domingo, 7 de julio de 2024

Infección congénita por citomegalovirus

 Autor/a: Carolyn M. Jenks, Stephen R. Hoff, Leena B. Mithal Neoreviews (2021) 22 (9): e606e613.

Epidemiología

El citomegalovirus (CMV) es un miembro de la familia de herpesvirus y es altamente prevalente, infectando a la mayoría de las personas en todo el mundo en la niñez o la edad adulta temprana.1 La prevalencia entre mujeres en edad reproductiva se estima que es del 58% al 79% en América del Norte y 86% a nivel mundial.2,3

Como resultado, el CMV congénito (CMVc) es la infección intrauterina vista más común,4 con una incidencia de aproximadamente 0,5% a 1,3% en los Estados Unidos5,6 y más alta en los países en desarrollo, lo que resulta en alrededor de 20.000 a 30.000 bebés infectados con CMVc en los Estados Unidos cada año.

La transmisión intrauterina del CMV ocurre durante una infección materna primaria o una infección no primaria en mujeres embarazadas seropositivas que resulta de la reactivación del virus latente o de la infección con una cepa diferente; el tipo de infección materna tiene un impacto diferente en los lactantes afectados (Tabla 1). La infección materna primaria confiere un 40% de riesgo de transmisión al feto, mientras que la infección no primaria conlleva un riesgo del 0,5% al 2%. Dada la alta tasa de seropositividad materna, la mayoría de las infecciones por CMVc resulta de infecciones maternas no primarias.7

Los estudios sugieren que las manifestaciones severas en los bebés, incluyendo los déficits neurológicos, es más probable que resulten de la infección congénita posterior a una infección materna primaria, pero las manifestaciones también pueden ocurrir después de una infección no primaria.8,9 Estudios previos han demostrado que aproximadamente 10% a 15% de los bebés con CMVc por infección primaria materna son sintomáticos al nacer y el 25% presenta secuelas a los 2 años. Luego de una infección materna no primaria, menos del 1% de los lactantes con CMVc se espera que sean sintomáticos al nacer y el 8% tendrá secuelas a los 2 años de edad. Sin embargo, un meta-análisis reciente no halló diferencias en la tasa de manifestaciones sintomáticas en infecciones maternas primarias y no primarias (odds ratio agrupado de CMVc sintomático: 0,83, intervalo de confianza del 95%: 0,55–1,27), lo que sugiere que se necesita más recopilación de datos.10

La infección materna en la primera mitad del embarazo se asocia con un menor riesgo de transmisión al feto, pero el riesgo de secuelas graves aumenta si la infección congénita ocurre durante este período. A pesar de los datos epidemiológicos disponibles y dada la sensibilidad limitada y el valor predictivo positivo de las imágenes prenatales, es difícil pronosticar qué bebés tendrán secuelas de CMVc. Esto pone de manifiesto la necesidad de seguir investigando en esta área.

Para prevenir el CMVc, pueden seguirse medidas preventivas para embarazadas, incluyendo las precauciones estándar (higiene de manos) y limitando el contacto con la saliva de otras personas. No existe una prueba de detección de CMV recomendada universalmente en el embarazo y, hasta la fecha, no hay una intervención comprobada para disminuir la transmisión al feto. Esfuerzos de prevención que están actualmente en estudio incluyen la inmunoglobulina específica para CMV11,12,13,14 (que no ha mostrado resultados de prevención beneficiosos reproducibles), antivirales15,16 (en el caso de infección reconocida por CMV durante el embarazo), y lo que es más importante, el desarrollo de vacunas contra el CMV.17

Manifestaciones clínicas

Las manifestaciones clínicas del CMVc van desde la ausencia de cualquier secuela a corto o largo plazo a la afectación multisistémica.

Los síntomas del CMVc en el recién nacido incluyen cualquiera de los siguientes: anomalías del sistema nervioso central (microcefalia, malformaciones corticales, ventriculomegalia, calcificaciones periventriculares y/o quistes germinales), hipoacusia neurosensorial (HNS), coriorretinitis, hepatoesplenomegalia, transaminitis, hiperbilirrubinemia directa, petequias/trombocitopenia y restricción del crecimiento intrauterino (RCIU). Los pacientes con HNS identificados poco después del nacimiento sin ninguna otra manifestación clínica se clasifican como un subgrupo de infección asintomática. Un 5% a 15% adicional de los lactantes con CMVc que son asintomáticos al nacer y sin HNS desarrollarán secuelas de inicio tardío, siendo la más común la HNS.

Dado que la HNS es la secuela más frecuente del CMVc, no sorprende que el CMVc sea la causa no genética más común de pérdida auditiva en niños, representando alrededor de una cuarta parte de los casos. La HNS ocurre en el 20% al 65% de los bebés con CMVc sintomático y en el 6% al 25% de los bebés con CMVc asintomático (esto incluye bebés con HNS aislada poco después del nacimiento y aquellos pacientes que desarrollan HNS de inicio tardío).18,19 La pérdida auditiva varía de leve a profunda, puede ser unilateral o bilateral, y puede ser estable, progresiva o fluctuante. Para los bebés afectados con HNS, la pérdida rara vez mejora con el tiempo y la mayoría de los niños con HNS (tanto sintomáticos como asintomáticos) finalmente tienen progresión de la pérdida.20,21,22

El inicio de la pérdida auditiva puede retrasarse y ocurrir durante los primeros años de vida.19,20 Además, los pacientes afectados que presentan pérdida auditiva unilateral tienen un alto riesgo de desarrollar HNS en el oído contralateral. Entre los casos sintomáticos de CMVc, RCIU, petequias, microcefalia y hallazgos anormales en las neuroimágenes se asocian con HNS.23,24,25,26 Entre los lactantes asintomáticos con CMVc, la prematuridad y el bajo peso al nacer se asocian con HNS.18,27,28 No existe un método confiable para predecir qué niños con CMVc desarrollarán HNS.

La morbilidad a largo plazo en pacientes con CMVc resulta de la discapacidad neurológica e incluye parálisis cerebral, deficiencias motoras/cognitivas y trastornos convulsivos.  Además, puede ocurrir discapacidad visual, tanto por manifestaciones oculares como por ceguera cortical. La mortalidad entre los lactantes con CMVc sintomático en los Estados Unidos se estima en menos del 5%.29,30

Tamizaje y diagnóstico

Las pruebas para CMVc deben realizarse dentro de las primeras 3 semanas después del nacimiento para distinguir la infección congénita de la adquirida después del nacimiento (adquisición a través de la saliva o la leche materna). La infección posnatal por CMV no tiene la misma constelación de síntomas o riesgo de pérdida auditiva que el CMVc,31 aunque el CMV postnatal puede causar enfermedad clínica, particularmente en bebés prematuros.32 Así, los dilemas de diagnóstico y tratamiento se pueden evitar con pruebas neonatales tempranas para CMV. Los programas de detección pueden ser dirigidos (es decir, solo evaluar a los recién nacidos con signos o síntomas sospechosos de infección por CMVc) o universales (es decir, evaluar a todos los recién nacidos).

Detección dirigida

En este momento, la detección dirigida para CMVc es cada vez más común en los Estados Unidos. En este enfoque, los recién nacidos con anomalías sospechosas de CMVc se analizan para CMV. Aunque algunos recién nacidos diagnosticados a través de la detección no cumplirán con los criterios para el tratamiento antiviral, las pruebas dirigidas de rutina permiten a los recién nacidos que son diagnosticados con CMVc someterse a una evaluación completa (imágenes cerebrales, pruebas de laboratorio y examen oftalmológico).

Después de una evaluación completa, el médico puede evaluar si el tratamiento está indicado y, de ser así, iniciar la terapia dentro del plazo adecuado. Además, los bebés con CMVc que no califican para el tratamiento antiviral después del nacimiento pueden ser monitoreados adecuadamente (ej., pruebas audiológicas repetidas) y pueden tener la oportunidad de inscribirse en ensayos clínicos. Las implicaciones éticas de este enfoque específico han sido revisadas previamente.33

El cribado dirigido a la audición para CMVc se centra en los bebés que tienen una prueba de audición anormal durante la hospitalización del recién nacido.34

Muchos estados tienen una legislación que exige a los hospitales que proporcionen a los padres de bebés que fallan en su examen auditivo información sobre el CMVc y la oportunidad para testearlo. Algunos sistemas de salud tienen políticas para pruebas reflexivas de CMVc en recién nacidos que fallan en las pruebas auditivas antes del alta hospitalaria. Algunos estados tienen legislación que exige la prueba de CMVc en recién nacidos con sospecha de deficiencia auditiva como resultado del cribado auditivo de rutina del recién nacido. En general, los padres encuestados parecen apoyar la detección neonatal sistemática para CMV.35 El cribado dirigido para CMVc en bebés con deficiencia auditiva es particularmente útil porque la ausencia de otras anomalías encontradas en pacientes con CMVc sintomático no descartan al CMVc como posible causa de la pérdida auditiva.

Algunos expertos abogan por que los médicos investiguen causas adicionales de pérdida auditiva entre los pacientes con prueba de audición fallida y un diagnóstico de CMVc para identificar causas superpuestas de pérdida auditiva. Las causas genéticas de pérdida auditiva se han informado en un pequeño porcentaje de esta población.36,37 El descubrimiento de una posible causa adicional de pérdida auditiva puede afectar el análisis de los posibles riesgos y beneficios del tratamiento antiviral para CMVc, particularmente si el bebé no tiene otras manifestaciones de CMVc.

La detección dirigida ampliada es otro enfoque mediante el cual se realiza la prueba para CMVc en bebés que tienen hallazgos consistentes con CMVc (diferentes a la HNS) incluyendo trombocitopenia/petequias, hiperbilirrubinemia conjugada, hepatoesplenomegalia, hepatitis, RCIU, pequeño para la edad gestacional, microcefalia, erupción consistente con CMVc, ecografía cerebral anormal con ventriculomegalia inexplicable o calcificaciones periventriculares.

La detección dirigida tiene 2 aspectos clave que pueden optimizar el diagnóstico oportuno de CMVc:

  1. Detección antes del alta hospitalaria del recién nacido, si es posible (reconociendo que, en el caso del screening auditivo, un subconjunto de pruebas de audición neonatal puede fallar y que repetir la prueba semanas después del nacimiento podría ser normal).
     
  2. Consideración del CMVc y detección temprana en la UCIN, antes de las 3 semanas de edad, incluso en recién nacidos prematuros.


Detección universal

El CMV congénito es una de las principales causas de discapacidad infantil y tiene una incidencia notablemente más alta que los trastornos que están actualmente incluidos en los programas de tamizaje neonatal.38

Sin embargo, el CMV no está incluido actualmente en ningún programa estatal de evaluación de recién nacidos.

El cribado auditivo universal para recién nacidos mejoró la detección temprana de la HNS y aumentó la identificación temprana de lactantes con CMVc; sin embargo, una proporción significativa de bebés con CMVc se pierden porque la pérdida auditiva puede presentarse más allá del período neonatal.39 Esto proporciona una justificación para la detección universal del CMV en recién nacidos,38,40,41,42 lo que conduciría a un diagnóstico rápido y a una evaluación completa de todos los lactantes con CMVc. Este enfoque universal identificaría a los niños que necesitan un seguimiento audiológico y del desarrollo prospectivo para detectar manifestaciones de aparición tardía.

Además de los resultados de salud y los beneficios para la calidad de vida, un estudio de análisis de costos concluyó que la detección universal para CMVc sería rentable y resultaría en ahorros netos de atención en salud.43 Aunque el foco debe permanecer en los lactantes sintomáticos que se benefician con el tratamiento, la detección universal también permitiría a las familias con bebés afectados tomar decisiones informadas sobre las opciones de tratamiento disponibles. Las opciones para un enfoque de detección universal incluyen la detección en todos los neonatos durante la hospitalización por nacimiento o programas de detección neonatal basados en departamentos de salud pública; las modalidades de prueba específicas se discuten a continuación.

Pruebas de diagnóstico

El estándar de oro histórico para la detección del CMV a través del cultivo ha sido reemplazado con pruebas de reacción en cadena de ADN polimerasa (PCR) en muestras de orina, saliva o sangre.

En comparación con el cultivo viral, la PCR proporciona resultados más rápidos, es más sensible y requiere solo 1 muestra. La PCR para CMV en orina es la prueba más sensible y específica. La saliva (hisopado bucal) puede ser una muestra más conveniente para recolectar en recién nacidos y tiene una alta sensibilidad pero una especificidad ligeramente menor.44,45,46 Son posibles los resultados falsos positivos con las muestras de saliva debido a la eliminación viral en madres seropositivas con infección previa por CMV; por lo tanto, las muestras de saliva deben recolectarse 1 a 2 horas después de la lactancia materna para minimizar esta probabilidad.47

La PCR en saliva se usa comúnmente como una prueba de detección en guarderías porque las muestras son fáciles de obtener. Actualmente se están validando plataformas de detección rápida utilizando muestras agrupadas de saliva que pueden ayudar a facilitar un diagnóstico expedito.48,49 Se debe confirmar un resultado positivo de PCR en saliva con una prueba repetida (preferiblemente PCR en orina).

En lactantes con CMVc, la PCR en orina seguirá siendo positiva durante meses, pero la ventana para el diagnóstico definitivo de infección congénita es un resultado positivo de PCR en orina dentro de las primeras 3 semanas después del nacimiento; un resultado positivo de PCR en orina más allá de este período podría también ser compatible con una infección por CMV adquirida posnatalmente. No hay una función clara para las pruebas de CMV IgG/IgM (anticuerpos) en el lactante porque la presencia de anticuerpos IgG maternos confundirá los resultados, y la prueba de CMV IgM tiene un valor predictivo limitado.

Si la evaluación para CMVc ocurre más allá de las primeras 3 semanas después del nacimiento, puede ser útil la prueba de CMV usando una gota de sangre seca obtenida durante las primeras 3 semanas de edad y almacenada para los programas de evaluación neonatal. Estudios previos han informado una menor sensibilidad de esta prueba, pero estudios más recientes muestran una sensibilidad mejorada, y puede ser apropiada para el diagnóstico retrospectivo en lactantes y niños con sospecha de infección por CMVc.50,51 Las tarjetas con gotas de sangre seca son guardadas actualmente por los departamentos de salud durante períodos variados de tiempo antes de que se desechen y deben solicitarse y recuperarse con permiso de la familia.

Manejo

El pilar del tratamiento antiviral para la enfermedad por CMVc incluye ganciclovir intravenoso y su profármaco oral valganciclovir.

El beneficio del tratamiento se ha demostrado en ensayos clínicos de lactantes sintomáticos con CMVc (definido por la presencia de al menos 1 síntoma de enfermedad de órgano diana relacionado con el CMVc) con inicio del antiviral en el primer mes después del nacimiento. En 1997, un ensayo clínico de fase II informó una mejora en los resultados auditivos después de 6 semanas de ganciclovir en lactantes sintomáticos con CMVc.52

Posteriormente, un estudio de fase III en bebés sintomáticos con CMV con afectación neurológica informó mejores resultados auditivos (evaluados a los 6 meses a 1 año)53 y de secuelas del neurodesarrollo.54 Además, la farmacocinética de valganciclovir oral resultó ser equivalente a ganciclovir intravenoso.55,56 En 2015, un estudio controlado aleatorio de fase III comparó bebés sintomáticos con CMVc que recibieron 6 semanas versus 6 meses de valganciclovir.57

El tratamiento más largo resultó en mejores resultados de audición y puntajes de desarrollo neurológico a los 24 meses de edad.57 El efecto adverso más importante de ganciclovir y valganciclovir es la neutropenia, que es dosis dependiente y reversible. Los efectos secundarios adicionales pueden incluir trombocitopenia, anemia, insuficiencia renal y transaminitis. Teóricamente, este tratamiento podría conllevar un riesgo de teratogénesis, carcinogénesis e infertilidad masculina, que se han observado en estudios con animales.58

Según los datos de ensayos clínicos, se recomienda el tratamiento antiviral en bebés con CMVc sintomático (al menos 1 síntoma de enfermedad de órgano blanco relacionado con CMVc). Cabe destacar que estos ensayos incluyen un bajo número de lactantes con enfermedad levemente sintomática. En 2017, se publicaron recomendaciones de consenso, que recomendaban el tratamiento de lactantes con enfermedad por CMVc con síntomas de moderados a graves, excluyendo pacientes con HNS aislada o enfermedad sintomática leve.59 El CMVc moderado a grave se define como lactantes que presentan múltiples manifestaciones de enfermedad incluyendo trombocitopenia / petequias, RCIU, hepatitis, hepatoesplenomegalia o afectación del sistema nervioso central (microcefalia, anomalías radiográficas clásicas, coriorretinitis).

La HNS se considera como evidencia de compromiso del sistema nervioso central si hay otras anomalías que sugieran enfermedad por CMVc. Un bebé que tiene HNS sin otras aparentes manifestaciones de CMVc se clasifican como con “infección asintomática con HNS aislada.”

La infección por CMVc levemente sintomática incluye lactantes con manifestaciones como un recuento plaquetario bajo aislado que resuelve rápidamente o una transaminitis leve. Idealmente, el diagnóstico de CMVc y la elegibilidad para el tratamiento deben ocurrir en el primer mes después del nacimiento. Si está indicado, el tratamiento debe iniciarse al mes de edad con una duración del antiviral de 6 meses. Un resumen de este enfoque de tratamiento se proporciona en la Tabla 2.

Algunos escenarios clínicos requieren la opinión de expertos y la discusión con las familias para determinar si se debe iniciar el tratamiento antiviral. Factores que influyen en el tratamiento incluyen el espectro/gravedad de la HNS; hallazgos asociados con, pero no patognomónicos para CMVc (tales como lesiones quísticas periventriculares); y confianza en el diagnóstico de CMVc cuando el plazo de prueba está más allá de las 3 semanas de vida.

La consulta con un infectólogo puede ser importante y útil en la interpretación de los datos, para determinar una decisión de tratamiento y asesorar a las familias. Durante las discusiones de toma de decisiones compartidas con las familias sobre el inicio de valganciclovir, los médicos deben ser transparentes sobre el nivel de evidencia, la aplicabilidad en el escenario individual del paciente y los posibles efectos adversos del tratamiento.

La comunidad científica también debe comprometerse a generar datos de alta calidad para guiar el tratamiento basado en la evidencia de los bebés con CMVc. La demora en el inicio de la terapia, el tratamiento de más de 6 meses de duración por enfermedad muy severa, el tratamiento de la HNS aislada o de inicio tardío, y el tratamiento de la enfermedad leve o asintomática están siendo estudiados activamente y podría ser de gran beneficio.60,61,62

Antes de iniciar el tratamiento, la evaluación completa de los bebés con CMVc debe incluir examen físico, hemograma, niveles de bilirrubina y transaminasas, evaluación de la función renal, imágenes cerebrales (ecografía, tomografía computarizada o resonancia magnética, con la ecografía considerada de primera línea para bebés sin síntomas neurológicos o microcefalia), examen oftalmológico y una evaluación audiológica diagnóstica completa.

Los bebés que están recibiendo medicamentos antivirales deben ser monitoreados de cerca con hemogramas frecuentes con recuento diferencial incluyendo recuento absoluto de neutrófilos (típicamente semanal o quincenalmente para el primer mes(es) de tratamiento, luego mensualmente durante la duración del tratamiento), así como control de rutina de las transaminasas y la función renal.

Monitoreo audiológico y terapias para la HNS

La incidencia de la pérdida auditiva progresiva y fluctuante y de aparición tardía requiere vigilancia audiológica continua de todos los pacientes con CMVc.

A pesar de los intentos por identificar los factores de riesgo de pérdida auditiva, no es posible predecir cuáles pacientes con CMVc desarrollarán pérdida de audición de inicio tardío o qué pacientes con pérdida auditiva corren el riesgo de una mayor progresión. La evaluación audiológica debe completarse cada 6 a 12 meses con la consideración de pruebas más frecuentes durante el primer año.22,63 Se recomienda el monitoreo audiológico rutinario hasta la edad de 4 a 6 años en pacientes con CMVc, después de lo cual se puede reanudar el control auditivo habitual (típicamente realizado en la escuela) en aquellos sin pérdida auditiva.19 Los niños con HNS deben someterse a rehabilitación auditiva, con amplificación e intervención temprana en el desarrollo del habla, para optimizar los resultados auditivos y prevenir retrasos en el habla y el lenguaje.

El implante coclear es un tratamiento eficaz para pacientes con HNS severa a profunda y sordera.  Los beneficios del implante coclear están bien establecidos e incluyen la mejora en los umbrales auditivos, la percepción del habla y la expresión del habla.64,65,66,67 En pacientes con CMVc y HNS unilateral, se recomienda el implante coclear temprano en el oído con HNS debido al alto riesgo de progresión de la HNS en el oído contralateral. Esto también ayuda a prevenir un período prolongado de privación auditiva y un mayor retraso en el desarrollo. Los niños con discapacidades adicionales, incluyendo deterioro neurológico, también pueden beneficiarse con el implante coclear.68

Resumen

La infección por CMV es una infección congénita común con un espectro de manifestaciones y morbilidades significativas en un subconjunto de lactantes afectados. Las secuelas de inicio tardío, especialmente la HNS, pueden ocurrir en bebés con CMVc que son asintomáticos o sintomáticos al nacer. Un enfoque de cribado amplio y rápido es fundamental para identificar a los recién nacidos afectados por CMVc para garantizar que se realice una evaluación completa y, cuando corresponda, se inicie el tratamiento con medicamentos antivirales.

La ventana crítica para el diagnóstico oportuno y definitivo es dentro de las primeras 3 semanas después del nacimiento utilizando PCR para CMV en saliva u orina, con una PCR en orina confirmatoria recomendada en el caso de una PCR en saliva positiva. Una evaluación completa de los bebés con CMVc incluye examen físico completo, hemograma, pruebas de función hepática y renal, neuroimágenes, evaluación oftalmológica y pruebas audiológicas.

El tratamiento antiviral puede mejorar la audición final y los resultados del desarrollo neurológico en los bebés sintomáticos con manifestaciones moderadas a severas de CMVc, y actualmente se están realizando estudios activos para entender si otros lactantes con CMVc pueden beneficiarse del valganciclovir. Los bebés que no son tratados con antivirales requieren vigilancia audiológica para pérdida de audición de inicio tardío y/o progresión de la HNS. Para los pacientes con pérdida auditiva, el inicio rápido de terapias intervencionistas, el aumento de la audición y, en el caso de pérdida severa a profunda, el implante coclear, pueden mejorar los resultados.

Tabla 1. Impacto en los lactantes con CMVc como resultado de la infección materna primaria frente a la no primaria5,6,7,8,9

Impacto de la infecciónInfección materna primaria por CMVInfección materna no primaria por CMV
Riesgo de neonato infectado por CMVc (ej. Transmisión congénita)30%–50% (30% primer trimestre; 40%–70% tercer trimestre)0,5%–2%
Sintomático al nacimiento18%<1%
Severidad típica de la enfermedad infantilMás severa (particularmente con infección primaria en el primer trimestre)Menos severa
Secuelas para la edad de 2 años25%8%
CMV=citomegalovirus; CMVc=citomegalovirus congénito

Tabla 2. Recomendaciones de tratamiento antiviral (valganciclovir)59

Indicación de tratamiento
Lactantes con CMVc sintomático de moderado a grave.
No se recomienda de forma rutinaria para la infección por CMVc sintomática leve o la HNS aislada. Puede considerarse caso por caso.
Terapia no recomendada para infección asintomática por CMVc.
Régimen de tratamiento
Tratamiento con valganciclovir oral durante 6 meses.
Inicio del tratamiento idealmente dentro del primer mes después del nacimiento.
Control con hemograma, incluyendo recuento de neutrófilos y plaquetas, hepatograma y función renal durante el tratamiento.
Categorización de la enfermedad por CMVc neonatal
CMVc sintomático de moderado a grave:
Múltiples anomalías compatibles con CMVc que pueden incluir trombocitopenia/petequias, RCIU, hepatitis (transaminasas o bilirrubina directa elevadas), hepatoesplenomegalia.
Compromiso del sistema nervioso central que puede incluir microcefalia, anomalías en las imágenes consistentes con CMVc (ventrículomegalia, calcificaciones, malformaciones corticales), coriorretinitis, HNS (junto con otros hallazgos)
CMVc sintomático leve:
Manifestaciones leves y transitorias aisladas, como recuento bajo de plaquetas, nivel elevado de alanina aminotransferasa o RCIU aislado.
CMVc asintomático con HNS aislada:
Sin manifestaciones que puedan estar relacionadas con CMVc, pero con presencia de HNS.
CMVc asintomático:
Sin anomalías aparentes que sugieran enfermedad por CMVc y con audición normal en el período neonatal.
CMVc=citomegalovirus congénito; RCIU=restricción del crecimiento intrauterino; HNS = hipoacusia neurosensorial
Comentario

El CMV congénito es la infección intrauterina más común, y puede ocurrir durante una infección materna primaria o una infección no primaria en embarazadas seropositivas por reactivación del virus latente o la infección con una cepa diferente, teniendo un impacto diferente en los lactantes afectados.

La infección materna en la primera mitad del embarazo se asocia con un menor riesgo de transmisión al feto, pero con un mayor riesgo de secuelas graves si la infección ocurre durante este período.

Es importante implementar un screening amplio y rápido para identificar a los neonatos afectados, realizar una evaluación completa y, cuando corresponda, iniciar el tratamiento con antivirales. Para prevenir el CMVc, pueden seguirse medidas preventivas, como la higiene de manos y evitar el contacto con la saliva de otras personas.

No existe una prueba de detección de CMV recomendada universalmente en el embarazo y, hasta el momento, no hay una intervención comprobada para disminuir la transmisión fetal. Se está trabajando actualmente en nuevas modalidades de tratamiento, y en el desarrollo de posibles vacunas contra el CMV.


Traducción, resumen y comentario objetivo: Dra. María Eugenia Noguerol

Endocarditis infecciosa de válvula nativa

Autor/a: Henry F. Chambers, Arnold S. Bayer N. Engl. J. Med. 2020;383:567-76

 La fiebre y el soplo cardíaco, las dos características de la endocarditis infecciosa, están presentes en casi el 90% y el 75% de los pacientes, respectivamente

Características epidemiológicas, fisiopatológicas y clínicas

La endocarditis infecciosa de válvula nativa es poco común, con una incidencia de aproximadamente 2-10 casos/100.000 personas-año. Se presume que el evento iniciador es una lesión del endotelio valvular o del endocardio. Esta lesión expone el colágeno subendotelial y otras moléculas de la matriz, donde se favorece la adherencia de plaquetas y fibrina formando una lesión microtrombótica denominada vegetación estéril.

Las bacterias que circulan en el torrente sanguíneo se unen y colonizan esta lesión. En ausencia de una respuesta eficaz del huésped, las bacterias se replican in situ, estimulando una mayor deposición de plaquetas y fibrina, para formar vegetaciones infectadas que es el sello distintivo de la endocarditis infecciosa.

Las vegetaciones crean un microambiente protector que es poco accesible para los neutrófilos y las moléculas de defensa del huésped. Las vegetaciones están cargadas de bacterias en densidades muy elevadas (, 109, 1010 unidades formadoras de colonias [UFC] por gramo de vegetación) que promueven la bacteriemia de alto grado y un mayor crecimiento de las vegetaciones, que se tornan friables y se fragmentan fácilmente en la circulación.

Estas condiciones (alta densidad bacteriana, vegetación en crecimiento y, friabilidad y fragmentación de la vegetación en crecimiento) impulsan los cuatro mecanismos que son responsables de la mayoría de las características clínicas de la endocarditis infecciosa y sus complicaciones: destrucción valvular, extensión paravalvular de la infección e insuficiencia cardíaca; embolización microvascular y de grandes vasos; infección metastásica de órganos diana (por ej., cerebro, riñones, bazo y pulmones); y fenómenos inmunológicos como glomerulonefritis hipocomplementémica y resultados serológicos positivos falsos del factor reumatoideo, anticuerpos antineutrófilos o VDRL.

Las condiciones cardíacas que predisponen a la endocarditis infecciosa son las enfermedades congénitas (por ej., comunicación interventricular y válvula aórtica bicúspide) y la valvulopatía adquirida (por ej., enfermedad valvular degenerativa, estenosis aórtica y cardiopatía reumática).

La cardiopatía reumática, la condición predisponente más común para la endocarditis infecciosa en los países en desarrollo, es poco común en los países desarrollados, donde la mayoría de las enfermedades cardíacas predisponentes frecuentes son la enfermedad valvular degenerativa, las anormalidades congénitas y los dispositivos intracardiacos.

Los factores de riesgo no cardíacos son: mala dentición, uso de drogas intravenosas, hemodiálisis, enfermedad hepática crónica, diabetes, inmunodeficiencia, enfermedades neoplásicas y dispositivos intravasculares permanentes.

La fiebre y el soplo cardíaco, las dos características de la endocarditis infecciosa, están presentes en casi el 90% y el 75% de los pacientes, respectivamente.

La endocarditis infecciosa puede presentarse en forma aguda, y evolucionar en forma rápidamente progresiva, complicada por insuficiencia cardíaca congestiva, accidente cerebrovascular, embolización sistémica o pulmonar, sepsis grave o shock séptico subagudo con síntomas inespecíficos como fiebre baja, malestar, escalofríos, sudores, disnea, dolor de espalda, artralgias y pérdida de peso durante un período de semanas hasta meses, en ocasiones.

Los fenómenos microembólicos o inmunológicos como la hemorragia en astilla, la hemorragia conjuntival, los nódulos de Osler (lesiones vasculitis distales de los dedos de las manos y pies), las lesiones de Janeway (lesiones vasculitis de las palmas y plantas) y, las manchas de Roth (lesiones hemorrágicas retinianas) están presentes en el 5-10% de los pacientes.

Características microbiológicas

En todo el mundo, las bacterias grampositivas representan casi el 80% de los casos de endocarditis infecciosa de válvula nativa.

Estas bacterias incluyen Staphylococcus aureus (35-40%) estreptococos (30-40%), a saber: Streptococcus viridans (20%) y Streptococcus gallolyticus [anteriormente S. bovis y, otros estreptococos (10%).

Los estafilococos coagulasa negativos, una causa común de endocarditis infecciosa de prótesis valvular, son poco frecuentes en la endocarditis infecciosa de válvula nativa, a excepción de S. lugdunensis, clínicamente semejante a S. aureus.

Solo en el 5% de los casos se aíslan, especies HACEK (haemophilus, aggregatibacter [antes especies de actinobacillus], cardiobacterium, Eikenella corrodens y especies de kingell), hongos, infección polimicrobiana y, en raras ocasiones, bacilos gramnegativos aerobios.

Estrategias y evidencia

Evaluación y diagnóstico

Los criterios de Duke modificados son la base para el diagnóstico de endocarditis infecciosa.

El diagnóstico patológico definitivo se puede hacer cuando se identifica mediante el análisis histológico o el cultivo de una vegetación, absceso intracardiaco, o émbolo periférico, o si hay se confirma la evidencia de una vegetación o absceso intracardiaco mediante análisis histológico con signos de endocarditis cativa. El diagnóstico clínico de endocarditis infecciosa definitivo o posible se basa en una combinación de criterios mayores y menores, basados en métricas microbiológicas, ecocardiográficas y clínicas.

La sensibilidad de los criterios de Duke modificados para la endocarditis infecciosa alcanza el 80% para casos definidos, y aún cuantos más casos se incluyen. Estos criterios tienen menos sensibilidad cuando se trata de infecciones relacionadas con una válvula protésica o un dispositivo cardíaco, endocarditis del corazón derecho y endocarditis con cultivos infecciosos negativos. El valor predictivo negativo es aproximadamente el 90% cuando no se cumplen los criterios para endocarditis infecciosa definitiva o posible.

Los hemocultivos son las pruebas microbiológicas más importantes para el diagnóstico y tratamiento de la endocarditis infecciosa, y son un criterio de Duke importante. La terapia antimicrobiana depende en gran medida del aislado en el hemocultivo y su sensibilidad antimicrobiana. Casi 90-95% de los casos de endocarditis infecciosa de válvula nativa son hemocultivos positivos.

Antes de iniciar los antibióticos y ara maximizar la recuperación de un patógeno, se recomiendan 3 conjuntos separados de hemocultivos, extraídos con 30 minutos de diferencia.

Los casos de hemocultivos negativos son causados más frecuentemente por la administración reciente de agentes antimicrobianos o por microorganismos que crecen mal o no se desarrollan en los medios de hemocultivo estándar (por ej., especies de Bartonella, Coxiella burnetiiTropheryma whipplei y Legionella).

Si los hemocultivos son negativos se deben realizar pruebas serológicas y moleculares para los patógenos probables. Estas pruebas se guían por pistas epidemiológicas (por ej., la infección por C. burnetii puede estar relacionada con la exposición a animales de granja y la infección por Bartonella quintana puede estar asociada con la falta de vivienda).

El diagnóstico molecular se basa en la amplificación de los ácidos nucleicos mediante la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), ya sea con cebadores específicos para una especie o género en particular, o con cebadores de amplio rango dirigidos al ARN microsomal Gen 16S (ARNr) para patógenos bacterianos, o el gen ARNr 18S para hongos. Para las pruebas de diagnóstico por PCR, las sensibilidades informadas son del 33 al 90% y las especificidades, del 77 al 100%.

Se espera que en los próximos años pueda hacerse la secuenciación de próxima generación, con la esperanza de que sea más precisa que los métodos basados en la PCR. La muestra preferida para las pruebas moleculares es una válvula o vegetación extirpadas. Los ensayos de amplificación de ADN en plasma puedan ayudar a hacer el diagnóstico microbiológico de los casos cuyo patógeno es difícil de determinar.

La ecocardiografía es una herramienta fundamental para el diagnóstico y el tratamiento de la endocarditis infecciosa. La ecocardiografía transtorácica (ETT) tiene una sensibilidad de 50-60% para detectar las vegetaciones en la endocarditis infecciosa de válvula nativa es mientras que la ecocardiografía transesofágica (ETE) rinde ≥90%.

Las especificidades de ambas son de aproximadamente 95%. Debido a que la ETT también es menos sensible que la ETE para detectar las complicaciones intracardiacas (por ej., absceso paravalvular), y descartar la endocarditis infecciosa en pacientes con sospecha de esta condición y evaluar las complicaciones intracardiacas, se prefiere la ETE.

Entre las imágenes más modernas, la más ampliamente estudiada es la tomografía por emisión de positrones cardíaca con 18F-fluorodesoxiglucosa (PET) más tomografía computarizada (TC). La PET-TC es más aplicable al diagnóstico y evaluación de la endocarditis infecciosa de prótesis valvular; su papel en la endocarditis infecciosa de válvula nativa está poco estudiado y es poco claro.

Terapia antimicrobiana

Recomendaciones de terapia antimicrobiana para

La endocarditis infecciosa se basa casi enteramente en estudios observacionales más que en ensayos clínicos aleatorizados. Esas recomendaciones se basan en 4 principios básicos: capacidad del régimen para matar el patógeno, administración de un curso prolongado de terapia (semanas en lugar de días), dosificación intensiva para garantizar una exposición adecuada al fármaco y, control del origen.

En general, en pacientes con endocarditis infecciosa de válvula nativa, la vancomicina más ceftriaxona es una combinación razonable para que la terapia empírica cubra probables patógenos hasta recibir el resultado de los cultivos.

Para las cepas sensibles, los antibióticos betalactámicos son la piedra angular de la terapia definitiva.

Estos agentes se prefieren sobre otros a menos que el paciente no pueda tomarlos sin efectos adversos o exista una reacción de hipersensibilidad inmediata documentada (tipo I). La endocarditis infecciosa causada por cepas de Sstreptococos viridansS. gallolyticus, abiotrophia o granulicatella, no sensibles a la penicilina, pueden tratarse con una combinación de penicilina o ceftriaxona con gentamicina; la monoterapia con vancomicina es una opción, aunque en general, la experiencia con este agente es menor.

El fármaco de elección para la endocarditis infecciosa causada por cepas de S. aureus sensibles a la meticilina (SASM) es una penicilina antiestafilocócica (oxacilina). Ensayos controlados aleatorizados han demostrado que la terapia combinada con una penicilina antiestafilocócica y gentamicina o rifampicina no mejora los resultados y se asocia con eventos adversos; por lo tanto, no se recomienda esta combinación.

La cefazolina es una alternativa razonable para los pacientes. con SASM que no pueden recibir penicilina sin efectos adversos. La desventaja de la cefazolina es que algunas cepas tienen un "efecto inóculo", definido como un aumento de la concentración inhibitoria mínima (MIC) de la dilución del caldo de cultivo, de ≥16 μg/ml a un inóculo de 5 × 10 UFC/ml (100 veces el inóculo estándar de aproximadamente 5 × 10UFC/ml). Este efecto de inóculo, que se debe, al menos en parte, a la hidrólisis de la cefazolina por la penicilinasa estafilocócica, puede asociarse con el fracaso clínico.

El tratamiento recomendado para la endocarditis infecciosa de válvula nativa causada por SARM es la monoterapia con daptomicina o vancomicina. El beneficio de la terapia combinada sigue sin ser demostrado. Para la bacteriemia por SARM, un ensayo aleatorizado que comparó vancomicina (8 pacientes) sola, o combinada con un antibiótico betalactámico antiestafilocócico (principalmente flucloxacilina), en 363 pacientes (incluidos 42 con endocarditis infecciosa) no mostró ningún beneficio de la combinación.

El grupo tratado con la combinación antibiótica tuvo mayor mortalidad a los 90 días y una incidencia significativamente mayor de lesión renal aguda. Datos anecdóticos sugieren que la combinación de un segundo agente (por ej., ceftarolina) con vancomicina o daptomicina puede beneficiar a los pacientes con bacteriemia persistente o que no han respondido. Sin embargo, actualmente se desconoce cuál es la mejor combinación. Para el tratamiento de la endocarditis infecciosa por enterococos se recomienda la terapia combinada.

La penicilina o la ampicilina combinadas con gentamicina es sinérgica en dosis bajas y ha sido el tratamiento estándar durante décadas. La utilidad de este régimen está limitada por la toxicidad de la gentamicina y una incidencia creciente de resistencia a la gentamicina de alto nivel, lo que indica la falta de sinergia.

Los datos de observación sugieren para la endocarditis infecciosa causada por cepas de E. faecalis sensible a la ampicilina, una alternativa terapéutica aceptable es un curso de 6 semanas de ampicilina más ceftriaxona. Si se usa la combinación de ampicilina más gentamicina, la eficacia de la terapia combinada durante 2 semanas, seguida de ampicilina sola durante 4 a 6 semanas puede ser similar a la del régimen de la combinación estándar de 4 a 6 semanas, y es menos tóxica.

Manejo quirúrgico

Las 3 indicaciones quirúrgicas principales en pacientes con endocarditis infecciosa de válvula nativa son:

  1. Insuficiencia cardíaca por disfunción o perforación valvular.
     
  2. Infección endocárdica no controlada (por ej., extensión paravalvular o bacteriemia persistente). 
     
  3. Prevención de embolización sistémica, especialmente cerebral.

    El análisis multivariable ajustado por condiciones coexistentes, realizado en un estudio de cohorte perspectivo con pacientes con endocarditis infecciosa en válvula nativa, mostró que la indicación de cirugía sin estar seguida de la realización de la cirugía fue un predictor independiente de muerte. La cirugía no está bien definida y es una decisión altamente individualizada, que es mejor que la tome un equipo multidisciplinario con experiencia.

    Un pequeño ensayo controlado aleatorizado comparó la cirugía temprana al inicio de hospitalización y dentro de las 48 horas posteriores a la aleatorización (37 pacientes) con tratamiento convencional (39 pacientes) en pacientes con endocarditis del corazón izquierdo, insuficiencia valvular grave (sin insuficiencia cardíaca) y vegetaciones grandes (>10 mm de diámetro).

    La cirugía precoz redujo significativamente el riesgo del punto final combinado de muerte intrahospitalaria o eventos embólicos dentro de las 6 semanas posteriores a la aleatorización, pero esta disminución del riesgo fue impulsada completamente por la disminución del riesgo de embolia sistémica.

    La limitación de este ensayo fue que los pacientes tenían pocas enfermedades subyacentes y los pacientes con infecciones estreptocócicas y endocarditis infecciosa de la válvula mitral estaban sobrerrepresentados.

    Dos metaanálisis mostraron que la cirugía precoz, comparada con la terapia convencional (tratamiento médico o cirugía tardía >20 días) se asoció con una reducción del 40-60% de muerte por cualquier causa. Sin embargo, todavía es poco claro cuál es la mejor manera de identificar a los pacientes con más probabilidades de beneficiarse de la cirugía valvular.

    Áreas de incertidumbre

    Los Criterios de Duke modificados para el diagnóstico clínico de endocarditis infecciosa no están basados en los resultados de las pruebas de diagnóstico molecular. A medida que estos métodos mejoran en precisión y están más disponibles para la práctica diaria, será necesario tener en cuenta su utilidad para el diagnóstico.

    Todavía no ha quedado establecido si en los pacientes con endocarditis infecciosa de válvula nativa las imágenes de resonancia magnética cerebral de rutina y otras técnicas de imágenes avanzadas como la PET-TC mejoran el diagnóstico, el tratamiento y los resultados.

    La resonancia magnética es más sensible que la TC para detectar lesiones del sistema nervioso y la presencia de lesiones embólicas asintomáticas en pacientes con sospecha de endocarditis infecciosa es un criterio diagnóstico menor. La resonancia magnética cerebral se ha recomendado para detectar émbolos silentes del SNC en pacientes candidatos a la cirugía valvular, aunque se desconoce si esto mejora los resultados.

    Datos de ensayos controlados aleatorizados muestran que los beneficios y riesgos de la terapia antimicrobiana oral para la endocarditis infecciosa son limitados.

    El tratamiento oral parcial de la endocarditis (POET, por sus siglas en inglés) mostró que en pacientes con endocarditis infecciosa del corazón izquierdo, cuya condición se había estabilizado, el tratamiento con antibióticos orales después de un ciclo inicial de antibióticos intravenosos no fue inferior al tratamiento antibiótico intravenoso estándar, evaluado 6 meses después de finalizado el tratamiento.

    El seguimiento a más largo plazo no mostró resultados perjudiciales con la administración oral de la terapia escalonada. Sin embargo, se inscribió solo el 20% de los pacientes que fueron sometidos a exámenes de detección, y pocos estaban infectados con S. aureus (ninguno con SARM). Se necesitan más datos para aclarar la seguridad y eficacia de este enfoque en una variedad de entornos clínicos.

    En pacientes con endocarditis infecciosa, todavía deben quedar bien definidos: el momento de la cirugía, los criterios para postergar la cirugía y los predictores de mortalidad quirúrgica y malos resultados.

    La mayoría de las guías recomiendan retrasar la cirugía valvular al menos 4 semanas en pacientes con lesiones por una embolia grande en el SNC o una hemorragia intracraneal, aunque se puede realizar cirugía precoz con seguridad en pacientes seleccionados, a pesar de presentar esas condiciones, y en pacientes con lesiones embólicas pequeñas (<2 cm de diámetro) sin hemorragia ni déficits neurológicos importantes.

    Se han propuesto varios sistemas de puntuación para predecir la mortalidad quirúrgica y las complicaciones postoperatorias. Sin embargo, las limitaciones, entre ellas los tamaños pequeños de las muestras, la dependencia de los datos, los cambios en la práctica quirúrgica a lo largo del tiempo (hasta décadas) y la falta de validación externa a gran escala hacen que sea difícil evaluar la precisión de estos sistemas.

    Guías

    La Sociedades científicas cardiológicas de EE. UU., Europa y Japón tienen guías publicadas sobre el diagnóstico y tratamiento de la endocarditis infecciosa, y son las que han guiado el presente trabajo. En general, estas guías brindan recomendaciones concordantes con diferencias relativamente menores en cuanto al tratamiento antimicrobiano, las formas de diagnóstico por imágenes y las indicaciones y momento de la cirugía.

    Conclusiones y recomendaciones

    El paciente descrito en la viñeta tiene pielonefritis enterocócica adquirida en la comunidad con bacteriemia. Sobre la base puramente clínica: presencia de bacteriemia más un soplo en un cuadro febril existe una elevada sospecha de endocarditis infecciosa.

    En la presentación, este paciente probablemente satisface 3 criterios menores de Duke para una posible endocarditis: fiebre; 2 hemocultivos positivos para E. faecalis (pielonefritis) y, estenosis aórtica, una condición cardíaca predisponente.

    Se deben obtener más hemocultivos, cuyo resultado positivo cumpliría un criterio importante para el diagnóstico de endocarditis infecciosa-hemocultivos persistentemente positivos. De inmediato, se debe realizar una ecocardiografía para documentar la naturaleza de la lesión valvular y la presencia de vegetaciones o complicaciones de la endocarditis infecciosa.

    Aunque el ETE es mucho más sensible que la ETT para detectar las vegetaciones valvulares y las complicaciones paravalvulares, se puede comenzar con una ETT, por no ser invasiva y ser técnicamente más sencilla; además, proporciona mejor información de la función miocárdica.

    Si la ETT es negativa o no es diagnóstica, entonces se indica la ETE, dada la fuerte sospecha de endocarditis infecciosa. Si la ETE no es diagnóstica y la sospecha de endocarditis infecciosa sigue siendo elevada, se debe repetir varias veces, días después.

    Es conveniente convocar a un equipo multidisciplinario, (cardiólogo, cirujano cardiovascular e infectólogo). Se debe indicar el tratamiento antimicrobiano combinado lo antes posible, para la presunta endocarditis infecciosa por enterococos.

    Aunque es necesario confirmar la sensibilidad del aislado a la gentamicina, la edad de este paciente, la diabetes y la enfermedad renal crónica lo ponen en alto riesgo de lesión renal aguda por gentamicina, lo cual hace que los autores prefieran iniciar el tratamiento con ampicilina y ceftriaxona.

    Se debe hacer hemocultivos para confirmar la desaparición postratamiento de la bacteriemia, y el paciente tiene que ser evaluado cuidadosamente para una probable indicación de cirugía valvular inmediata.

    La terapia antimicrobiana debe continuarse durante 6 semanas. A partir de que los hemocultivos se negativizan. También hay que considerar la colonoscopia de detección, ya que algunos datos sugieren que, como en la endocarditis infecciosa por S. gallolyticus, la endocarditis infecciosa por enterococos puede asociarse con neoplasias colónicas, aunque se requiere mayor investigación.

    Resumen y comentario objetivo: Dra. Marta Papponetti

    Tetanos

    Rev. chil. neuro-psiquiatr. vol.50 no.4 Santiago dic. 2012

     Introducción

    El tétanos es una enfermedad causada por la bacteria Clostridium tetani, anaerobio productor de toxinas, encontrada al aire libre, principalmente en la tierra y excremento de animales, y afecta al sistema nervioso.

    Clínicamente, se puede presentar de cuatro formas: generalizado, neonatal, local y cefálico. La primera de ellas es la más frecuente, que junto a la forma neonatal se caracteriza por espasmos generalizados de la musculatura y síntomas de hiperactividad autonómica.

    Desde 1940 se dispone de la vacuna con toxoi-de tetánico, por lo que en países desarrollados ha disminuido dramáticamente la incidencia de tétanos (entre 2001 y 2008, el CDC (Centers for Disease Control) reportó 233 casos en los EEUU)1; sin embargo, en países en desarrollo sigue siendo una enfermedad endémica y su incidencia suele aumentar luego de desastres naturales, estimándose 1 millón de casos nuevos al año en el mundo, con 300.000 a 500.000 muertes2.

    En Chile, hasta comienzos de la década de los 60 era una enfermedad prevalente con una tasa de 0,8 casos por cada 100.000 habitantes, sin embargo, ha habido una disminución sostenida desde entonces, llegando el 2007 a una tasa de 0,02 casos por cada 100.000 habitantes (disminución del 97%), coincidiendo esto con el aumento de la cobertura de la atención primaria, la atención profesional del parto y la introducción de la vacuna antitetánica el año 19743.

    De acuerdo al análisis de los casos reportados en los EE.UU. por el CDC, la mayoría de los pacientes afectados no recibieron la inmunización completa con toxoide tetánico o una adecuada profilaxis ante heridas de riesgo. Se vio también que el 75% de los pacientes con tétanos refieren antecedente de una herida previo al inicio de sus síntomas, pero dos tercios de ellos no consultaron por esto. De los que sí consultaron, 96% no recibieron la profilaxis con toxoide tetánico o el toxoide más la inmunoglobulina1.

    Por otro lado, hay evidencia de que ocasionalmente pacientes con anticuerpos antitetánicos preexistentes desarrollan el tétanos4.

    Caso clínico

    Paciente de 18 años, sano, es traído por sus familiares al Servicio de Urgencias con el antecedente de haber acudido al mismo hacía seis días por una herida penetrante -con un clavo- en el pie derecho mientras trabajaba en un taller mecánico. Se le administró toxoide tetánico. En la segunda consulta presentaba un cuadro de tres días de evolución de sensación febril y una herida en el pie con eritema y dolor local. En menos de veinticuatro horas se agregaron contracción mandibular y espasmos generalizados.

    Al ingreso el paciente estaba somnoliento, con tendencia al opistótono, con trismo y aumento del tono de extremidades inferiores y clonías, asociado a insuficiencia respiratoria. Se intubó y conectó a ventilación mecánica invasiva.

    Se hospitalizó en la Unidad de Cuidados Intensivos con el diagnóstico de un tétanos generalizado o una encefalitis herpética y se inició tratamiento con inmunoglobulina antitetánica (250 mg/día), aciclovir, ceftriaxona, ampicilina y penicilina sódica. Además, se indicó atracuronio en bolo debido a trismo.

    Se realizó una punción lumbar que resultó sin bacterias al Gram, con leucocitos en límites normales, tinta china negativa y reacción de polimerasa en cadena para virus herpes simplex 1 y 2 negativas.

    Con este resultado se suspendió tratamiento con aciclovir, ceftriaxona y ampicilina, manteniendo la penicilina y aumentando la inmunoglobulina antitetánica a 500 mg/día. Debido a ausencia de secreción en la herida plantar, no se tomó muestra de la misma.

    Entre sus exámenes generales de laboratorio destacaron parámetros de actividad inflamatoria (PAI) normales, y una CK total de 1.365 U/L. Se solicitó un electroencefalograma y escáner de encéfalo; ambos resultaron normales.

    Se completaron tres dosis de inmunoglobulina antitetánica (1.250 mg en total) y al tercer día de hospitalización se cambió el tratamiento de penicilina a metronidazol, además de agregar baclofeno para la relajación muscular.

    Evolucionó con mantención de sus clonus e hiperreflexia, y con aparición de un Síndrome de Respuesta Inflamatoria Sistémica (SIRS).

    Habiendo completado ocho días con metro-nidazol y con mejoría clínica de su SIRS y PAI en disminución, se suspendieron los antibióticos y se realizaron cultivos. En el resto de su hospitalización presentó alzas febriles y leve elevación nuevamente de PAI, pero con hemocultivos negativos; se decidió un manejo expectante.

    Cumpliendo casi cuatro semanas internado, comenzó con una evidente disminución de la hi-perreflexia y clonus en general, pero persistiendo en la extremidad inferior derecha (la afectada inicialmente), por lo que se suspendió el baclofeno.

    A los cuarenta días hospitalizado ya lograba sentarse y levantarse de la cama con ayuda. Se dio de alta vigil y lúcido, sin problemas de deglución, sin fallas orgánicas, con PAI en valores normales y con indicación de kinesioterapia intensiva, para continuar terapia de rehabilitación de forma ambulatoria. Se controló posteriormente en el policlí-nico de neurología y el paciente estaba totalmente asintomático.

    Discusión

    El Clostridium tetani es una bacteria Gram positiva anaerobia estricta, normalmente se encuentra en el intestino de mamíferos, y que produce esporas que se encuentran abundantemente en la tierra, heces animales y, en ocasiones, heces humanas. De esta forma, son capaces de persistir por un tiempo prolongado en condiciones adversas del medio ambiente, y en condiciones de anaerobias revierten a la forma vegetativa y se multiplican. Entre los factores predisponentes en su patogénesis se encuentran las heridas penetrantes con inoculación de esporas, la coinfección con otras bacterias, el tejido desvitalizado, la presencia de un cuerpo extraño y la isquemia localizada2,5.

    En la puerta de entrada liberan las toxinas teta-nospasmina y metaloproteasa, siendo la primera de ellas la que causa la enfermedad. Cuando la toxina se une e internaliza en nervios periféricos, se transporta de forma retrógrada a través de los axones, llegando así al sistema nervioso central. Ahí, en las células presinápticas inhibe la liberación de GABA al espacio sináptico, produciendo masivas descargas excitatorias sin un control de inhibición en las motoneuronas alfa5.

    Tienen un período de incubación variable, entre veinticuatro horas hasta varios meses, pero habitualmente es de ocho días (en nuestro caso fueron tres días), y es dependiente de la localización de la inoculación y de su cercanía con el sistema nervioso central: mientras más cerca, menor es el período de incubación1,5,6.

    Como fue señalado, se han descrito cuatro patrones clínicos como manifestación de esta enfermedad: el tétanos generalizado, el tétanos local, el tétanos cefálico y el tétanos neonatal. El primero es la presentación más común y severa, y se manifiesta con síntomas de hiperactividad autonómica, que puede evolucionar con arritmias, hipotensión y fiebre, asociado a una contracción tónica de la musculatura esquelética y espasmos musculares intensos e intermitentes. No suele haber compromiso de conciencia, por lo que es muy doloroso. Clásicamente los espasmos tetánicos se desencadenan con estímulos sonoros, de luz o táctiles. Entre sus signos más frecuentes se encuentra el trismo (en más de la mitad de los casos), la rigidez cervical, la risa sardónica, el abdomen en tabla, períodos de apnea y/o obstrucción de la vía aérea por contracciones de músculos torácicos y/o glóticos o faríngeos, disfagia y opistótono. Por otro lado, está el tétanos localizado, de presentación rara, en la que las contracciones musculares tónicas y espásticas se dan sólo en una extremidad o región corporal3,5,6,7. En cuanto al tétanos cefálico, se presenta con heridas localizadas en cabeza o cuello y afecta a los nervios craneales, más comúnmente al nervio facial8. Estas últimas dos presentaciones pueden evolucionar a un tétanos generalizado. Por último, existe la forma de tétanos neonatal que se puede presentar entre los tres y veintiún días desde el nacimiento, por contaminación del cordón umbilical. Se manifiesta con rigidez, espasmos, trismo, apnea e incapacidad para succionar, y se generaliza de forma rápida3,9.

    Los signos y síntomas del tétanos pueden progresar por dos semanas desde el inicio, y su severidad se asocia al período de incubación e intervalo entre el inicio de los síntomas y la aparición de espasmos: mientras más largo, el cuadro será más leve5,6. En pacientes con anticuerpos antitetánicos en niveles preexistentes no protectores es más leve que en pacientes sin ellos10. En cuanto a su prolongada duración, usualmente es de cuatro a seis semanas, está condicionada a que la recuperación requiere del crecimiento de nuevos terminales axonales5.

    Entre el diagnóstico diferencial que debe tenerse en cuenta distonías inducidas por drogas, trismo secundario a infección dental, envenenamiento con estricnina, ingesta de veneno para ratas como el fosforo amarillo, síndrome neuroléptico maligno, rabia y síndrome del hombre rígido o Stiff-Person11.

    En cuanto a su tratamiento se basa principalmente en el manejo general de soporte y la vía aérea, evitar mayor producción de la toxina y neutralización de la que no está unida al tejido que fue la puerta de entrada, control de los espasmos musculares y manejo de la disautonomía. Para ello, la terapia debe incluir hospitalización en ambiente sin luz ni ruidos ambientales, protección de la vía aérea y manejo general de soporte, debridamiento de la herida, terapia antimicrobiana (con metronidazol o penicilina G como primera línea) por 7-10 días, administración de inmunoglobulina humana antitetánica (3.000-6.000 U) o antitoxina equina (1.500-3.000 U)3,12, vacunación activa y completa ya que la enfermedad aguda no confiere inmunidad3, drogas para controlar espasmos musculares (sedantes o bloqueadores neuromusculares) y sulfato de magnesio para la disautonomía13. Se recomienda el inicio precoz de kinesioterapia, apenas cedan los espasmos.

    La mortalidad del tétanos varía entre un 8 a un 50% en países en desarrollo en la presentación no neonatal, y llega hasta un 60% en el tipo neonatal9. Si bien es una enfermedad potencialmente mortal, los que sobreviven alcanzan un 100% de recuperación y sin dejar secuelas14.

    Conclusiones

    El tétanos es una enfermedad severa y potencialmente mortal, que requiere de manejo y cuidados intensivos. Su diagnóstico es clínico y debe sospecharse ante pacientes con espasmos musculares e historia de ausencia de vacunación o incompleta. Lo más importante en el tratamiento es la terapia de soporte para prevenir complicaciones como falla respiratoria, infecciones nosocomiales y tromboembolismo. Sigue siendo actualmente una enfermedad endémica en países en desarrollo, por lo que es importante sospecharla, conocerla y saber manejarla correctamente.

    Claves diagnosticas

     Es posible dosificar un aminoglucósido una vez al día debido a su efecto post-antibiótico (PAE) y a su muerte dependiente de la concentración (CDK). PAE se refiere a la supresión continua del crecimiento bacteriano más allá del T1/2 efectivo del fármaco. Los antibióticos que demuestran que CDK tienen un mayor efecto bactericida a concentraciones máximas más altas

    Claves de infectologia

    La toxicidad vestibular por aminoglucósidos generalmente causa dificultad para mantener el equilibrio, especialmente en la oscuridad, y oscilopsia, una condición en la que los objetos parecen moverse hacia adelante y hacia atrás mientras la cabeza del paciente se mueve. El vértigo verdadero es una manifestación menos común porque involucra trastornos vestibulares bilaterales agudos, por lo tanto, no hay asimetría en la función.