en países en vías de desarrollo y constituye un riesgo para la salud para las personas que viajan.

El 90% de las infecciones por E. histolytica se presenta como colonizaciones asintomáticas del tracto gastrointestinal. La enfermedad sintomática puede aparecer como diarrea transitoria hasta casos más graves de colitis fulminante, con manifestaciones que pueden incluir las del síndrome disentérico, megacolon tóxico y peritonitis hasta la enfermedad extraintestinal, cuya manifestación más frecuente es el abceso hepático o la amebiasis hepática. Hasta la fecha no se conocen por completo los factores involucrados en la invasividad de E. histolytica.

Para el diagnóstico de la infección es importante diferenciarla de la producida por E. dispar. Las pruebas serológicas para detectar anticuerpos contra E. histolytica pueden realizarse mediante hemaglutinación indirecta (IHA [indirect haemagglutination assay]) o por inmunoelectroforesis de contracorriente. El enzimoinmunoanálisis (ELISA) basado en antígenos también es sensible y específico para su diagnóstico en materia fecal pero se requieren muestras frescas o congeladas. Las técnicas de reacción en cadena de la polimerasa resultan poco prácticas en la mayor parte del mundo.

El tratamiento de la amebiasis sintomática, tanto intestinal como extraintestinal, comprende el empleo de metronidazol u otro nitroimidazólico seguido de un amebicida con actividad en la luz intestinal como iodoquinol, paromomicina o furoato de diloxanida. Respecto de la infección asintomática, dado el riesgo de transmisión y de la gravedad de la enfermedad invasiva, se recomienda su tratamiento con un agente de acción local.

La nitazoxanida (NTZ) tiene actividad contra bacterias anaerobias, parásitos y virus y ha sido aprobada en los EE.UU. para el tratamiento de la diarrea y enteritis por Cryptosporidium spp y Giardia lamblia y se evalúa su empleo para la infección por Clostridium difficile, la gastroenteritis por rotavirus y norovirus y la hepatitis C crónica.

Los estudios in vitro mostraron que la NTZ y su metabolito activo –la tizoxanida– son al menos tan potentes como el metronidazol frente a cepas de E. histolytica sensibles a este agente y mantienen la actividad contra cepas resistentes o poco sensibles a metronidazol.

Los autores realizaron 2 estudios aleatorizados, a doble ciego y controlados con placebo de NTZ para el tratamiento de la diarrea y enteritis asociadas con E. histolytica como único patógeno entérico. Efectuaron un estudio en adultos y otro en niños y también publicaron los resultados de 17 pacientes con amebiasis hepática tratados con NTZ.


Materiales y métodos


Un estudio incluyó participantes ≥ 12 años tratados con tabletas de NTZ y, el otro, niños de entre 1 y 11 años que recibieron una suspensión oral del mismo agente. El objetivo fue evaluar la efectividad de la droga para el tratamiento de la diarrea y enteritis por E. histolytica (quistes o trofozoítos de E. histolytica y dispar observados en materia fecal con microscopio y ELISA+ para E. histolytica). Se empleó un control con placebo. Los pacientes en los que los síntomas se agravaron, como presencia de sangre en materia fecal, fueron separados del estudio para recibir tratamiento de rescate.

El criterio de valoración principal de los estudios fue la respuesta clínica registrada a los 7 días en la visita de seguimiento, que fue clasificada como buena (ausencia de síntomas, de diarrea acuosa y no más de 2 deposiciones blandas, y ausencia de hematoquecia en las últimas 24 horas y de síntomas y materia fecal blanda en las últimas 48 horas) o persistencia de la enfermedad. El criterio de valoración secundario residió en la respuesta microbiológica definida como erradicación (ausencia de quistes o trofozoítos de E. histolytica en 2 muestras de materia fecal recolectadas entre los días 7 y 10 del estudio) o persistencia.

Fueron evaluados para la inclusión en el estudio los pacientes que consultaron por diarrea en la clínica ambulatoria del Benha University Hospital o el University Hospital de Alejandría, en Egipto. Los participantes presentaban diarrea (≥ 3 deposiciones no formadas por día), ≥  1 síntoma digestivo (dolor abdominal, náuseas, vómitos, flatulencia), trofozoítos de E. histolytica/dispar identificados en materia fecal mediante microscopia y ELISA+ en materia fecal para E. histolytica. Los criterios de exclusión abarcaron la presencia de otros patógenos intestinales, embarazo o lactancia, empleo de drogas con actividad contra protozoos en las 2 semanas previas y pacientes con sida u otros trastornos inmunológicos.

Los pacientes ≥ 12 años recibieron una tableta de 500 mg de NTZ o placebo 2 veces por día, durante 3 días consecutivos; en tanto que los participantes entre 4 y 11 años fueron tratados con 10 ml de la suspensión de NTZ 100 mg/5 ml o placebo, 2 veces por día, durante 3 días y los pacientes de entre 1 y 3 años, 5 ml de esta suspensión o placebo 2 veces por día, por 3 días. El fármaco debía tomarse junto con las comidas. Los pacientes debían registrar diariamente la frecuencia y consistencia de la materia fecal y otros síntomas. Además de la medicación, los participantes recibieron terapia de rehidratación junto con indicaciones para el correcto manejo metabólico y nutricional de la diarrea.

El día 7, los pacientes debían concurrir a la clínica para una evaluación. Se tomaron muestras de materia fecal: 2 al menos con 24 horas de diferencia entre los días 7 y 10, y una tercera muestra en el día 14, que fueron examinadas mediante microscopio, incluyendo una prueba de ELISA para E. histolytica.

Los pacientes que consultaron en el University Hospital de Alejandría fueron evaluados para ser incluidos en un estudio no controlado sobre el tratamiento de la amebiasis hepática con NTZ. Los criterios de inclusión comprendieron fiebre, dolor abdominal, hepatomegalia, serología reactiva para E. histolytica por IHA y masa única hipoecoica hepática en la ecografía, compatible con abceso. Fueron excluidos aquellos que presentaron abcesos múltiples, con peligro de ruptura inminente y las mujeres embarazadas o en período de lactancia. Los participantes recibieron una tableta de 500 mg de NTZ con las comidas, cada 12 horas, durante 10 días y permanecieron internados durante el tratamiento. La respuesta clínica fue definida como la resolución de los síntomas clínicos de amebiasis invasiva (fiebre, dolor abdominal y hepatomegalia) y de la leucocitosis al final de la terapia, sin recurrencia de la amebiasis hepática hacia el día 30 del estudio. 


Resultados


Entre febrero de 2004 y octubre de 2005, los investigadores examinaron las muestras de materia fecal de 4 587 pacientes sintomáticos. Se observaron quistes o trofozoítos de E. histolytica/dispar en muestras de 5.5% de los pacientes y 3.4% de éstas fueron confirmadas mediante prueba de ELISA. Ambos estudios abarcaron 100 pacientes que cumplieron los criterios de inclusión. Dos participantes tratados con tabletas (ambos del grupo placebo) no concurrieron al seguimiento y se consideraron fracasos terapéuticos de acuerdo con el protocolo.

Para el criterio principal de análisis (exclusión de pacientes sin quistes o trofozoítos de E. histolytica en la muestra inicial y sujetos con otros patógenos), las tasas de respuesta por grupo de tratamiento fueron 94% de respuesta clínica en el grupo activo frente a 50% en el grupo placebo (p < 0.001) y 94% de respuesta microbiológica con tratamiento activo frente a 43% con placebo (p < 0.001). La correlación entre la respuesta clínica y microbiológica fue casi perfecta en los grupos con NTZ, con 30 de 32 pacientes con respuesta clínica libres de quistes o trofozoítos de E. histolytica en las muestras de materia fecal de los días 7 a 10. Doce de los 15 fracasos clínicos en los grupos tratados con placebo presentaban E. histolytica en la muestra de materia fecal de seguimiento y 10 de los 15 pacientes con respuesta clínica en los grupos placebo resultaron negativos para el parásito en las muestras de los días 7 a 10. Uno (2%) de los 47 pacientes con respuesta clínica en el grupo que recibió NTZ presentó E. histolytica en la muestra de materia fecal del día 14, que señaló reinfección o respuesta incompleta al tratamiento. El resto de los 46 pacientes con respuesta clínica persistieron negativos para E. histolytica hacia el día 14 de estudio. El 17% de los 23 pacientes con respuesta microbiológica en el grupo tratado con placebo presentó E. histolytica en la muestra de materia fecal del día 14.

Durante el seguimiento, 14 pacientes refirieron 1 o más efectos adversos, independientemente de la causa; éstos abarcaron somnolencia (4 NTZ), dolor abdominal (2 NTZ, 1 placebo), cefalea (2 NTZ, 1 placebo), fatiga (1 NTZ, 1 placebo), orina amarillenta (1 NTZ, 1 placebo), náuseas (1 placebo), vómitos (1 placebo) y dispepsia (1 NTZ). En general, los efectos adversos fueron leves y transitorios y ninguno requirió la interrupción del tratamiento.

Por otro lado, fueron incluidos en el estudio de amebiasis hepática 17 adultos (14 de sexo masculino), con una media de edad de 29 años y peso corporal medio de 63.8 kg. Cada uno de los pacientes presentó fiebre, dolor abdominal y hepatomegalia y en la ecografía mostraron una única masa hipoecoica hepática compatible con abceso. La serología para E. histolytica (IHA) mostró títulos elevados en los 17 casos y se comprobó leucocitosis en el 71% de los pacientes. Se identificó E. histolytica en la materia fecal de un solo paciente antes del tratamiento. Los 17 participantes respondieron a la terapia, con resolución de los síntomas antes del final del estudio. Antes del quinto día de tratamiento, la temperatura era < 37.5º C en el 82% de los casos y, al final del tratamiento, ninguno de los pacientes presentaba fiebre. La leucocitosis también se resolvió en todos los participantes hacia el día 10 de estudio. Ninguno de los pacientes tuvo complicaciones 20 días posteriores al tratamiento, tampoco abandonaron la terapia ni requirieron aspiración de material purulento del hígado. Las muestras de materia fecal recolectadas en los días 10 y 30 fueron negativas para E. histolytica en los 17 pacientes. No se informaron eventos adversos.


Discusión


Los estudios aquí presentados muestran la efectividad de la NTZ en el tratamiento de la enfermedad invasiva del tracto intestinal y el hígado causada por la infección con E. histolytica. Además, mostraron la efectividad de la NTZ para eliminar E. histolytica del tracto intestinal. Un esquema de 3 días con NTZ podría reemplazar tratamientos más prolongados de metronidazol seguido por un amebicida de acción luminal. En caso de enfermedades más graves, la duración del tratamiento puede extenderse más de 3 días.

En muchos casos no puede realizarse el diagnóstico de infección por E. histolytica debido a tiempo, costos o carencia de métodos diagnósticos confiables. En estos casos, concluyen los autores, el tratamiento empírico con NTZ sobre la base del diagnóstico clínico puede ser una opción apropiada.