viernes, 14 de junio de 2024

Brucelosis

Acta bioquím. clín. latinoam. v.39 n.2 La Plata mar./jun. 2005

 INTRODUCCIÓN

La brucelosis es una patología antropozoonótica de distribución mundial, conocida desde hace muchos años que, sin embargo, continúa siendo un problema sanitario y económico de envergadura.
La diversidad de animales portadores de la bacteria responsable complica en gran medida las acciones de lucha contra esta infección, en especial las preventivas, ya que aún hoy no existe un panorama real de su prevalencia ni de los posibles vectores que colaboran con su diseminación. No obstante, los animales aceptados hasta el momento como portadores tienen, en muchos casos, íntimo contacto con el hombre, lo que agregado a las vías conocidas de infección explica la dimensión del problema que plantea esta zoonosis.
Además, los productos derivados de los citados animales son objeto de una intensa manipulación por parte del hombre, frecuentemente carente de un adecuado cuidado y prevención.
Por otra parte, la brucelosis no presenta un cuadro clínico característico que permita una detección precoz del infectado, lo que favorece la evolución a la cronicidad, complicando las alternativas terapéuticas y la curación definitiva.
Este artículo procura efectuar un resumido repaso de los principales aspectos de la infección con el género Brucella, tanto en el hombre como en los animales reconocidos como portadores. Además, presta especial atención a los aspectos inmunológicos, así como a los métodos para investigar sus marcadores, y al manejo e interpretación de sus resultados.

ETIOLOGÍA

El género Brucella está constituido por bacilos gram negativos pequeños, inmóviles y aerobios estrictos, de crecimiento lento que no poseen cápsulas ni forman esporas. A diferencia de muchas otras bacterias, su genoma está constituido por dos cromosomas circulares y carece de plásmidos (1). Tienen un metabolismo oxidativo, basado en la utilización de nitratos como aceptores de electrones. Son catalasa y oxidasa positivos, no atacan la gelatina ni modifican la leche y en general no fermentan los azúcares (2).
El género Brucella incluye seis especies diferentes: Brucella melitensis, B. abortus, B. suis, B. canis, B. ovis, B. neotomae y B. maris (3). De ellas, las cuatro primeras pueden infectar al hombre. En la Tabla I se encuentran detalladas las especies de Brucella, sus hospedadores conocidos y las características bioquímicas y antigénicas que permiten clasificarlas en biovariedades.

Tabla I. Especies que integran el género Brucella, hospedadores conocidos y características bioquímicas y antigénicas que permiten clasificarlas en biovariedades. A y M : configuraciones alternativas del PSO, R: LPS de las cepas rugosas

En base al aspecto de las colonias obtenidas en medio sólido, las diferentes especies de Brucella se clasifican habitualmente como lisas (S) o rugosas (R). Dentro de las primeras se encuentran B. abortus, B. melitensis, B. suis y B. neotomae y dentro de las segundas B. ovis y B. canis. El aspecto que adquieren las colonias se debe a la expresión del lipopolisacárido LPS en la superficie bacteriana, LPS-S en las lisas y LPS-R en las rugosas, aunque durante su crecimiento en los medios de cultivo pueden experimentar mutaciones que afectan la expresión del LPS (4).
Las cepas de Brucella en fase lisa son las más virulentas y su ultraestructura es semejante a la de algunas enterobacterias (Yersinia enterocolítica, Salmonella Iandau, Pseudomona maltophilia, Escherichia coli) (5), aunque presenta ciertas diferencias en las características de su membrana externa (ME).

ESTRUCTURA Y COMPOSICIÓN QUÍMICA

Estructura externa:

La ME de Brucella es rica en fosfatidilcolina a diferencia de la perteneciente a las enterobacterias relacionadas con ella, que es rica en fosfatidiletanolamina.
Su componente más abundante y mejor estudiado es el LPS, que se conoce también con el nombre de endotoxina. En él se distinguen tres regiones: el lípido A, inserto en la hoja externa de la membrana, un oligosacárido intermedio, llamado núcleo, y el polisacárido O (PSO), también conocido como cadena O, ausente o presente con pocos residuos en el LPS-R (Fig. 1).


Figura 1. Esquema simplificado de la membrana externa de la pared celular de Brucella. El LPS-S de las formas lisas está constituido por el lípido A, el núcleo y el polisacárido O (PSO). El LPS-R de las formas rugosas carece de cadena O o está reducida a muy pocos residuos.
P: proteina

El lípido A es un glicolípido que contiene glucosamina y diaminoglucosa. En sus grupos amino e hidroxilos presenta sustituciones por ácidos grasos de variada longitud de cadena. El núcleo contiene glucosa, manosa y ácido 3, deoxi-D-mano-2 octulosónico (KDO) y no contiene ni heptosas ni fosfatos. La quinovosamina está presente en el núcleo del LPS-S pero no en el del LPS-R. El PSO es la porción más distal del LPS. Es un homopolímero lineal compuesto por n-residuos de N-formil perosamina (4,6 dideoxi-4-formamido-a-D-manopiranosilo). La unión entre estos residuos puede ser de dos tipos: a 1-2 o a 1-3, lo que permite diferenciar dos configuraciones alternativas, la A y la M, de mucha importancia en la determinación de las biovariedades, y que se establecen a partir de la alternancia de las uniones entre residuos en el PSO (Tabla I).
Las Brucellas contienen otro polisacárido denominado hapteno nativo (HN), que es químicamente idéntico a la cadena O, pero no está unido al núcleo (6). Se ha descripto un tercer polisacárido conocido como poli B, que se obtiene a partir de la cepa mutante en fase rugosa B. melitensis 115, por tratamiento con ácido tricloroacético 0,2 M y que para algunos autores sería químicamente equivalente al HN (7).
Las proteínas de membrana externa (PME u OMPs) se asocian estrechamente con los LPS. Dentro de éstas se encuentran las denominadas proteínas mayores, que se clasifican en tres grupos de acuerdo a sus pesos moleculares: grupo 1 (89-94 kDa), grupo 2 (36-38 kDa) y grupo 3 (25-27 y 31-34 kDa) (8)(9) y se encuentran expuestas en la membrana externa, pero son menos accesibles en las cepas lisas que en las rugosas, debido al impedimento estérico ocasionado por las cadenas O del LPS de las primeras. Mediante el empleo de anticuerpos monoclonales se han identificado otras proteínas de membrana menos abundantes que se denominan proteínas menores, siendo algunas de ellas lipoproteínas (10).

Estructura interna:

Las proteínas citoplasmáticas de las bacterias del género Brucella son específicas de ese género y la mayoría son compartidas por todas las especies (11). Algunas de estas proteínas son de interés diagnóstico, como por ejemplo la glicoproteína A2 termorresistente (12), una proteína de 17 kDa, involucrada en la síntesis de riboflavina, que aparece en la fase activa de la infección (13) y la proteína periplásmica BP26 (14). Todas estas proteínas forman parte de un antígeno denominado CP, empleado en pruebas de ELISA.

EPIDEMIOLOGÍA

La incidencia y prevalencia de la brucelosis tienen importantes variaciones geográficas. Las zonas de mayor prevalencia corresponden a la región del Mediterráneo, Asia occidental, algunas partes de África y América (Estados Unidos, México, Brasil, Perú, Colombia y Argentina) (15). B. melitensis es la especie más difundida seguida de B. abortus y B. suis. En Argentina una de las principales especies responsable de la brucelosis en el hombre es B. suis (16), aunque la verdadera situación epidemiológica de la brucelosis en cerdos, portadores de esta especie, es desconocida (17).
La fuente de infección la constituyen los animales infectados que excretan gran cantidad de bacterias junto con los tejidos y productos de abortos, en la leche, y en menor medida en las secreciones genitales, contaminando de esta forma el suelo, los corrales, la paja de las camas, el agua de arroyos, canales y pozos. Brucella es capaz de sobrevivir en el medio ambiente, fuera del hospedador, por períodos relativamente largos (Tabla II).

Tabla II. Supervivencia de Brucella en el medio ambiente

La relación entre especies de Brucella, vías de transmisión y patogenia, tanto en el hombre como en los animales, se detalla en la Tabla III.

Tabla III. Huéspedes, especies de Brucella, vía de transmisión y patogenia

PATOGENIA

Las especies de Brucella son patógenas intracelulares facultativas, propiedad que las mantiene protegidas de la acción de los antibióticos, y de los mecanismos efectores dependientes de anticuerpos; esto justifica la naturaleza crónica de la infección ya que son capaces de adherirse, penetrar y multiplicarse en una gran variedad de células eucariotas tanto fagocíticas como no fagocíticas.
Cuando estas bacterias ingresan al organismo pueden ser fagocitadas por los polimorfonucleares (PMN) y macrófagos como parte de la inmunidad innata. Si no son eliminadas llegan por vía linfática a los ganglios regionales correspondientes pudiendo desde allí invadir el torrente sanguíneo, donde son fagocitadas por los PMN y macrófagos circulantes y transportadas, de esta manera, a los diversos órganos donde pueden sobrevivir y multiplicarse dentro de las vacuolas de los fagocitos circulantes y tisulares (18). Los mecanismos de ingreso de la bacteria a estas células no están suficientemente aclarados aunque se presume que el LPS y las proteínas de la membrana externa podrían participar en los mismos, mediante receptores tipo manosa o integrinas, respectivamente. Las células de la placenta son ricas en receptores de manosa (19) y en un factor de crecimiento conocido como eritritol, presente en tejidos placentarios animales, lo que explica la avidez de Brucella por los mismos (20).
La supervivencia de Brucella dentro de las células se ha asociado con la síntesis de enzimas antioxidantes (21) y a la producción de GMP (guanosina 5´monofosfato) y adenina, que inhiben la fusión fagosoma-lisosoma, la desgranulación, la activación del sistema mieloperoxidasa-haluro y la producción del TNF-a (22).
El cuadro clínico y la evolución de la infección varían en función de la especie animal afectada. En los mamíferos rumiantes y en el ganado porcino la manifestación clínica es el aborto. En el hombre presenta una gran tendencia a la cronicidad y se caracteriza por fiebre y localización de las bacterias en distintos tejidos (articulaciones, hueso, endocardio, sistema nervioso).

RESPUESTA INMUNE

El ingreso de Brucella en el organismo induce la activación de los mecanismos de defensa que se inician con la participación de algunos componentes de la inmunidad innata, como el complemento (C), los neutrófilos y los macrófagos.
La activación del C por las vía clásica y alterna juega un rol muy importante en la resistencia contra bacterias gram negativas. Existen controversias en cuanto a la capacidad que posee el LPS de Brucella de activar la vía alterna del C (23)(24), sin embargo, la activación de la vía clásica puede iniciarse con la presencia de bajas concentraciones de IgM e IgG anti-LPS, lográndose de esta forma la lisis bacteriana (25).
Los neutrófilos son las primeras células del huésped que se ponen en contacto con Brucella. La opsonización de las bacterias por anticuerpos y complemento facilita su fagocitosis. Como ya se ha mencionado, Brucella es capaz de sobrevivir y multiplicarse dentro de los neutrófilos durante el curso de la infección y de esta forma ser transportada a los tejidos linfoides. Para que se produzca la muerte de las bacterias intracelulares es necesaria la desgranulación de los gránulos de los neutrófilos, con la consiguiente liberación de mieloperoxidasa. Se ha demostrado que Brucella posee mecanismos que inhiben esta desgranulación y evitan así su destrucción (21). Los neutrófilos de las distintas especies animales reaccionan en forma diferente ante Brucella. Así, los neutrófilos de los cobayos no son capaces de destruir las cepas lisas, mientras que la actividad bactericida de los neutrófilos bovinos frente a estas cepas es mayor que la de los neutrófilos humanos, no registrándose diferencias entre los dos últimos frente a las cepas rugosas.
Otras células que reaccionan ante la presencia de Brucella son los macrófagos. El ingreso de la bacteria a los mismos se produce a través de la interacción entre la molécula CD14 y el LPS. Esta interacción induce también la producción de IL-12 que estimula las células NK y los linfocitos T colaboradores o helper (LTH) CD4+, que secretan IFN-<font face= "Symbol" size= 3>g</font>, favoreciendo el desarrollo de una respuesta inmune predominantemente mediada por LTH1 (26). Este subgrupo de linfocitos T estimula fundamentalmente la respuesta de tipo celular y participa en forma directa en la protección contra microorganismos intracelulares, ya que su amplio patrón de citoquinas incluye IL 2, 3, 6, 12, TNF-a y sobre todo IFN-<font face= "Symbol" size= 3>g</font> (27), esencial para la activación de macrófagos. Una vez fagocitada la bacteria, los macrófagos poseen la capacidad de destruirla inmediatamente, pero del mismo modo que ha sido descripto para los neutrófilos, Brucella es capaz de inhibir estos mecanismos de destrucción. El hierro presente en los macrófagos tiene un papel preponderante en la eliminación de los microorganismos ya que cataliza una reacción metabólica destinada a incrementar la producción de intermediarios reactivos del oxígeno, fundamentales en la eliminación de patógenos intracelulares (28).
Los linfocitos también son impactados por distintos antígenos de Brucella. Las proteínas de las bacterias son procesadas dentro de la célula presentadora de antígenos y sus péptidos asociados a moléculas CMH clase I y II son presentados a los LTH CD4+ y LT citotóxicos (LTC) CD8+. Estos últimos son capaces de lisar macrófagos y otras células infectadas con Brucella.
El LPS es considerado un antígeno T independiente, capaz de activar a los linfocitos B (LB) sin la participación de los LTH. Los primeros anticuerpos que se generan en el curso de una infección son de clase IgM, seguidos de IgG e IgA, dependiendo de la especie animal. Pueden aparecer, dentro de la clase IgG, anticuerpos bloqueantes o no aglutinantes, también llamados asimétricos (29)(30), en especial en infecciones crónicas, donde suelen alcanzar títulos elevados. Estos anticuerpos se diferencian de los anticuerpos completos en ciertas propiedades tanto in vitro como in vivo como, entre otras, la incapacidad de activar complemento por cualquiera de las vías o dar adecuadas reacciones de aglutinación (31)(32). Para clarificar el rol de los anticuerpos que se originan durante la infección se han realizado numerosos ensayos experimentales en ratones, demostrándose que anticuerpos anti LPS inyectados en forma pasiva han logrado protegerlos contra infecciones posteriores (33). Por su parte, estudios efectuados en bovinos han demostrado que una elevada concentración de IgG durante una infección activa resulta perjudicial ya que inhibe la lisis complemento dependiente, promueve la fagocitosis de los microorganismos e incrementa la localización intracelular y la diseminación hacia los distintos tejidos (25).
La participación de las citoquinas en el control de la brucelosis ha sido investigada mediante la inyección de citoquinas recombinantes o la inhibición de su actividad con anticuerpos monoclonales específicos. La IL-1, IL-12, y el TNF-a participan en las etapas tempranas de la infección. El IFN-<font face= "Symbol" size= 3>g</font> es una de las citoquinas más importantes en la resistencia contra la infección. El TNF-a parece contribuir a la formación de los granulomas que se observan en los tejidos infectados. Se ha detectado tanto en brucelosis humana como en ratones infectados experimentalmente un incremento en la producción de IL-6, aunque su rol no está completamente definido (34).

DIAGNÓSTICO

El diagnóstico de certeza se establece aislando al microorganismo a partir de cultivos de sangre, médula ósea u otros tejidos. Los métodos serológicos sólo aportan un diagnóstico presuntivo.

PROCEDIMIENTOS DE LABORATORIO

Métodos directos:

Se basan en evidenciar la presencia de la bacteria o de sus componentes en los tejidos de los animales o del hombre. El diagnóstico definitivo requiere el aislamiento de la bacteria, frecuentemente a partir de hemocultivos. La técnica más utilizada para realizarlos es la de Ruiz Castañeda (35), que consiste en la inoculación de sangre en frascos herméticamente cerrados que contienen, simultáneamente, un medio líquido (caldo triptosa) y un medio sólido (agar triptosa). Los cultivos deben mantenerse en incubación un tiempo no menor a 30 días debido a que las bacterias del género Brucella son de crecimiento lento. En los últimos años se han desarrollado sistemas de hemocultivo automáticos o semiautomáticos entre los que se destaca el Bactec, que permite detectar más del 95% de los cultivos positivos antes del séptimo día de incubación.
A medida que progresa la enfermedad disminuye la probabilidad de positividad de los hemocultivos, por lo que se hace necesario el aislamiento a partir de ganglios linfáticos, hígado o bazo.
Para estudiar la presencia de antígenos de Brucella en distintos tejidos pueden emplearse los métodos de ELISA, inmunofluorescencia directa, hemaglutinación reversa y reacción en cadena de la polimerasa (PCR). En particular, se ha diseñado una técnica de PCR ampliamente utilizada en la búsqueda de Brucella en alimentos (36), pero que registra muchos casos de falsos positivos debido a la presencia de la bacteria Ochrobactrum anthropi, muy relacionada genéticamente con Brucella. Recientemente se ha descripto otra técnica denominada PCR-ELISA que se emplea en el diagnóstico de brucelosis humana (37).

Métodos indirectos:

Las dificultades propias de la implementación del aislamiento de Brucella a partir de los distintos tejidos hacen que los métodos indirectos sean el recurso diagnóstico más utilizado.
Existen numerosas pruebas que están destinadas a detectar no sólo el mayor número de individuos infectados sino al mismo tiempo diferenciar entre infectados y vacunados, así como detectar las reacciones cruzadas.
La mayoría de las pruebas de laboratorio utilizan como antígenos suspensiones de Brucella en fase S o R, según la cepa bacteriana. Las cepas recomendadas por los organismos internacionales en la elaboración de los mismos son B. abortus 1119-3 ó 99S. Estos antígenos permiten detectar anticuerpos anti B abortus, suis y melitensis, mientras que para anticuerpos anti B. canis y B. ovis se necesitan antígenos específicos de especie.
Dentro de las pruebas serológicas utilizadas en el diagnóstico se encuentran:

a) Aglutinación lenta en tubo de Wright (SAT): es la más antigua (1897) y la más utilizada aún para el diagnóstico de brucelosis animal y humana.
Bases metodológicas: se realizan diluciones crecientes del suero a investigar que se enfrentan con cantidades constantes de antígeno observándose la presencia o no de aglutinación luego de un período de incubación. De esa forma se determina el título como la máxima dilución aglutinante.
Antígeno: suspensión de B. abortus 1119-3 al 4,5%.
Anticuerpos: IgM, IgG1 e IgG2.
Título significativo: no existe consenso en cuanto al título que indica una infección activa, por lo que debe establecerse regionalmente.

b) Prueba de aglutinación con y sin 2-mercaptuetanol (2-ME): es una variante de la anterior que emplea el tratamiento previo con 2-ME como agente reductor que inactiva los anticuerpos de clase IgM.
Bases metodológicas: se realizan simultáneamente las pruebas de aglutinación en tubo con y sin tratamiento del suero con 2-ME.
La diferencia de título obtenida entre ambas pruebas corresponde a los anticuerpos IgM.
Antígeno: suspensión de B. abortus 1119-3 al 4,5%.
Anticuerpos: IgG e IgM.
Título significativo: mayor de 1:20.

c) Reacción de Huddleson: es una reacción de aglutinación rápida en placa.
Bases metodológicas: se enfrentan cantidades decrecientes del suero a investigar con cantidades constantes de antígeno y se observa la presencia o no de aglutinación. Existe una escala de títulos, establecida por convención, que permite la expresión de resultados.
Antígeno: suspensión de B. abortus al 3-10% de gérmenes en fenol, con verde brillante y cristal violeta.
Anticuerpos: IgM, IgG1, IgG2 e IgA.
Título significativo: mayor de 1:40. En ocasiones se observa el fenómeno de prozona, donde puede estar ausente la aglutinación en los títulos más altos a causa de un exceso de anticuerpos (38). Este hecho debe tenerse en cuenta para evitar falsos resultados negativos por esa causa.

d) Prueba de Rosa de Bengala: es una prueba rápida en placa utilizada como tamiz.
Bases metodológicas: se pone en contacto una alícuota del suero (30µL) con 30µL de antígeno y se observa la presencia de aglutinaciones.
Antígeno: suspensiones de B. abortus al 8,5%, ajustadas a pH ácido, con el agregado del colorante Rosa de Bengala.
Anticuerpos: IgM e IgG1.
Se informa como positiva o negativa.

e) Antígeno Tamponado en Placa (BPA): es otra de las pruebas tamices que se realiza en placa.
Bases metodológicas: se ponen en contacto 80 µL de suero con 30 µL de antígeno y se observa la presencia de aglutinación.
Antígeno: suspensión de B. abortus al 11% con cristal violeta y verde brillante.
Anticuerpos: IgM e IgG1.
Se informa como positiva o negativa según el resultado de la aglutinación.

f) Prueba de Coombs: es una prueba de aglutinación en tubo que permite detectar tanto anticuerpos completos como incompletos.
Bases metodológicas: se realizan diluciones seriadas del suero a investigar, que se incuban con una suspensión antigénica de B. abortus para que se produzca la aglutinación mediada por los anticuerpos completos. Las suspensiones correspondientes a las diluciones mayores se lavan adecuadamente y se agrega suero antiespecie (Coombs) para detectar de esta forma la aglutinación mediada por los anticuerpos incompletos.
Antígeno: suspensión de B. abortus 1119-3 al 4,5%.
Anticuerpos: aglutinantes y no aglutinantes de la clase IgG.
Título significativo: el título obtenido es, como mínimo el de la aglutinación de la primera etapa y frecuentemente mucho más elevado.
Este incremento es tanto mayor cuanto mayor es la concentración de anticuerpos no aglutinantes o incompletos.

g) Fijación de complemento: es una prueba altamente específica y es la prueba de referencia internacional.
Bases metodológicas: en la primera etapa de la reacción se incuban diluciones del suero inactivado con el antígeno y el complemento. En la segunda etapa se agrega el sistema hemolítico y se compara la hemólisis con los estándares correspondientes a 0, 25, 50, 75 y 100% de lisis.
Antígeno: puede utilizarse una dilución 1:200 del antígeno empleado en la reacción de Huddleson, o un antígeno soluble denominado HS que se prepara a partir de una suspensión bacteriana tratada con solución salina caliente.
Anticuerpos: IgG1.
Título significativo: mayor de 1:20.

h) Inmunofluorescencia indirecta: es una prueba de interacción primaria.
Bases metodológicas: se incuban diluciones crecientes del suero a investigar sobre una impronta de Brucella. Se agrega luego el anticuerpo anti-especie marcado con una sustancia fluorescente y se observa en un microscopio de fluorescencia, determinándose el título.
Antígeno: suspensión de bacterias fijadas a un portaobjeto.
Anticuerpos: aglutinantes y no aglutinantes.
Título significativo: mayor de 1:80 (39).

i) ELISA: es una técnica altamente sensible, específica y versátil (40), emplea muy pequeña cantidad de suero (41) y da muy buenos resultados aun en presencia de hemólisis.
* ELISA indirecto (ELISA-I):
Bases metodológicas: el antígeno se fija a placas de poliestireno, luego se incuba con el suero a investigar, posteriormente con un anti-especie conjugado con una enzima, se agrega el sustrato correspondiente y se mide el color desarrollado a la longitud de onda determinada. Pueden usarse conjugados que reconozcan las distintas clases de inmunoglobulinas.
Antígeno: los antígenos pueden ser particulados o solubles, LPS u otras proteínas bacterianas. Se ha obtenido un antígeno libre de LPS (antígeno CP), que es altamente eficaz en detectar la respuesta a IgG durante una infección activa evitando al mismo tiempo las reacciones cruzadas debidas al LPS (42).
Anticuerpos: aglutinantes y no aglutinantes.
La interpretación de esta prueba debe ser aún convalidada.
* ELISA competitivo (ELISA-C):
Bases metodológicas: se emplea un anticuerpo monoclonal que reconoce el epitope O del LPS-S, que compite con los anticuerpos del suero por la unión al antígeno fijado en la placa. El revelado se efectúa con un anticuerpo anti-ratón conjugado con una enzima.
Antígeno: LPS-S.
Anticuerpos: aglutinantes y no aglutinantes.
Se consideran positivos aquellos sueros con un porcentaje de inhibición mayor del 28% (43).

j) Polarización de fluorescencia (FPA): esta técnica puede realizarse en sangre entera y leche.
Bases metodológicas: los anticuerpos al unirse al antígeno cambian la velocidad de rotación de la molécula. Si se hace incidir un haz de luz fluorescente polarizada, el ángulo de difracción cambia en función del anticuerpo unido. Este cambio es medido por un detector que lo traduce en una señal (44).
Antígeno empleado: PSO de B. abortus conjugado con isotiocianato de fluoresceína (45)(46).
La interpretación de esta prueba es similar al ELISA-I.

k) Prueba de inmunodifusión en agar (IDAG): es una técnica de doble difusión en geles.
Bases metodológicas: se efectúa la reacción de doble difusión del suero a investigar frente a un suero control observando las reacciones de identidad.
Antígeno: antígeno soluble HS.
Anticuerpos detectados: IgG e IgM.
Los métodos sugeridos por la OIE (Organización Mundial de la Salud Animal) para el estudio de brucelosis en las distintas especies animales son:
- en bovinos: BPA, Rosa de Bengala, fijación de complemento, ELISA-I, ELISA-C, FPA.
- en caprinos: Rosa de Bengala, fijación de complemento.
- en ovinos: fijación de complemento, ELISA-I, IDAG.
- en porcinos: BPA, fijación de complemento, ELISA-C, ELISA-I, FPA.
- en caninos: Huddleson, aglutinación con y sin 2-ME, aglutinación lenta en tubo, ELISA-I, IDAG.
Para el diagnóstico de brucelosis humana se emplean habitualmente como pruebas tamices BPA, Rosa de Bengala o Huddleson y como pruebas confirmatorias aglutinación lenta en tubo con y sin 2-ME, Coombs y fijación de complemento.

INTERPRETACIÓN DE LAS PRUEBAS DIAGNÓSTICAS

Cuando se utilizan los métodos serológicos de diagnóstico deben tenerse en consideración la reactividad cruzada, y el tipo de anticuerpo que predomina en cada etapa. En la etapa aguda se generan anticuerpos aglutinantes. La secuencia de producción de los distintos isotipos de inmunoglobulinas depende de la especie del hospedador. La IgM e IgA irán descendiendo progresivamente hasta negativizarse antes de los 6 meses, mientras que la IgG podrá permanecer detectable durante 2 ó 3 años. Estos anticuerpos completos o aglutinantes son capaces de reaccionar con antígenos de la superficie bacteriana y pueden detectarse mediante reacciones de aglutinación en placa, lenta en tubo y fijación de complemento. Los títulos de las reacciones de aglutinación son elevados desde las primeras semanas de la infección. La prueba de aglutinación con 2-ME se correlaciona con la evolución clínica de la infección. En el comienzo de la misma la diferencia entre los títulos de aglutinación con y sin 2-ME puede ser importante debido a la presencia mayoritaria de anticuerpos IgM, que se inactivan con 2-ME.
Los anticuerpos de clase IgG permiten seguir el curso de la infección. No obstante, a medida que ésta se torna crónica comienzan a incrementarse, en forma progresiva, los anticuerpos de la clase IgG incompletos o no aglutinantes, que no son capaces de dar positivas las reacciones de aglutinación directa ni activar adecuadamente el sistema complemento. Cuando la concentración de anticuerpos no aglutinantes en el suero investigado alcanza valores relativos importantes, estas reacciones pueden arrojar resultados de bajo título y aún negativos.
Para lograr un diagnóstico inicial correcto se recomienda efectuar pruebas que evidencien la presencia de anticuerpos totales, tanto completos como incompletos. La prueba de Coombs puede ser reemplazada por los métodos de IFI y ELISA que cumplen con este requisito y permiten discriminar además los isotipos de inmunoglobulinas involucrados.

VACUNACIÓN

Desde el año 1906 se investiga el desarrollo de vacunas humanas inocuas y eficaces. La aplicación en el hombre de vacunas a gérmenes muertos o vivos atenuados se ha dejado de lado por su baja eficiencia y por las reacciones colaterales que producen (47). Las vacunas elaboradas con complejos de proteínas y polisacáridos extraídos con ácido acético de la pared de B. abortus cepa S19 (48) no han demostrado ser eficaces. Otro tanto ocurre con las fracciones antigénicas insolubles en fenol de B. melitensis cepa M15 y B. abortus cepa S19 (49). Debe, además, investigarse previamente si el individuo tuvo una primoinfección con el germen, ya que en este caso las citadas vacunas producen diversas reacciones adversas (dolor local, fiebre, eritema, mialgias).
En cuanto a las vacunas para animales, las más ampliamente utilizadas se obtienen a partir de cepas vivas atenuadas. En muchos países el control de la brucelosis en pequeños rumiantes se basa en el uso de la vacuna viva Rev 1, obtenida a partir de B. melitensis (50). Esta vacuna, cuando se administra en forma subcutánea , induce la producción de una intensa y prolongada respuesta de anticuerpos, en cambio, su administración en la conjuntiva, reduce significativamente la intensidad y duración de estas respuestas postvacunales (51). En Argentina, hasta el año 1998 sólo se aplicaba en bovinos la vacuna elaborada a partir de B. abortus cepa S19. Esta cepa fue aislada en el año 1923 a partir de leche de vaca, como cepa virulenta, y se mantuvo a temperatura ambiente durante un año en el laboratorio para obtener bacterias atenuadas. Es incapaz de crecer en presencia de eritritol, y aunque es de baja virulencia, la vacunación subcutánea en hembras preñadas puede ocasionar abortos. La principal desventaja de esta vacuna es que los anticuerpos generados interfieren en las pruebas diagnósticas más comúnmente utilizadas, que emplean antígenos con LPS-S. La semejanza antigénica, a nivel de esta molécula entre las cepas que se utilizan en vacunación y las cepas salvajes puede explicar la similitud de respuesta inmune que existe entre un animal vacunado y otro infectado. La mayoría de los animales con una infección activa presentan niveles elevados de anticuerpos anti-LPS. Estos anticuerpos también son producidos en los animales inmunizados con vacunas constituidas por bacterias vivas atenuadas en fase lisa, por ello resulta tan difícil discriminar entre ganado infectado y ganado sano vacunado.
Para resolver este inconveniente se han desarrollado diversas estrategias. Una de ellas fue la de inmunizar con bacterias en fase rugosa, que no poseen polisacárido O en su LPS. La primera cepa bacteriana usada con este fin fue B. abortus 45/20, obtenida a partir de la cepa B. abortus 45 por 20 pasajes sucesivos en cobayos, que dejó de aplicarse ya que tendía a volverse lisa y virulenta. Otra cepa utilizada fue B. abortus RB51, seleccionada a partir de la cepa B. abortus 2308 en presencia de rifampicina. Es una cepa atenuada que no produce abortos cuando se inmunizan hembras preñadas, parecería ser de baja virulencia para el hombre, se aplica en una sola dosis y genera protección aún aplicada en forma oral (52). Esta vacuna es usada actualmente en los Estados Unidos como vacuna oficial y desde 1998 comenzó a aplicarse también en este país. En la Tabla IV se detallan algunas características diferenciales de las vacunas S19 y RB51.

Tabla IV. Características diferenciales entre las cepas bacterianas más comúnmente utilizadas en vacunación

Por otra parte se han obtenido mutantes que carecen del gen que codifica para la enzima involucrada en la síntesis del polisacárido O del LPS (53), a partir de B. melitensis y B. suis que fueron muy eficaces en generar protección, particularmente en ovejas, cabras y cerdos.
Se están realizando estudios que tienden a identificar proteínas que pudieran usarse en el diagnóstico para luego anular su expresión en bacterias vivas atenuadas. Las mutantes así obtenidas no inducirían la producción de anticuerpos contra esta proteína, que podría ser empleada como antígeno en las distintas pruebas diagnósticas. De todas las proteínas investigadas hasta este momento la que ha logrado resultados más alentadores es la proteína periplásmica BP26 (Omp28). Se han obtenido mutantes de B. abortus S29 que no expresan BP26 y se ha demostrado que generan protección en ratones (54).
Por último se deben mencionar los ensayos de inmunización con plásmidos portadores de genes bacterianos que codifican para las proteínas L7/L12 (55) y lumazina sintetasa (56) que permiten obtener buenos resultados, aunque aún debe establecerse si este tipo de vacunación genera una protección prolongada (57).
Por lo expuesto, el gran capítulo de la vacunación, tanto en el hombre como en animales, se encuentra en intenso estudio y el futuro dirá si es posible disponer de una vacuna protectora y específica para el género, económica y de masiva disponibilidad y que permita diferenciar entre individuos vacunados e infectados.

BRUCELOSIS EN EL HOMBRE

En la Tabla V se resumen los mecanismos de transmisión de la enfermedad en el hombre.

Tabla V. Mecanismos de transmisión de la infección

Patogenia

Una vez introducidas en el organismo las bacterias pasan con rapidez de la linfa a los ganglios linfáticos regionales y a la sangre, donde son transportadas por los polimorfonucleares neutrófilos y monocitos a los sinusoides de hígado, bazo, médula ósea y ganglios linfáticos. Los microorganismos se multiplican y son fagocitados por los macrófagos fijos de estos tejidos. La aparición de la enfermedad depende de la capacidad del huésped para restringir esta multiplicación (58). La supervivencia intracelular de Brucella condiciona el curso ondulante de la enfermedad y la tendencia a la recaída y evolución crónica.
Como se ha explicado anteriormente, la principal respuesta inmune protectora contra este tipo de bacterias intracelulares es la inmunidad mediada por células, que ejerce su acción a través de dos mecanismos: la muerte de los microorganismos fagocitados y la lisis de las células infectadas por acción de los LTC.
La activación que ocurre en respuesta a los microorganismos intracelulares es también capaz de causar injuria en los tejidos mediante una reacción de hipersensibilidad tipo IV de Gell y Coombs (59). La resistencia intracelular de Brucella conduce a una estimulación antigénica crónica y activación de células T y macrófagos. La respuesta tisular a estos eventos consiste en un infiltrado de células mononucleares con células epitelioides y formación de granulomas necrosantes, especialmente en bazo y huesos. Cuando el microorganismo infectante es B. suis o mellitensis pueden aparecer, además, abscesos (60).

Cuadro clínico

Es una enfermedad que se autolimita o se vuelve crónica. Muchos pacientes padecen infecciones asintomáticas.
El período de incubación varía entre 10 y 20 días, aunque la sintomatología puede aparecer varios meses después. La brucelosis humana ha sido clasificada en forma arbitraria en varias categorías: subclínica, subaguda, aguda, recurrente y crónica, según las manifestaciones clínicas. La mayoría de los autores consideran el desarrollo de dos fases en la enfermedad: la aguda y la crónica.
La etapa aguda se manifiesta con fiebre elevada, escalofríos, sudoración de olor característico, dolores musculares y articulares. Es difícil la identificación de la enfermedad en esta etapa, ya que los signos y síntomas pueden ser comunes a otras enfermedades como la salmonelosis, fiebre tifoidea, tuberculosis y leptospirosis. Debido al empleo de los antibióticos ya no se registra el clásico patrón de fiebre ondulante. La tercera parte de los pacientes presenta tos seca o productiva, el 30% estreñimiento, el 5-10% diarreas. En el 50% de los casos se produce hepatomegalia ligera o moderada y esplenomegalia y en el 25% adenopatías. Más del 5% de los pacientes presentan lesiones cutáneas: erupciones papulonodulares en el tronco y extremidades, de las que puede aislarse el microorganismo. Es característico el desarrollo de localizaciones específicas como la osteoarticular, respiratoria, genitourinaria y neuronal.
El término brucelosis crónica debe reservarse a pacientes cuya enfermedad lleve un período de evolución mayor de seis meses. Las recaídas o recidivas se presentan en el 15% de los casos, luego de 2 a 3 meses de terminado el tratamiento.

Métodos de diagnóstico

El hallazgo de la bacteria por los métodos directos es obviamente el diagnóstico de certeza. No obstante, pueden ser sustituídos por los indirectos que son los de uso masivo por su mayor simpleza y accesibilidad. La fase bacteriémica de la enfermedad induce la producción de niveles importantes de anticuerpos. Los primeros anticuerpos que se generan son de tipo IgM. En seguida en forma progresiva aparecen los de clase IgG e IgA. Estos anticuerpos también están presentes en individuos que cursaron infecciones subclínicas (61). Transcurridos los primeros meses se observa una disminución de la IgM aun en los enfermos no tratados. Muchos autores han demostrado la persistencia de anticuerpos aglutinantes específicos hasta por períodos de cuatro años después de la primoinfección. Esta respuesta prolongada permite el empleo de métodos sencillos de aglutinación en la búsqueda de anticuerpos con fines epidemiológicos.
La mayoría de las pruebas usadas para el diagnóstico detectan anticuerpos que reconocen la cadena O del LPS de la membrana externa. Si bien estas pruebas son de elevado valor diagnóstico no permiten determinar si se trata o no de una infección actual. Para medir anticuerpos aglutinantes se utilizan la prueba del Rosa de Bengala y la aglutinación en tubo que tienen una estrecha correlación.
En la cronicidad se incrementa la producción de anticuerpos no aglutinantes de la clase IgG, que alcanzan en ciertos casos al 80 % de los anticuerpos totales. La prueba de Coombs indirecta es la más importante en la detección de este tipo de anticuerpos. En la etapa de curación de la enfermedad el título de anticuerpos medido por pruebas de aglutinación desciende lentamente y se negativiza entre los 6 y 12 meses posteriores, mientras que la prueba de Coombs puede mantenerse positiva aún por más tiempo.
Para un correcto diagnóstico serológico de brucelosis humana es recomendable efectuar por lo menos una prueba de aglutinación y una prueba de Coombs, o alguna prueba de interacción primaria (IFI o ELISA), que permita la detección de los distintos tipos de anticuerpos presentes (62), y así poder estimar el período de la infección. Para mayores detalles remitirse a la interpretación de pruebas serológicas.

PRINCIPALES CONCEPTOS

La brucelosis es una zoonosis que continúa generando grandes pérdidas económicas tanto en la industria pecuaria como en la salud pública. Actualmente, los principales trabajos de investigación en el tema están destinados a lograr vacunas más efectivas y a optimizar los métodos de diagnóstico.
El diagnóstico de brucelosis humana es difícil. Además de considerar la historia clínica, es recomendable realizar un estudio bacteriológico complementado con el análisis de los anticuerpos séricos.
Al no disponer aún de una adecuada vacuna para humanos es fundamental el incremento de medidas de prevención.
En Argentina la brucelosis humana es una enfermedad que persiste en las regiones donde la infección animal no está controlada; sin embargo se están realizando esfuerzos importantes para proveer asistencia, diagnóstico y vacunación en todas las provincias argentinas (17).

GLOSARIO

BP26: proteína periplásmica.
C: complemento.
CD14: molécula de membrana de los macrófagos.
CMH clase I y II: complejo mayor de histocompatibilidad clase I y II.
CP: antígeno citoplasmático libre de LPS.
ELISA: ensayo inmunoenzimático.
Eritritol: alcohol de cuatro átomos de carbono, factor de crecimiento para Brucella.
HN: hapteno nativo, químicamente idéntico al PSO pero libre.
HS: antígeno para fijación de complemento, obtenido por calentamiento de una suspensión de Brucella.
IFN-<font face= "Symbol" size= 3>g</font>: citoquina producida por los linfocitos TH1, células NK y LTC, participa en la formación de granulomas, en la activación de macrófagos e induce la expresíón de CMH clase I y II.
IL: interleuquina.
LPS: lipopolisacárido, componente más abundante de la membrana externa de las bacterias del género Brucella.
LPS-R: lipopolisacárido de las cepas rugosas.
LPS-S: lipopolisacárido de las cepas lisas.
LTC: linfocito T citotóxico.
LTH: linfocito T colaborador o helper.
NK: células natural killer, linfocitos con actividad citotóxica o citolítica natural.
OMP (outer membrane protein): proteína de membrana externa estrechamente asociada al LPS.
PCR: reacción en cadena de la polimerasa.
PMN: polimorfonuclear neutrófilo.
PSO: porción más distal del LPS, también conocida como cadena O.
TNF-a: citoquina producida por macrófagos, LTH1, NK, mastocitos y hepatocitos. Participa en la inflamación y activación del endotelio.

Shigelosis

 Shigella es un bacilo gramnegativo, pequeño, inmóvil, no capsulado, que pertenece a la familia Enterobacteriaceae. Se clasifica en 4 grupos, A, B, C y D que corresponden a Shigella dysenteriae (S. dysenteriae), Shigella flexneri (S. flexneri), Shigella boydii y Shigella sonnei (S. sonnei), respectivamente. Más del 75% de las infecciones en países industrializados se atribuyen a S. sonnei. Sin embargo, S. flexneri es la predominante en Asia, África y Sudamérica. Los cuadros más graves de shigelosis se deben a S. dysenteriae del serotipo 1, endémica y epidémica en la India1,2.

Su principal reservorio es el intestino del ser humano. En países desarrollados, el modo de transmisión más frecuente es de persona a persona. Se considera el enteropatógeno bacteriano más transmisible por esta vía. De forma esporádica se describen brotes asociados al consumo de agua o alimentos contaminados3,4. La dosis infectiva de Shigella es muy baja, ya que menos de 100 microorganismos viables son suficientes para producir la enfermedad, lo que facilita enormemente la diseminación en ausencia de medidas adecuadas de control, como se demuestra en el brote ocurrido en un centro escolar del País Vasco descrito en este número de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica por Artieda et al.5. En fase aguda la excreción fecal es máxima. Además, se ha demostrado que esta bacteria puede permanecer viable hasta 5 meses en superficies inanimadas6–8. En pacientes infectados que no reciben tratamiento antibiótico adecuado, la eliminación fecal puede persistir de una a 4 semanas, contribuyendo así a la aparición de casos secundarios. No obstante, la excreción más allá de este período es muy rara.

La shigelosis es una enfermedad invasiva que afecta al colon y recto, y su presentación clínica puede ser muy variada. Los cuadros más graves se dan en niños menores de 5 años de edad, particularmente en situación de pobreza y desnutrición9.

A diferencia de otros enteropatógenos el tratamiento antibiótico está recomendado en todos los casos10, por lo que es necesario conocer la prevalencia local de sensibilidad de Shigella, ya que es variable, y en los últimos años ha habido un aumento de la resistencia a algunos de los antibióticos previamente usados como ampicilina y cotrimoxazol11.

En la actualidad continúa siendo un problema de salud pública, sobre todo en regiones de Asia y África, donde se producen el 80% de los casos. Unos 165 millones ocurren anualmente en todo el mundo, de los cuales 2 tercios se dan en menores de 5 años. Pese a no observarse un descenso en la incidencia en los últimos años, sí ha disminuido de forma importante la mortalidad12, hecho que se atribuye entre otros factores a mejoras nutricionales, aportes de vitamina A, el mayor acceso a tratamientos antibióticos que permitiría un mejor cumplimiento de las recomendaciones establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el descenso de casos producidos por S. dysenteriae del serotipo 113.

La situación en países industrializados es muy distinta. En España en concreto, la prevalencia es muy baja y ha disminuido notablemente desde la década de 1980. En 2011 se notificaron 124 casos, con 5 brotes, 3 de ellos de transmisión alimentaria. En 2012 se incrementa el número de casos, a lo que contribuye el brote de S. sonnei mencionado5,14–16.

Según la OMS, entre 15 y 20 millones de viajeros a países en desarrollo sufren cada año episodios de diarrea, y Shigella se encuentra dentro de los patógenos más habituales en este contexto17. África se posiciona en primer lugar en cuanto al riesgo de infección por Shigella en el viajero, seguido de América central, Sudamérica y Asia18. Por tanto, los profesionales sanitarios deben estar alerta ante casos de gastroenteritis en población procedente de áreas endémicas19, y no es de extrañar que en el brote descrito por Artieda et al.5, el caso índice fuera un niño con antecedentes de viaje a Marruecos.

La OMS elaboró en 2005 una guía completa para el control de la shigelosis20, y entre las medidas de prevención se incluyen el control y saneamiento del agua de bebida, la correcta manipulación de alimentos, el uso de insecticidas para eliminar la diseminación por vectores, la promoción de la lactancia materna y la higiene personal individual y colectiva, haciendo mención especial al lavado de manos. Esta última medida es quizá la que cobra mayor relevancia en un país como el nuestro.

Finalmente, el brote descrito por Artieda et al.5, nos sugiere las siguientes reflexiones:

  • Teniendo en cuenta las características de Shigella, no es de extrañar que se considerase que una instalación del centro donde se detectaron deficiencias higiénicas importantes constituyera la fuente de origen común para el brote masivo, aun sin poder evidenciarlo. Las consecuencias de la ausencia de personal y la falta de higiene durante este período fueron palpables, más aún si se tiene en cuenta el contexto en el que ocurren, un centro escolar con población infantil donde el riesgo de trasmisión se multiplica.

  • Ante situaciones como esta, es fundamental la creación de un equipo multidisciplinar que trabaje en conjunto, establecer sistemas de vigilancia activa, diagnosticar de manera precoz todos los casos, e instaurar medidas correctoras. Gracias a la mejora de los problemas detectados, la puesta en marcha de programas de educación higiénico-sanitaria y las medidas de aislamiento que se llevaron a cabo, pudo contenerse el brote. Es probable que una mayor insistencia en la información sobre las características propias de este patógeno pudiera haber contribuido de manera importante a reducir la tasa tan elevada que se apreció en convivientes.

  • La tipificación molecular mediante electroforesis en campo pulsado (PFGE) resultó fundamental para completar y documentar el estudio epidemiológico, caracterizando adecuadamente todas las cepas estudiadas.

  • Consideramos que aun siendo excepcionales los brotes de shigelosis en España, y teniendo en cuenta los tiempos en los que nos encontramos, la alarma social generada ante un brote como este y el coste que supone a largo plazo, justificarían sin duda el mantenimiento constante del personal suficiente y una adecuada inversión económica en materia de sanidad y educación sanitaria.

Gastroenteritis aguda: formas de presentación clínica y etiología en niños hospitalizados en el Hospital Pediátrico, Centro Hospitalario Pereira Rossell, año 2012

Arch. Pediatr. Urug. vol.86 no.2 Montevideo jun. 2015

 Introducción 


La gastroenteritis aguda (GEA) es una de las enfermedades prevalentes de la infancia, que se mantiene como un problema de salud a nivel mundial, fundamentalmente en los países en desarrollo. En nuestro país ha disminuido en forma progresiva la mortalidad por esta causa, ocupando en el año 2012 el décimo lugar, según datos de la Unidad de información poblacional del Ministerio de Salud Pública (MSP)(1). En estos últimos años se ha visto un descenso en el número de internaciones por esta patología en el Hospital Pediátrico Centro Hospitalario Pereira Rossell (HP-CHPR), hospital de referencia para internación de niños en el subsector público del país(2,3). Desde el año 2004, en el HP-CHPR dentro del Departamento de Pediatría se implementó una unidad de internación de diarrea, con el objetivo de contribuir a mejorar la calidad asistencial. 

Las características epidemiológicas, agentes etiológicos y presentación clínica varían en los diferentes sitios geográficos, por lo que su conocimiento en el ámbito local resulta útil para la planificación de programas de prevención y control(2-6). En nuestro país rotavirus sigue siendo el agente etiológico más frecuente en pediatría tanto en el subsector público como en el privado según refiere la bibliografía(2-6). Se ha detectado a nivel nacional la circulación de norovirus en población adulta, no habiendo datos publicados de su incidencia en la población infantil. 

Campylobacter spp es uno de los microorganismos causantes de diarrea aguda de mayor incidencia a nivel mundial y regional. Es junto a la salmonelosis una de las zoonosis emergentes de mayor expansión(7-9). Sus principales fuentes de infección son el agua y los alimentos contaminados, está frecuentemente involucrado en brotes de enfermedad trasmitida por alimentos (ETA). Existen datos de la región donde se destaca que es uno de los microorganismos prevalentes en los aislamientos de diarrea aguda en niños(7-10). En Uruguay no existen datos que apoyan dicha prevalencia. Actualmente no se busca de rutina en los laboratorios de microbiología clínica, por lo que los datos obtenidos son todos en el marco de trabajos de investigación de la Facultad de Medicina-UdelaR(5)

Existen en la literatura internacional trabajos que asocian determinadas manifestaciones clínicas con agentes etiológicos de GEA, pudiendo ser estas asociaciones útiles en la práctica clínica(11-13)

Objetivos 


1.    Conocer tasa de hospitalización y características de los niños ingresados por GEA en la unidad de internación de diarrea del HP- CHPR desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre de 2012. 

2.    Conocer etiología y frecuencia de los diferentes enteropatógenos. 

3.    Describir posibles correlaciones entre la etiología y formas de expresión clínica/complicaciones de la GEA. 

Metodología 


Se llevó a cabo un estudio prospectivo, descriptivo realizado entre el 1 de enero y 31 de diciembre de 2012, en el que se incluyeron todos los menores de 15 años que ingresaron a la unidad de internación de diarrea del HP-CHPR con diagnóstico de GEA. Se excluyeron aquellos niños hospitalizados en Unidad de Cuidados Intensivos (UCIN) y otros sectores de internación de cuidados moderados, el motivo de exclusión fue no cumplir con el protocolo de recolección de datos y muestras de materias fecales. También se excluyeron los casos de diarrea intrahospitalaria. 

Para la recolección de datos se utilizó una ficha precodificada, específicamente diseñada para este estudioen el que se registraron las siguientes variables: edad, procedencia, motivo de ingreso, complicaciones (invaginación intestinal, deshidratación, disionías, sepsis y muerte) e identificación etiológica de los diferentes enteropatógenos. 

Se consideró la definición de diarrea según la OMS: presencia de 3 o más deposiciones líquidas o semilíquidas en 12 horas o una sola con sangre o mucopus en 12 horas (en menores de 2 años), presencia de 2 o más deposiciones líquidas o semilíquidas en menos de 12 horas o una sola con sangre o mucopus en 12 horas (en mayores de 2 años)(14,15)

Se define como GEA a la infección enteral, de causa bacteriana, viral o parasitaria que se manifiesta por diarrea, vómitos y fiebre y cuya duración es entre siete y diez días(14)

GEA intrahospitalaria o nosocomial: es la que se instala luego de 72 horas de ingresado el paciente al hospital(16,17)

Se obtuvieron muestras fecales de todos los niños ingresados por GEA en el sector de internación de diarrea del HP-CHPR, las mismas se recogieron en un frasco estéril con espátula. Se analizaron las muestras en laboratorios de dos instituciones: en el laboratorio del HP-CHPR y el del Departamento de Bacteriología y Virología del Instituto de Higiene. En el laboratorio de bacteriología del HP-CHPR se utilizaron métodos inmunocromatográficos, donde se buscó presencia de rotavirus, adenovirus y norovirus. Se realizaron láminas para la búsqueda de leucocitos en materia fecal. Las muestras se sembraron en medios específicos y diferenciales (agar MacConkey lactosa, MacConkey sorbitol y SS) y se incubaron en estufa a 37°C por 24 horas. Se aislaron colonias sospechosas y se identificaron los microorganismos realizando pruebas bioquímicas(18). Se enviaron muestras en criotubo con medio de cultivo Cary-Blair al Departamento de Bacteriología y Virología del Instituto de Higiene para la búsqueda e identificación de Campylobacter. Para ello, las muestras de materia fecal fueron sembradas en agar Skirrow e incubadas a 42°C durante 48 horas en atmósfera microaerofílica utilizando generadores comerciales (Campygen, Oxoid). Todos los aislamientos sospechosos fueron identificados a nivel de género como Campylobacter utilizando un método de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) que detecta un fragmento del gen 16S(19). La determinación del perfil de susceptibilidad a eritromicina y ciprofloxacina fue realizada por disco difusión utilizando la metodología indicada por Clinical and Laboratory Institute (CLSI). 

Para el cálculo de la tasa de hospitalización se utilizó como denominador el número total de egresos al sector de cuidados moderados. Las variables cuantitativas se expresaron con medidas de tendencia central y de dispersión, y las cualitativas con frecuencias relativas y absolutas. Para el procesamiento de datos se utilizó el programa Epi-info y Excel 2011. 

El protocolo de estudio fue aprobado por la Dirección del HP-CHPR y el Comité de Ética del HP-CHPR. Se solicitó consentimiento informado a madre, padre o tutor. 

Resultados 


En este período se hospitalizaron en el HP-CHPR 6.744 niños, de los cuales 6.691 (99,2%) ingresaron en el sector de internación de cuidados moderados. Los ingresos producidos por GEA fueron 826/6.744 que representan el 12,3% del total de ingresos. 

La tasa de hospitalización a la unidad de internación de diarrea fue 1,22/mil (IC 95% 105-133). 

La figura 1 muestra la distribución mensual de las hospitalizaciones por GEA en el período analizado. 

De los niños que ingresaron 130/826 (15,7%) eran menores de 1 mes, 267/826 (32,3%) tenían entre 1 y 3 meses, 303/826 (36,7%) entre 3 y 6 meses, 86/826 (10,4%) entre 6 meses y 1 año y 40/826 (4,8%) entre 1 y 2 años. No ingresaron al sector niños mayores de 2 años. La mediana de edad fue 3 meses (rango 0-15 años). 

En relación a la procedencia de los niños, 626/826 (75,8%) eran de Montevideo, 200/826 (24,2%) fueron derivados desde Canelones. 

La tabla 1 muestra los diferentes grupos de enteropatógenos identificados. Se identificó enteropatógeno en el 20% de las muestras. Los virus aislados por orden de frecuencia fueron: rotavirus 65/826 (7,9%), adenovirus 14/826 (1,7%) y norovirus 13/826 (1,6%). Las bacterias aisladas por orden de frecuencia fueron: Campylobacter 49/826 (5,9%), Shigella 17/826 (2%), Yersinia 5/826 (0,6%) y Salmonella 3/826 (0,3%)

La tabla 2 muestra las complicaciones que motivaron el ingreso a la unidad de internación de diarrea: ingresaron por deshidratación 476/826 (58,8%), diarrea con sangre 190/826 (23,3%), intolerancia digestiva alta 82/826 (10,2%), disionías 29/826 (3,6%), alta tasa de diarrea 22/826 (2,7%), sepsis 15/826 (1,9%), disentería 9/826 (1,2%) y por invaginación intestinal 3/826 (0,5%). 

La tabla 3 muestra la asociación del enteropatógeno aislado según los motivos de ingreso o complicación. 

 Ningún paciente falleció durante el periodo del estudio. 

Discusión 


Los resultados mostrados en este trabajo evidencian una mayor frecuencia de hospitalización por GEA con respecto a investigaciones realizadas años previos en el mismo centro asistencial. Estos últimos identificaron un descenso a partir del año 2007, donde los autores lo vinculan a las políticas de prevención de enfermedades infecciosas que se desarrollan en los sectores más carenciados de la sociedad(2,3). Cabe destacar que las poblaciones analizadas en los distintos trabajos nacionales en el mismo centro no son del todo comparables, si bien toman como franja etaria a los menores de 36 meses, no todas limitan el sector de internación a la unidad de diarrea del HP-CHPR. 

El CHPR tiene como objetivo la atención de la población de mayor vulnerabilidad como lo son los niños y las mujeres, y dentro de este grupo los sectores de menores recursos. Si bien, en el último año el número de usuarios del Fondo Nacional de Salud (FONASA) aumentó en forma sostenida, solo representa el 25 % de los usuarios. Las características de éstos determinan que el CHPR cumpla un rol central en la Red Integrada de Efectores Públicos del Sistema de Salud (http://www. pereirarossell.gub.uy/). 

Este aumento en el número de hospitalizaciones por GEA es de causa multifactorial. Si bien es notoria la disminución del número de consultas en el subsector público, por las características de esta población en particular, la define especialmente vulnerable para adquirir enfermedades infecciosas. La diferencia en el número de consultas e ingresos hospitalarios por GEA entre el subsector público y privado son concordantes con estudios nacionales anteriores (2-4,6). Los niños entre tres y seis meses fueron los que se hospitalizaron con mayor frecuencia. Este dato coincide con las bibliografías analizadas(2,3). La distribución mensual muestra que la GEA se mantiene como una enfermedad endémica con brotes epidémicos en meses estivales. La mayor parte de los ingresos se producen a final de invierno y primavera. 

Al igual que en comunicaciones nacionales e internacionales, rotavirus fue el agente más frecuentemente aislado en los pacientes hospitalizados por GEA independiente de su edad. Sin embargo varios estudios han demostrado que la frecuencia de rotavirus es mayor en pacientes hospitalizados sin contar los casos de infecciones intrahospitalarias por rotavirus (6,16,17)

La deshidratación ocupa el primer lugar como motivo de ingreso en esta serie a diferencia del trabajo publicado en este mismo centro, donde la diarrea con sangre concentraba un alto número de ingresos(3). Esto puede estar vinculado a los diferentes mecanismos fisiopatológicos involucrados en las enteritis virales, sobre todo por rotavirus: disminución de absorción de sal y agua, desequilibrio de la relación entre la absorción/secreción del líquido por parte del intestino, y una disminución de la actividad disacaridasa que determina malabsorción de carbohidratos complejos. La mayor parte de la evidencia respalda el primer mecanismo como factor fundamental en la génesis de la diarrea vírica. Esto refleja la necesidad de continuar e insistir en el uso de sales de rehidratación oral. El Rotavirus es la causa más frecuente de deshidratación por diarrea en los primeros años de vida(15). Este estudio mostró que rotavirus fue el enteropatógeno más frecuentemente aislado en los niños que presentaron complicaciones: deshidratación, disionías y sepsis con un valor p significativo(15,16)

Hasta el año 2009, setenta hospitales centinela en quince países de Latinoamérica (Bolivia, Brasil, Chile, El Salvador, Ecuador, Guatemala, Guyana, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, St. Vincent, Surinam y Venezuela) tenían implementada la vigilancia epidemiológica estandarizada de las GEA(20-22). Los países que implementaron vigilancia epidemiológica de las GEA a rotavirus, de acuerdo las recomendaciones de la OMS, lograron obtener datos representativos de prevalencia de la enfermedad, ya sea en niños hospitalizados o ambulatorios, e implementar la vacunación y evaluar el impacto de la misma(20,22-24).

En este estudio la mediana de edad de ingreso por GEA fue de 3 meses lo que traduce el mayor impacto en esta franja etaria con complicaciones, sobre todo deshidratación y sepsis, aunque fueron pocos se aisló rotavirus. Existen evidencias de que los mecanismos de prevención de las diarreas virales y bacterianas son distintos. Estas últimas pueden ser controladas mejorando el medio ambiente (accesibilidad al agua potable, adecuada eliminación de excretas, medidas higiénicas y educación). En cambio, las de origen viral no están asociadas a calidad de vida y la protección contra ellas surge de la memoria inmunológica. Por ello se acepta que las vacunas serían una herramienta idónea para su correcto control. Recordando que la lactancia materna a través de la lactaderína protege contra la infección sintomática por rotavirus, pero esta protección es parcial y transitoria(24,25)

Estos datos motivan una discusión más profunda respecto a la posible inclusión de vacuna contra rotavirus en el Programa Ampliado de Vacunación (PAI). Actualmente están disponibles dos vacunas indicadas para los menores de seis meses que ha demostrado la disminución de las hospitalizaciones, casos graves y muertes relacionadas con diarrea a rotavirus. La eficacia en la prevención de GEA grave por rotavirus ronda entre el 85%-98%(24)

El segundo germen en frecuencia fue Campylobacter spp. Este germen no se busca actualmente de rutina en laboratorios de microbiología clínica de nuestro país. Los trabajos que realizan la búsqueda sistemática de Campylobacter a nivel nacional, son todos realizados en el marco de trabajos de investigación de la Facultad de Medicina(5). La campylobacteriosis es una de las zoonosis emergentes de mayor expansión a nivel mundial. Es una de las ETA más común en la región y se la vincula al consumo de productos avícolas, también se puede adquirir esta infección al beber agua contaminada(7-10). Comprende varias especies de importancia clínica de las cuales Campylobacter jejuni y Campylobacter coli son las más frecuentemente aisladas como enteropatógenos de GEA en el hombre(10,26). En esta serie fue el agente más asociado a ingresos hospitalarios debidos a diarrea con sangre seguido por Shigella y Yersinia con una p significativa. 

Norovirus es el principal agente de brotes de gastroenteritis no bacteriana en Estados Unidos. Está relacionado a la temporada invernal, a ambientes semicerrados como guarderías, residencia de ancianos, cruceros, restaurantes, consumo de alimentos y agua contaminada. Según trabajos internacionales constituye el tercer enteropatógeno en frecuencia involucrado en GEA en población pediátrica hospitalizada y el tercer agente viral luego de rotavirus(27-30). En nuestro medio no hay reporte de brotes por norovirus en pediatría. En esta serie dicho enteropatógeno se asoció en todos los casos a episodios de intolerancia digestiva alta con un p significativa. Ésta asociación es similar a reportes internacionales(27,28). Creemos que la investigación rutinaria de este agente sería importante para evitar su subdiagnóstico. 

Consideramos que este estudio presenta algunas debilidades: respecto a la muestra seleccionada no representa la totalidad de los niños ingresados por GEA en el periodo analizado configurándose un sesgo de selección. Este estudio si bien se realizó en el hospital pediátrico de referencia de salud pública en la capital del país, los datos no son extrapolables al resto de la población del Uruguay, ya que no se estudiaron casos de otros centros asistenciales del subsector público y privado. 

Conclusiones 


La GEA sigue siendo una causa frecuente de hospitalización. La distribución mensual muestra que la GEA se mantiene como una enfermedad endémica con brotes epidémicos en meses estivales. La mayor parte de los ingresos se producen a final de invierno y primavera. 

Los virus son la causa más frecuente de GEA, rotavirus sigue siendo el principal enteropatógeno aislado. 

La deshidratación fue el principal motivo de ingreso por GEA en esta serie. Se encontraron asociaciones significativas entre la clínica y enteropatógenos como rotavirus y norovirus. 

Es adecuado incluir la búsqueda sistematizada de Campylobacter spp en los pacientes que se presentan con diarrea con sangre ya que sería importante cuantificar su verdadera incidencia a nivel nacional y de esta manera también poder analizar su perfil de resistencia a los antimicrobianos de uso común en el tratamiento de las diarreas con sangre. 

Es importante continuar con la red de vigilancia epidemiológica de las GEA en nuestro país y así contribuir en la planificación de políticas sanitarias.